Dos temas bien distintos fueron los tratados en la Comisión A. Por una parte se debatía la política internacional y por otra la parte dedicada al balance de gestión de la anterior dirección.
En lo referente a la política internacional, las coincidencias eran prácticamente totales, quedando bien definida la necesidad de tomar una posición claramente antiimperialista y de lucha por la paz, lo que significa hoy, como ayer, una necesidad impostergable para los pueblos que luchan por su liberación, para el movimiento obrero y para la izquierda que quiera seguir siéndolo. Eso pasa por hacer del internacionalismo y de la solidaridad un elemento básico de nuestra vida política cotidiana que exige, entre otras cosas, enfrentarse a unas clases dominantes europeas y españolas que intentan hacerse un hueco en la explotación de los países del sur del mundo y especialmente de América Latina, y por no retroceder en esa solidaridad cuando el imperialismo y los medios de comunicación a su servicio lanzan campañas de descalificación contra los gobiernos, las fuerzas políticas y los pueblos que plantan cara al imperialismo.
En lo referente a la Unión Europea aprobamos confrontarnos radicalmente con la llamada miniconstitución europea, plasmada en el Tratado de Lisboa, defendiendo la construcción política, social y económica de Europa mediante un proceso constituyente que defienda una nueva Constitución Europea que busque la cohesión social y territorial para conseguir el pleno empleo de calidad, desde la intervención democrática de la economía y con la Paz y el desarme como objetivos centrales de un nuevo papel de Europa en el concierto internacional.
Se aprobó incluir en el documento final una referencia al foro social Mundial y Europeo de manera que destaquemos las aportaciones que se hacen a la construcción de una alternativa a la globalización neoliberal.
Por ultimo se resaltó una crítica al Gobierno del PSOE por una política exterior muy dependiente de la OTAN, y de forma especial en lo referente a la presencia de tropas españolas en Afganistán, planteando la necesidad de hacer mayor hincapié en la necesidad de la retirada de las tropas españolas que están participando en una situación de Guerra.
En lo referente al balance de gestión del anterior dirección de IU se decidió llevar directamente el debate al Pleno, con lo que se conseguía devolver al conjunto de los delegados el derecho a votar sobre este tema. Tras una ajustada votación en la que se produjo un empate a votos no prosperó la enmienda que pretendía eliminar del texto este apartado, por lo que en el documento final de la asamblea queda reflejado la critica a una gestión que ha diluido nuestro perfil político de manera que hemos aparecido plegados y subalternos a la estrategia política del gobierno de ZP. Nunca se alcanzó un acuerdo programático explícito, lo que incrementaba la capacidad de maniobra de éste, que estaba en condiciones, en cada momento, de escoger socios para sacar adelante sus iniciativas. La parte sustancial de la actividad de IU se fue concentrando en torno a un grupo parlamentario débil y en coalición con ICV.
La paradoja resultante es una fuerza política de la izquierda alternativa que todo lo fía a un grupo de tres diputados y a una presencia en los medios de comunicación personalizada en una sola persona. En ese contexto, la llamada política de «oposición exigente e influyente» de la dirección de IU, que en la práctica ni era oposición, ni muchos menos exigente e influyente, contribuyó a la desmovilización, de la que IU ha sido su primera víctima.