No entiendo las críticas de quienes dicen que el Nobel de la Paz a Obama es prematuro, por llevar sólo unos meses en el cargo. Yo más bien pienso lo contrario: se lo han dado tarde. Deberían habérselo dado en la edición anterior, en 2008, cuando sólo era candidato a la Casa Blanca.
Me explico: si como dicen se trata de un premio a las buenas intenciones, se lo deberían haber concedido hace un año, cuando Obama no había salido del terreno confortable de las buenas intenciones y los discursos esperanzadores. En cambio se lo dan ahora, cuando ya ha tomado decisiones que emborronan lo que, hace un año, habría sido un premio impecable, sin sombra alguna.
Hace un año, cuando estaba en campaña, prometía paz y concordia en el mundo, el fin de la lucha sucia contra el terrorismo, el repliegue en las guerras de la era Bush. Todo muy Nobel, vale. Hoy, en cambio, Obama está ya salpicado de sangre, barro y mierda en Afganistán; ha decidido abrir más bases en Colombia; mantiene sus tropas en Irak; ha renovado las medidas contra Cuba; va retrasando el cierre de Guantánamo y mantiene impunes a los responsables de las cárceles secretas y las torturas.
Ya digo, un premio tardío, aunque parezca precipitado.

* Escritor y periodista