A mediados de diciembre, del 11 al 14, el Partido Comunista francés celebró el 34º Congreso. El lugar elegido fue la explanada de La Dèfense, debajo del Gran Arco y rodeado de los rascacielos que albergan las sedes de las multinacionales financieras. Esta concentración de militantes comunistas evocaba al Caballo de Troya que los aqueos, en un inteligente ardid, introdujeron dentro de la ciudad troyana para conseguir su derrota.

Este Congreso se realizaba en un momento en el que la crisis del capitalismo era y es una realidad, y en un momento en el que el PCF llegaba con el resultado del 2% en las últimas elecciones presidenciales, aunque después se había recuperado en las municipales con unos resultados más que notables, pues ochocientas seis ciudades, de las que 38 tienen más de 20.000 habitantes, están dirigidas en la actualidad por alcaldes comunistas. A estas circunstancias, se unían la avasalladora y destructora política derechista de Sarkozy en todas las áreas de la vida social, cultural y económica, mientras que en el ámbito de la izquierda, se producía la transformación de la LCR de Olivier Bezancenot en el NAP (Nuevo Partido Anticapitalista) y la fundación del PG (Parti de Gauche) escindido de Partido Socialista francés en los primeros días de noviembre, fundado por Jean-Luc Mèlenchon y Marc Dolez, fenómenos que para Marie-George Buffet, elegida Secretaria General, no eran inquietantes en tanto que su preocupación es que la izquierda sea capaz, etapa por etapa, de unirse por sus ideas, propuestas, y esté en el futuro convencida y movilizada por un proyecto que conduzca a una alternativa política. También subrayaba que la responsabilidad del PCF es trabajar en la construcción de este frente común. A este respecto, Sthephan Gatignon, alcalde de Sevra, en una entrevista al diario Le Monde afirmaba: «La crisis nos ha empujado del siglo XX al XXI violentamente. Ahora los comunistas deben ser los actores. Por esto, deben trabajar en un nuevo proyecto que proponga una nueva sociedad. El partido en tanto que instrumento no es un fin en sí para responder a la cuestión: ‘socialismo o barbarie’.»

Los mil congresistas elegidos y distribuidos en mesas de diez, dieron a lo largo de las interminables jornadas, un ejemplo de honradez, compromiso y responsabilidad política, así como una gran conciencia democrática a pesar de los problemas internos, típicos de todo proceso precongresual, como mínimos desmarques y abandonos de miembros destacados del Partido, la presentación de un documento alternativo al de la dirección, por una corriente crítica que postulaba refundar el PCF en las bases de la teoría y práctica marxista y del materialismo histórico, y de unos medios de comunicación -no cesan- empeñados en certificar la muerte del comunismo como una verdad y como una permanente noticia.

Las líneas de los debates que estaban propuestas en el documento base fueron analizadas párrafo por párrafo desde siguientes ideas fundamentales: El cambio de las condiciones del combate en la crisis del sistema capitalista, la violencia de los partidos neoliberales que están poniendo a Francia en peligro, la debilidad de los proyectos socio-liberales en los que están anclados determinada izquierda, incapaz de articular un proyecto superador del poder constituido, y la transformación profunda del PCF, como condición primordial para superar los nuevos retos. De ahí, que la apuesta por un frente unido de la izquierda fuese una de las cuestiones del debate congresual, no sólo para las elecciones del 2012, sino para las próximas elecciones europeas de junio en el que se presentaría con un programa transformador del modelo actual de la UE.

El camino para concluir en el documento definitivo, aprobado por la mayoría de los congresistas, necesitó pasar por la transformación de tres textos, por lo que las diferencias entre el primero y el último son sustanciales. Este trabajo se explica por la conciencia y la responsabilidad que los comunistas franceses tienen en este momento histórico, que nunca perdieron de vista su contribución al pueblo francés en determinados momentos de su historia, como tampoco olvidaron sus fracasos y errores que con toda honradez política admiten, como también el papel privilegiado que ocupa en la batalla ideológica hoy día el sistema mediático. Esta es la razón por la que se propuso que L’Humanité (diario) y L’Humanité dimanche (revista) deberían ser el referente y el contrapunto al discurso aparentemente independiente del resto de la prensa escrita. Por esto, se propuso que los militantes se movilizaran para captar diez mil suscripciones que, al tiempo que eliminarían su débil estado económico, ampliaría la audiencia de las ideas de izquierda, a fin de modificar la relación de fuerzas sociales y políticas.

Una vez aprobado el texto-programa del congreso, se convocó a todos los congresistas a la votación de las cuatro listas que se presentaron a la elección de la nueva dirección y de las que salió elegida por mayoría la encabezada por Marie-George Buffet, aunque en el Consejo Nacional paritario, las otras listas estarán representadas proporcionalmente a sus resultados. Al final, los congresistas, como pudimos comprobar, se marchaban a sus lugares de origen con el convencimiento de que estaban con fuerzas para construir un mundo nuevo día a día.