Vivimos tiempos en los que se constata diariamente que la vida política sufre una agresión de los mercados que la invalida y trata de convertir a las instituciones en un esperpento al servicio de sus intereses.

La democracia del marketing ha sustituido a la democracia representativa, la especulación y la búsqueda del beneficio empresarial vencen al desarrollo sostenible y la juventud más formada y preparada de la historia vive peor que la generación anterior, sin perspectivas de encontrar un trabajo estable, sin derecho a una vivienda y sin perspectivas de futuro.

De esta manera, el neoliberalismo y las fuerzas políticas que lo impulsan han neutralizado y, por tanto, han dejado sin efecto, las conquistas políticas y sociales conseguidas durante años de lucha por las libertades. En la práctica, en España el bipartidismo perfecto (PSOE-PP) a través de un consenso no escrito, trata de imponer unas reglas que garanticen una alternancia permanente en el Gobierno y asegure que no serán puestos en peligro los intereses del capital, firmemente defendidos por la OTAN y la monarquía.
Por lo tanto, hay que dar la batalla para evitar que «los mercados» sigan poniendo a los gobiernos de rodillas y vacíen de contenido a los Parlamentos para que sea el Fondo Monetario o el Banco Mundial quienes deciden las políticas económicas.

En concreto, hemos visto como el Gobierno del PSOE aprueba el recorte de nuestras pensiones planteando el aumento a 67 años la edad legal de jubilación, cómo se limita la reposición de trabajadores públicos al 10% -lo que significa que de cada diez funcionarios que se jubilen sólo se cubrirá una plaza-, vemos cómo se eleva de 35 a los 38,5 años el tiempo de cotización necesaria para tener el derecho al 100% de la pensión, un listón inalcanzable para una mayoría de trabajadores y trabajadoras, todo ello con el objetivo de recortar el gasto social para pagar el hueco financiero que han dejado los bancos con la crisis del ladrillo.

Con estas medidas, el Gobierno del PSOE cede una vez más al poder financiero y a los bancos, principales beneficiarios del sistema privado de pensiones; se pone del lado de los poderosos para que sean los débiles quienes paguemos la crisis.

Plantear un cambio de esta situación necesita forzosamente del concurso del protagonismo activo de las personas trabajadoras, de todas las organizaciones sociales interesadas en disputar la hegemonía al bipartidismo.

Por lo tanto, plantear esa participación en la acción política se convierte en estratégica, no coyuntural, no táctica y, por tanto, su organización y capacidad de propuesta organizada, tiene que ser el eje de nuestra acción política, social, institucional y cultural.

Para empezar, tenemos que desarrollar un Programa que deje claro que nuestro objetivo central es la creación de empleo y el desarrollo de un Estado en el que todo ser humano tenga plenos derechos sociales.

Por ello, junto a la creación de empleo defendemos la necesidad de medidas de choque que aseguren los derechos sociales, en concreto planteamos la suspensión de todos los procedimientos de ejecución del embargo de la vivienda habitual o de corte de suministro de electricidad, gas, agua y teléfono para las personas en situación de desempleo.

Para financiar esta política debemos seguir reclamando una profunda reforma fiscal que haga pagar a las grandes fortunas y patrimonios, y que plantee el aumento de la contribución fiscal sobre los beneficios de los bancos, las grandes empresas, y las transacciones financieras. Todo esto junto con medidas eficientes frente a la economía sumergida y el fraude fiscal, a la vez que reclamamos la creación de una Banca Pública, porque es evidente que sólo si aumentamos los ingresos de la hacienda pública será posible un incremento del gasto social.

Pero tener razón no basta, tener un buen programa no es suficiente, tenemos que reconocer nuestra dificultad para implicar al conjunto del Partido en organizar una política de masas contra los recortes sociales. Y como no basta con tener buenas propuestas, tenemos que tener claro que no habrá salida social, ni mucho menos anticapitalista, que no avanzaremos hacia la III República, si no somos capaces de centramos en un paciente trabajo de organizar, de movilizar a las masas en este contexto de paro, recorte y crisis.

Las agrupaciones se tienen que centrar en impulsar una amplia movilización lo más unitaria posible contra los recortes sociales, tomando como eje el paro, la defensa de los servicios públicos.

Tenemos que organizar una gran rebelión desde la base para frenar la dinámica actual en la que el pensamiento de millones de personas trabajadoras se moldea día a día desde los aparatos del Estado y de las empresas de los medios de comunicación para proteger la continuidad del sistema capitalista, gane quien gane las elecciones.

Es por tanto obligación de todo el Partido seguir apoyando las movilizaciones sociales, sindicales, juveniles, a la vez que se debe actuar en los barrios en torno a los dos elementos realidad que suscitan más sensibilidad social: paro y la crisis hipotecaria organizando a los afectados por los desahucios. Y una vez más llamamos la atención en la necesidad de realizar un trabajo sostenido y planificado.

En definitiva, tenemos que organizar una gran rebelión desde la base que permita impulsar una salida social a la crisis implicando a los sindicalistas en la acción política, cimentando la recuperación de las fuerzas de la cultura, porque tenemos que tener presente como nos enseñaron nuestros Pepe Díaz y Pasionaria, un buen planteamiento político sin una acción política de masas y unitaria, solo nos puede llevar al aislamiento y al testimonialismo, todo lo contrario que debe ser el objetivo del Partido Comunista de España.