Aunque Adolfo Sánchez Vázquez (Algeciras, 1915 – México D.F., 2011) desarrolló su carrera intelectual en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es en las filas de la Juventud Comunista y las JSU de la II República donde adquirió su militancia comunista, y con ella su primera visión del marxismo. Considerado uno de los pensadores de la izquierda más relevantes del Siglo XX en el ámbito de la lengua española, Sánchez Vázquez conjugó su compromiso político comunista con una filosofía marxista rigurosa entre cuyas aportaciones centrales se encuentra la recuperación de la noción de praxis como categoría central del pensamiento revolucionario.

Adolfo nació en 1915 en Algeciras (Cádiz), aunque fue en Málaga donde se afilió a la Juventud Comunista. En 1935 se trasladó a Madrid para estudiar Filosofía y Letras en la Universidad Central, dominada entonces por el pensamiento de corte alemán fenomenológico, pero ausente de marxismo. Como señaló en la Cátedra-Homenaje el Profesor García Santesmases (Catedrático de Filosofía Moral y Política de la UNED), Sánchez Vázquez ya llegó a dicha Universidad influido por el entorno revolucionario malagueño y por el poeta comunista Emilio Prados (como recordó Francisco José Martínez, Adolfo fue “poeta antes que filósofo y comunista antes que marxista”). Santesmases recordó que, a diferencia de otros filósofos republicanos como José Gaos (quien a pesar de haberse afiliado al PSOE en Zaragoza no se consideraba marxista), Adolfo perteneció a una generación de jóvenes comunistas que desde muy pronto asumieron responsabilidades políticas.

Durante la Guerra Civil, fue director de la revista de las JSU Ahora, asistó al II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas, y entre otras tareas, participó en la retirada de Málaga durante la penosa marcha de más de 100.000 malagueños hacia Almería, asolados por el fuego naval enemigo, el hambre y el frío, que describe en su artículo “Recuerdos de la Guerra Civil en Málaga” ( http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/2906/pdfs/5-11.pdf)

Tras la Guerra Civil, se exilió a México. Como recordó Santesmases, Adolfo no llegó a México como profesor (no había terminado la carrera debido a la Guerra), sino que fue tras varios años de penuria económica cuando logró entrar en la UNAM donde terminó sus estudios, obtuvo un doctorado y comenzó a trabajar de profesor, iniciando su carrera intelectual.

Es en su obra central Filosofía de la Praxis donde centró su intervención Carlos París, Catedrático emérito de Filosofía de la UAM y Presidente del Ateneo de Madrid. Partiendo de la interpretación de la conocida 11ª tesis sobre Feuerbach de Marx “los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo de diversos modos, pero de lo que se trata es de transformarlo”, Sánchez Vázquez desarrolló una concepción del marxismo como filosofía de la Praxis.

París trató, entre otras nociones, tres implicaciones centrales de dicha filosofía. La primera de ellas es convertir la transformación del mundo en el nuevo objeto de la filosofía, en conexión con el pensamiento de Gramsci, analizando para ello la noción de praxis, término de origen griego cuyo desarrollo analiza Adolfo a través del pensamiento de Hegel, Feuerbach, Marx y Lenin. La segunda implicación, relacionada con la 2ª Tesis sobre Feuerbach, es la conexión entre los problemas teóricos y la práctica, entendiendo la praxis como un criterio de verdad, pues es en la práctica donde sabemos si una teoría es cierta o no es cierta. La tercera, la de concebir la filosofía como una labor estrechamente vinculada a una tarea ética y política, relacionada con la labor revolucionaria que se desempeña a través del Partido Comunista.

Jacobo Muñoz, Catedrático de Filosofía de la UCM, expuso la concepción del marxismo de Sánchez Vázquez, partiendo de un triple concepción del marxismo: teórica, pues el marxismo tiene voluntad de conocimiento y de elaboración de ciencia; valorativa, pues conlleva una crítica de las condiciones sociales; y programática, pues se dirige a una acción transformadora. Muñoz sintetizó la fórmula del marxismo como la del “hombre que critica datos y propone fines”, y destacó que, entre las tradiciones emancipatorias, la marxista es la que tiene más voluntad de conocimiento.

Muñoz también destacó dos rasgos elementales del marxismo abierto y no dogmático de Sánchez Vázquez. En primer lugar, que es un marxismo no historicista, en el que las leyes que Marx estudia no son leyes de la historia, sino leyes que se producen en la historia, a lo largo de sus procesos históricos: no por necesidad lógica o metafísica, sino moral. En segundo lugar, un marxismo no naturalista, en el que los programas de transformación no son consecuencia de enunciados de hecho.

El Catedrático de Filosofía Moral y Política de la UNED y responsable de la sección de pensamiento de la FIM, Francisco José Martínez, aludió entre otros aspectos a los dos cambios que supone el pensamiento de Sánchez Vázquez a la filosofía: un cambio de objeto de la filosofía que pasa a ser la praxis (entendida aquí como la interacción entre el hombre y la naturaleza), y un cambio en la relación con el proceso histórico, por el que la interpretación que realiza la filosofía se proyecta en la transformación de la sociedad (desarrollando así, junto a la dimensión contemplativa del filósofo, una dimensión política, tomando partido por el proletariado).

Así, Martínez describe las funciones de la Filosofía de la Praxis como una cuádruple tarea: la crítica a la realidad y a las ideologías que la enmascaran (enlazando con la lucha de clases); la gnoseológica o epistemológica, que es la de producir conceptos y categorías para conocer la realidad; la conciencia de la propia praxis para elevar su racionalidad; y la autocrítica de sí misma que le impide alejarse de la realidad.

Martínez también dedicó su intervención a la concepción del socialismo en Sánchez Vázquez, y la crítica del socialismo real, que se distanció de las críticas dominantes en su época (tanto de las procedentes de la derecha como de las emanadas por el trotskismo o el maoísmo), contemplando el socialismo real como un proceso hacia al socialismo que quedó interrumpido por la propia realidad, debido a la falta de las condiciones iniciales necesarias para su desarrollo. Martínez recordó la concepción del socialismo en Sánchez Vázquez, compuesta por la propiedad colectiva de los medios de producción, la remuneración a cada cual según su aportación a la sociedad, la superviviencia del estado que inicia el proceso de su desaparición, la democracia profundizada y la autogestión social.

Finalmente, se recordó la apuesta de Sánchez Vázquez por continuar el ideario socialista. “El capitalismo es un horror que no se puede hermosear, aunque para ello se contrate a poetas”, sentenció en referencia al aplauso de ciertos intelectuales a la desintegración del socialismo real. Adolfo defendió hasta la muerte la lucha por el socialismo, entendida como la opción por un modelo de desarrollo que responda a los intereses de la mayoría, teniendo en cuenta la ecología, la lucha contra las desigualdades de todo género y la reivindicación de la democracia.

Esta es la herencia de un Catedrático de Filosofía con siete Doctorados Honoris Causa que, hasta que la enfermedad se lo impidió, pagó en mano sus cuotas a su Agrupación del PCE de toda la vida.

Listado de libros:
– Las ideas estéticas de Marx (1965)
– Filosofía de la praxis (1967)
– Estética y marxismo (1970)
– Del socialismo científico al socialismo utópico (1975)
– Ensayos marxistas sobre filosofía e ideología (1983)
– Ensayos marxistas sobre historia y política (1985)
– Entre la realidad y la utopía (2000)
– El valor del socialismo (2001)

Profesor de filosofía