El principal objetivo de la reunión del ineficiente e inútil Grupo de los ricos, el G 7, herencia del imperialismo del final de la Segunda Guerra Mundial, al que se unió Rusia como G 8 (Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, y Rusia), de los días 8 al 10 de julio en L’Aquila (Italia) ha sido la de querer traspasar el desaguisado de la crisis al máximo de países, ya los líderes emergentes, como el G 5 (China, Brasil, India, México, Sudáfrica y Egipto), o el G 14 o el G 20. Formalmente eran tres los temas de la reunión: 1º) La crisis económica arrastrada desde octubre del 2008, 2º) el cambio climático y 3º) la lucha contra el hambre en el mundo. A ellos se añadían otros temas concretos, igualmente producto del desastre del imperialismo como la guerra de Afganistán, la situación en Oriente Próximo o el panorama en Irán tras las elecciones, es decir el control de los suministros petrolíferos para los países ricos. Hay que mencionar que había otro objetivo oculto, la intención del presidente de gobierno italiano, Silvio Berlusconi, de rehacer su maltrecha imagen a causa de los escándalos por sus bacanales de opereta pornográfica. De ahí el elegir la zona devastada por el terremoto de abril, L’Aquila, aún pendiente de reconstrucción.

En primer lugar hay que señalar las medidas policiales extremas de seguridad para que no se repitieran las protestas como las de Génova del año 2001con motivo de la otra reunión del G 8.

Todo un ejemplo de la libertad de expresión y de manifestación que tanto defiende el mundo capitalista. No hace falta comentar el fracaso estrepitoso de la reunión a la hora de ofrecer respuestas tanto a los tres objetivos señalados como a los complementarios. La crisis del capitalismo es esencial, inherente a su funcionamiento y sólo tiene una solución, su superación por el socialismo.

De todas formas es interesante comentar los frutos de la reunión de las máximas autoridades del mundo capitalista. En relación con el primer objetivo, la crisis económica, se remite el G 8 a la reunión del G 20 de los días 24 y 25 de septiembre en Pittsburg, dónde, ¡oh maravilla!, estará invitado Zapatero directamente por Obama. No hay forma de que entiendan los gobernantes del 65% del PIB mundial pero del 14% de la población mundial que la solución a la crisis debe pasar por asumir a tope la democracia, de escala mundia. Es decir la Asamblea General de la ONU como G 192. De hecho en la reunión de junio de esta Asamblea presidida por Miguel d’Escoto, auspiciada por el Comité de Expertos, presidido por Joseph Stiglitz (Premio Nobel de Economía de 2001) se señalaba la urgencia en: a) democratizar la ONU, b) tener en cuenta a los 192 países del mundo, c) democratizar el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, y la Organización Mundial del Comercio, d) poner en marcha una nueva unidad monetaria de referencia que sustituya al dólar, e) regulación estricta de los mercados financieros, f) introducir un impuesto sobre las transacciones y movimientos especulativos del capital para ayudar a las economías emergentes, y g) cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la propia ONU. A esa reunión sólo asistió un jefe de Estado, Rafael Correa de Ecuador.

El segundo objetivo, luchar contra el cambio climático rebajando la cantidad de emisiones contaminantes, se consideró, eso sí, muy importante. Pero la dificultad para encontrar un compromiso que pusiera de acuerdo a unos y otros, es decir al mundo desarrollado que es el más contaminante y al mundo emergente que desea desarrollarse, en relación con las cifras concretas de unos y otros, se remitió a la importante reunión de Copenhague de diciembre, convocada por la ONU, sobre el tema. Es decir balones fuera.

En el tercer objetivo, la lucha contra la pobreza, es donde había que manifestar que algo está cambiando por parte de los líderes del G 8.

En primer lugar porque la crisis, originada por el mundo desarrollado, capitalista, a quien más golpea es al mundo subdesarrollado, pobre, que no tiene nada que ver con su desencadenamiento.

En segundo lugar porque hay que expresar que algo está cambiando en el mundo desarrollado, que se toma en consideración el resto del mundo, incluso para cuestiones como esta, la de la pobreza. En tercer lugar porque a la hora de sacar la chequera y firmar donaciones los dignatarios muestran su altruismo. Sin embargo hay que recordar que la mayor ayuda a África, por ejemplo, el continente más golpeado por la crisis, el hambre y la pobreza, procede de las remesas de sus emigrantes, 140.000 millones de euros, cuando el G 8 ha prometido 4.000 millones para este continente. En total se anuncia a bombo y platillo la cantidad global de 20.000 millones de dólares, sobre todo para la agricultura, cantidad que será cubierta por Estados Unidos con 3.500 millones, Japón, con 3.000, Francia con 2.000, España con 1.500, etc. Sin embargo planean dudas razonables sobre estas promesas. En primer lugar porque en otras ocasiones esas promesas no se han materializado.

En segundo lugar porque se quieren contabilizar por parte de la OCDE en ese capítulo de ayuda al desarrollo las cantidades destinadas a «operaciones de paz y seguridad» e incluso las propias remesas de los inmigrantes.
Esta clara la conclusión. Es imprescindible levantar una ola de alternativas y protestas en todo el mundo para mostrar que efectivamente «Otro Mundo es Posible» tal como reza el lema del Foro Social Mundial.

* Responsable para Europa del PCE