Título en España: No es país para viejos.
Título original: No country for old men.
Dirección: Ethan Coen y Joel Coen.
País: USA.
Año: 2007.
Duración: 122 min.
Género: Drama, thriller.
Interpretación: Tommy Lee Jones (sheriff Bell), Javier Bardem (Anton Chigurh), Josh Brolin (Llewelyn Moss), Woody Harrelson (Carson Wells), Garrett Dillahunt (agente Wendell), Kelly Macdonald (Carla Jean Moss), Tess Harper (Loretta Bell).
Guión: Joel Coen y Ethan Coen; basado en la novela homónima de Cormac McCarthy.
Producción: Joel Coen, Ethan Coen y Scott Rudin.
Música: Carter Burwell.
Fotografía: Roger Deakins.
Montaje: Roderick Jaynes.
Estreno en USA: 21 Noviembre 2007.
Estreno en España: 8 Febrero 2008.
De tanto en tanto nos invade la zozobra al comprobar que los actores, los grandes de verdad, alcanzan sus mejores prestaciones cuando el personaje que se apodera de ellos representa la antítesis de sus propios principios ideológicos. Brillan mucho menos encarnando a criaturas bondadosas que cuando el mal anida en sus gestos y movimientos. Como la lista sería larga e incompleta, además de aceptar las consabidas excepciones, fijémonos por ahora en Javier Bardem.
El sobrino de Juan Antonio parece empeñado en coleccionar prestigiosos reconocimientos, hasta la victoria final en la carrera de los Oscars, cuyo resultado los lectores ya habrán comprobado cuando este Mundo Obrero se publique.
Cuando recibió un Globo de Oro la cosa adquirió un perfil definitivamente triunfador, pero siguió sumando los premios de la Boston Society of Film Critics, la Chicago Film Critics Association, la Dallas-Fort Worth Film Critics Association, el New York Film Critics Circle y la Washington D.C. Film Critics Association, hasta rematar con el de la Academia de Cine y Televisión Británica (BAFTA)… La suma de todos ellos proyecta los mejores presagios de cara a ganar el campeonato del mundo de la interpretación cinematográfica. Así es que nada sorprendería menos que lo hubiera conseguido.
Su asesino psicópata en la película ‘No es país para viejos’, de los hermanos Coen, desborda cualquier consideración de trabajo bien hecho y cae de lleno en la categoría de obra de arte de la actuación. De no tratarse de una película firmada por estos hermanos malasombra, ese genial director bifronte que lleva veintitantos años entregando «obras menores» -como se consideran casi siempre las producidas en la periferia de Hollywood- y de no haber compartido el primer plano de la pantalla con otros dos personajes (¿con qué misterioso criterio se le habrá considerado actor de reparto y no principal?), Anton Chigurh entraría en la selecta galería de villanos cinematográficos, a la altura de Hanníbal Lecter o Max Cady («El cabo del miedo»), por decir algún ejemplo cercano.
Es cierto que el bonachón sheriff de Tommy Lee Jones y el pobre diablo Llewelyn Moss de Josh Brolin están francamente bien, como todo en su conjunto en esta magnífica adaptación de la novela de Cormac McCarthy: el desolado y desolador paisaje desértico del oeste de Texas, la deliciosa ambientación del verano de 1980 en las poblaciones fronterizas con México, el tempo contenido y nunca premioso con que los Coen atrapan la pegajosa fatalidad que encadena a los personajes en su laberinto de gato y ratón… todo resuena a cine de muchos más quilates de lo que hasta ahora se les ha reconocido a los brothers, pero la figura de Javier Bardem se agranda a cada minuto que aparece en pantalla, y con él la película crece exponencialmente. Con otro actor, tal vez no hubiera sido lo mismo.
La insoportable brutalidad de la secuencia de su huída coloca las expectativas dramáticas en un punto de partida difícilmente sostenible y sin embargo el desconcertante gesto enmarcado bajo ese prodigio de peinado kitsch y su hipnótica dicción extranjera, entre dulce y aterradora, mantienen al espectador en vilo, deseoso y temeroso a la vez de que los momentos en que desaparece sean breves. El fatídico juego de azar en el que envuelve a sus probables víctimas con la moneda al aire tiene la misma aterradora potencia que aquella inolvidable partida de ajedrez de «El séptimo sello» bergmaniano.
Para quienes tenemos una concepción materialista de la existencia, trabajos como el de Javier Bardem en «No es país para viejos» nos hace dudar de si el mal existe de veras e individuos como su Anton Chigurh son la viva encarnación.
RECOMENDACIONES
OVIEDO EXPRESS, de Gonzalo Suárez. Siempre inteligente, mordaz, divertido, Gonzalo Suárez. Pocos directores hay con personalidad propia e inclasificables como él.
EL PRADO DE LAS ESTRELLAS, de Mario Camus. Un cine de ideas políticas y filosóficas, de convicciones morales, de lo que parece que no se estila y siempre es imprescindible.
LA ESCAFANDRA Y LA MARIPOSA, de Julian Schnabel. Sobrecogedora, aunque contenida en los elementos melodramáticos, la lucha por sobrevivir a la parálisis completa del cuerpo.
THIS IS ENGLAND, de Shane Meadows. Inglaterra, años 80, duro, y tierno a la vez, proceso de maduración de un crío, en una banda de «skinheads».