Nuestras democracias siempre han alardeado del respeto a las libertades. No garantizaban trabajo, ni alimentación como pretendían los sistemas socialistas, pero se nos decía que disfrutábamos de unas libertades reprimidas en los países comunistas. Un ejemplo del que se sentían muy orgullosos era de la libertad en internet. Sin embargo estamos comprobando que las libertades sólo se nos permiten si no hace peligrar el control de los poderosos. En el Reino Unido el gobierno estudía impedir que la gente se comunique a través de las redes sociales cuando haya disturbios, decretar toques de queda o prohibir el uso de máscaras, capuchas o gorras que oculten el rostro (El País, 11-8-2011). Fueron detenidas decenas de personas por el uso de estas redes. Un tuit de la comisaría del condado del Gran Manchester rezaba así: «Si has estado usando las redes para incitar al desorden, muy pronto llamaremos a tu puerta». Después de los disturbios las autoridades británicas prohíbieron todas las protestas en las calles de Londres durante 30 días. Entre los detenidos se encontraron menores por robar trece paquetes de chicles y 21 chocolatinas. (El País, 12-8-2011)

En la ciudad estadounidense de San Francisco las autoridades ordenaron a las empresas de telecomunicaciones cortar el servicio de telefonía celular dentro de sus instalaciones de transporte, debido a que se llevaría a cabo una protesta por el asesinato de un ciudadano a manos de la policía (Rebelion.org, 17-8-2011). De esta forma impedían la coordinación de los manifestantes.

En Berlín siete personas fueron detenidas (Diagonal, 28-8-2011) al tratar en una de sus céntricas plazas en la línea de protesta del 15-M español.

En Madrid, la red informática municipal instaló en las bibliotecas públicas un filtro que impedía acceder a las páginas de «activismo» político relacionado con el 15-M como tomalaplaza.net o democraciarealya.es (El País, 10-8-2011). En cuanto a la televisión, el Partido Popular ya ha insinuado que cesará a la periodista Ana Pastor del programa ‘Los desayunos de TVE’ (Público, 12-8-2011) tras haber tenido algunas diferencias con políticos de ese partido. A todo ello podemos añadir esas imágenes de represión y violencia policial que algunos creían que sólo correspondían al franquismo.

Llevaban años denunciando que China bloqueaba páginas de internet, que Venezuela sustituía periodistas de sus televisiones, que Cuba impedía concentraciones en las calles y ahora resulta que es nuestros propios países donde sucede todo eso. Ni en Venezuela prohiben las redes sociales, ni en Cuba disuelven manifestaciones a porrazos, ni en China prohiben las gorras para poder identificar a los ciudadanos.

El mercado necesita un estado debil para poder imponer su política económica, pero fuerte para recurrir a la represión y la violencia cuando los ciudadanos se rebelan. O sea, el regimen de Pinochet que cada vez se parece más al nuestro.

Pascual Serrano es periodista. Su último libro es ¿El mejor del los mundos? Un paseo crítico por lo que llaman «democracia» (Icaria)