Mundo Obrero: ¿El auto de la Audiencia Provincial de Madrid ha supuesto una completa restitución de la justicia, en la medida en que ha reconocido la verdad, o no es suficiente todavía?
Luis Montes:
En el cierre previo que había habido por parte del juzgado número 7 de Leganés, ya quedaba probado que no había causa-efecto entre la sedación y la muerte de los pacientes, sino que la causa de su fallecimiento había sido su enfermedad de base, sin embargo el juez llevaba a cabo un cierre de auto con un contenido totalmente salomónico. Dice que no hay causa penal, pero por otra parte, para lavar la cara del consejero, el señor Lamela, afirma que ha habido mala práctica médica. Lo que hicimos el doctor López Varas y yo fue recurrir el contenido de la sentencia. Con el auto de archivo estábamos de acuerdo. Pero con nuestras comparecencias demostramos que los cuatro casos que en definitiva más se investigaron habían sido errores de peritaje del Colegio de Médicos y no era de recibo que figurara la alusión a «mala práctica» en el auto de archivo. Y la Audiencia Provincial de Madrid ahora deja claro que se había extralimitado el juez de Leganés y ordena que se retire toda mención a «mala práctica». Además es una sentencia en firme y no cabe recurso. O sea que el tema de la crisis del señor Lamela y de la señora Esperanza Aguirre se ha acabado.

M.O.: Pero ¿sería necesario dar más pasos para restituir por entero la justicia, por cuanto aquí sí que ha habido quien ha dañado gravemente la sanidad pública, que no han sido lógicamente los profesionales del Hospital Severo Ochoa, pero sí quien inició esta campaña para perseguirlos?
L.M.:
Eso está claro. Ha sido una campaña montada con premeditación y alevosía. Buscaban con ella tres objetivos fundamentales. Primero, que no se hablara de otra cosa en la sanidad pública, como ha sido así, que del caso Severo Ochoa. En ese tiempo, ¿qué ha ocurrido? Pues que al mes justo del inicio de la crisis del hospital se firman los contratos con empresas privadas para la construcción de los ocho nuevos hospitales. Siete de ellos con gestión mixta, pero con fidelización de población y con un canon de pago, y el de Valdemoro, totalmente cedido a la iniciativa privada. Otro objetivo fue que, con el ambiente mediático que había sobre las libertades sociales, por ejemplo en aquel tiempo con la película de Clint Eastwood (Million Dollar Baby) o el oscar a Mar adentro (de Amenábar), y sobre todo encuestas que habían salido en las que aparecía que más del 75% de la población joven era favorable a la eutanasia, su propósito era crear miedo y que ese avance social se interrumpiera. El tercer objetivo era político. En la línea que han tenido en esta legislatura de estar en las azoteas de francotiradores, hubo habido unas declaraciones políticas -creo que de la vicepresidenta del gobierno-, también enlazadas con ese ambiente cultural, que decían que la eutanasia no tocaba en esta legislatura. A pesar de todo ellos abrieron el frente. Cumplieron con lo que políticamente les interesaba.

M.O.: A pesar del auto de la Audiencia Provincial, personajes como Miguel Ángel Rodríguez continúan difamando e insultando a los profesionales del hospital. ¿Crees que van a seguir así indefinidamente, digan lo que digan los tribunales, o tiene que llegar el momento en que se den por aludidos y paren?
L.M.:
Está claro que no van a asumir responsabilidades, van a intentar que el gasto político sea el menos imprescindible y ya han inventado para su campaña de mentiras nuevas argumentaciones estas tres últimas semanas: que mi cese fue por errores administrativos, que desde que yo me he ido de urgencias hay menos muertes, que el que no haya sido probada la «mala práctica» médica no implica que no la haya habido, que si no se probó nada fue porque no se hicieron las autopsias… Con su política de soberbia y arrogancia, no pueden aceptar que se han equivocado ni que había una estrategia de privatización de la sanidad. La campaña de difamación va a continuar. No hace falta llegar a los extremos del ex portavoz del gobierno de Aznar, Miguel Ángel Rodríguez, de insultar. En la entrevista publicada hoy (26 de febrero) en El País, Esperanza Aguirre sostiene todavía que hubo «mala práctica» médica. Reconocer el error sería un acto de humildad que no entra dentro de sus posibilidades.

M.O.: ¿Puede servir al menos la movilización en torno al Hospital Severo Ochoa para reemprender una amplia movilización ciudadana en defensa de la sanidad pública?
L.M.:
Eso es fundamental. Yo creo que a la izquierda nos han arrebatado la calle. La derecha ha tenido la capacidad de tomarla: por la familia, contra los matrimonios homosexuales, la Iglesia… A nosotros se nos plantea en Madrid una situación muy dura. Esperanza Aguirre declaró que si se ha privatizado la enseñanza no entiende por qué no se puede privatizar la sanidad. Es el modelo «neocon»: las leyes del mercado, privatizarlo todo, menos gastos sociales, rebajar impuestos y seguir en el poder.
La sanidad es la única estructura social que nos queda del Estado de Bienestar. Tenemos una sanidad modélica, envidiada por otros países, que se basa en dos principios fundamentales: la universalidad y la igualdad para todos. Y nos debemos pelear por ella, o nos la van a fulminar. Tenemos que tomar la calle; las movilizaciones deben estar a la orden del día e ir a una gran manifestación para detener a esta gente. La respuesta popular es lo único que les da miedo y puede frenarlos.

M.O.: ¿Cuál ha sido la reacción generalizada de la ciudadanía en Leganés? No me refiero en exclusiva a los pronunciamientos públicos en manifestaciones, sino sobre todo a la relación cotidiana con los profesionales en el hospital. ¿Ha habido comprensión o habéis notado más reacciones de miedo e incluso de creerse la intoxicación informativa?
L.M.:
El inicio de la campaña del PP en el Hospital Severo Ochoa fue bastante impactante y terrorífica. En las primeras semanas hubo cierto desconcierto. Pero yo creo que hemos podido resistir por el apoyo ciudadano de los pacientes del área 9 al que prestamos asistencia. En la sanidad pública la relación del médico con el paciente es una relación de confianza; eso era lo que ellos intentaban quebrar. Ha habido momentos puntuales muy duros, sobre todo al principio del conflicto. Después, las manifestaciones públicas, el consejo sectorial de salud de Leganés -con 90 entidades de pacientes y ciudadanos-, los sindicatos de clase, la corporación municipal… nos han llevado en volandas. Hemos tenido un apoyo inestimable. Creo que es un ejemplo paradigmático de lo que tienen que ser las diferentes áreas y zonas de Madrid.
Aunque no se ha discutido está en los papeles que las 11 zonas sanitarias de Madrid van a pasar a 16. Eso va a suponer que más de dos millones y medio de madrileños van a depender de hospitales mixtos o privados, y es algo que debe tener una respuesta popular como la que ha habido en Leganés.

M.O.: ¿Ha habido una gran marcha atrás en la medicina paliativa del dolor en este proceso?
L.M.:
Es el segundo gran daño que se ha hecho a la sanidad. En este país existen los cuidados paliativos desde hace no más de diez o quince años y su desarrollo es incipiente. La mayoría de los pacientes muere en los hospitales, y no a cargo de una unidad de cuidados paliativos. En el 80 % de los pacientes que mueren de una enfermedad crónica o de una situación aguda, el tratamiento de los síntomas terminales depende del equipo asistencial que los hayan atendido, fundamentalmente del médico que lo lleva. Con esta campaña de desprestigio del Severo Ochoa se ha limitado la práctica de mitigar el sufrimiento de la muerte. Hacer caso a una denuncia anónima es muy duro, y ha sido otro de los grandes errores del PP y del gobierno de la Comunidad, por el que tendrán que pedir perdón, pero no a los trabajadores del hospital, sino a los familiares de los pacientes que han tenido una mala muerte.

M.O.: ¿Se ha visto muy resentida por la agresión la convivencia en el hospital entre los propios trabajadores, o incluso ha servido para reforzar la solidaridad de unos y otros?
L.M.:
El 8 de marzo el conflicto cumple tres años. En el hospital se ha reprimido todo lo que se ha podido. Del equipo médico que trabajaba en las urgencias conmigo no queda nadie. La mayoría del equipo de enfermería y auxiliares con los concursos de traslados que ha habido se han marchado. Han destituido a cinco jefes de servicio por defender la dignidad del hospital y por no dar crédito a las acusaciones, supervisores… Se ha mandado a los trabajadores cartas de apercibimiento por salir a las concentraciones diarias de protesta en la puerta del hospital… Con el cansancio de los tres años, todo esto ha creado un clima de miedo terrible. Se han cerrado todas las aulas, ha estado dos años y medio cerrado el salón de actos para que no se pudieran celebrar asambleas. La situación ahora mismo en el hospital es de miedo y de cansancio.

* Escritor