Con las palabras que titulan este artículo comenzó la primera lección magistral que impartió en su cátedra de Salamanca Fray Luis de León tras su estancia de cinco años en las cárceles de la Inquisición. Fue absuelto de las acusaciones de criticar la calidad científica de la traducción de la Vulgata que era el texto oficial de la Biblia según la Iglesia. Su prisión duró lo que tardó en desarrollarse el proceso. La intención que le moviera a utilizar el decíamos ayer pudiera ser la de quien pretende olvidar unos años dolorosos o quizás la del que ve como los hechos terminan por darle la razón, le confirman en sus apreciaciones.
Las últimas semanas están siendo pródigas en acontecimientos y en declaraciones sobre la crisis, la UE y el futuro económico de varios países y entre ellos especialmente, Grecia, Irlanda, Portugal y España. Desde Paul Krugman, hoy, hasta Salvador Jové pasando por Juan Francisco Martín Seco, Pedro Montes, Miren Etxezarreta, Juan Torres, el fallecido Jesús Albarracín, Joaquín Arriola, Luis Miguel Seseña, Luis Boj. Manuel Martín y un larguísimo etcétera de integrantes- en su día- del Área de Economía de IU o la de de su grupo parlamentario, siguen señalando desde hace dos décadas el origen de los problemas económicos que hoy aquejan a la UE: su fracasado proyecto de unidad basado únicamente en un mercado capitalista.
La fiebre «europeísta» que contaminó a muchas siglas de de izquierda y también a integrantes de formaciones tenidas por radicales, se desplegó en dos frentes: el relato de una ficción totalmente desprovisto de base económica y social mínimamente justa y solidaria y la satanización de los críticos asimilándolos a retrógrados, dogmáticos o antieuropeos. Aquel debate afectó profundamente a IU de tal manera que en su III Asamblea ,se explicitó una división en torno al 60% y 40% de porcentaje para la mayoría y la minoría. El motivo de aquella confrontación no fue otro que el Tratado de la Unión Europea de Mäastricht.
Fue en Enero del 1989 cuando el PCE organizó una Conferencia sobre la CCEE a fin de dotarse de un discurso y una propuestas propios a llevar al Parlamento Europeo. Fueron cinco días de debates y elaboraciones. Sugiero a los lectores de Mundo Obrero que consigan dicho texto que, impreso y posteriormente aceptado por IU en su totalidad, ha sido y sigue siendo la base sobre la que se han hecho análisis y propuestas posteriores.
Conforme la CEE fue avanzando hacia la consolidación de un mercado único pero sin avanzar de manera simultánea en la Unidad Política y en la creación de lo que denominamos Espacio Social Integrado, las diferencias con el discurso oficial (instalado en nuestras filas por parte de Nueva Izquierda) se fueron acentuando y se recalcaron aún más con los Tratados de Amsterdam y Niza.
Hoy, cuando se sigue insistiendo tercamente en construir una UE con sólo el euro pero sin Presupuesto digno de tal nombre, sin política económica y fiscal común, con una disciplina férrea sobre los déficit pero sin entrar en el problema del paro haciéndolo cuestión exclusiva de los Estados y sin asomo de una Política Exterior para el conjunto, debemos reencontrarnos con un discurso y unas propuestas que la realidad ha mostrado como acertadas y premonitorias. Tenemos historia, discurso, programa y defensa de los mismos en las instituciones. Ahí también están nuestras señas de identidad pasadas, presentes y futuras.
Los tiempos que corren son el mejor de los caldos de cultivo para proyectos y propuestas que aparentemente van contra corriente; y digo aparentemente porque debajo de la superficie del discurso europeísta oficial no hay nada más humo, palabrería y ruina. La dictadura de los mercados capitalistas se ensaña con los trabajadores y asalariados de Grecia. El Reino de España está en la cola del barbero. Que no nos metan ahora en el grupo de los responsables del desastre. Recuperemos nuestro discurso europeo como eje central de nuestra política de lucha y de programa. Nada de complejos.