Película: Misión: Imposible – Protocolo Fantasma.
Título original: Mission: Impossible – Ghost Protocol.
Dirección: Brad Bird. País: USA. Año: 2011.
Intérpretes: Tom Cruise (Ethan Hunt), Jeremy Renner (William Brandt), Paula Patton (Jane Carter), Simon Pegg (Benji Dunn), Josh Holloway (Trevor Hanaway), Michael Nyqvist (Kurt Hendricks), Léa Seydoux (Sabine Moreau),
Producción: J.J. Abrams, Bryan Burk y Tom Cruise.
Música: Michael Giacchino. Fotografía: Robert Elswit.
Distribuidora: Paramount Pictures Spain.
Estreno en USA: 21 Diciembre 2011.
Estreno en España: 16 Diciembre 2011.
Corre, salta, golpea y sobrevive a un torbellino de situaciones de imposible salida, sumergiendo al espectador en un tobogán enloquecido, para el que no precisa de mayores aptitudes interpretativas, por otro lado demostradas en repetidas ocasiones (pese a todo, es un buen actor). Pero ¿quién necesita esforzarse en encarnar a un personaje creíble cuando se tiene lo que hay que tener -muchas agallas- para colgarse de unos cables a 800 metros de altura? Así es Tom Cruise y así es una vez más -y van cuatro- «Misión Imposible, el protocolo fantasma»
La última entrega de Misión Imposible, como siempre, coproducida e interpretada en todas las secuencias, incluidas las de máximo riesgo y dificultad, por Tom Cruise, le da otra vuelta de tuerca y lleva a su máxima expresión el paradigma en que ha convertido su franquicia: el entretenimiento máximo pasa por elevar al personaje cada vez más alto, lanzarse al vacío, y no parar un solo instante, salvo en contadas secuencias, desde el primer minuto al último . Porque esa es la palabra fetiche, entretenimiento, que sirve de coartada para repetir la fórmula una y otra vez con planteamientos cada vez más esquemáticos. Pero aunque a muchos pueda llegar a aburrirnos la simpleza argumental, no cabe duda de que esa noción de lo que es divertido tiene muchos, muchos seguidores en todo el mundo, a los que la estrella norteamericana se entrega con envidiable profesionalidad.
Creada en 1966 por Bruce Geller para la cadena de televisión CBS, la serie de Misión Imposible, que está en la memoria de muy pocos de los actuales espectadores de la saga cinematográfica, mezclaba como ingredientes básicos los propios del trhiller, el cine de acción y el cine de espías.
De aquella vieja serie conservan las nuevas películas como tópicos imprescindibles la comunicación autodestructiva de la misión, la cerilla que prende la mecha e inicia la brillante sintonía compuesta por Lalo Schiffrin. Y pocas cosas más, además de la dificultad extrema del encargo: «la misión no es muy difícil… es imposible; si fuera muy dificil estaría chupado para tí», le dice Antony Hopkins al personaje de Cruise en Misión Imposible 2 (John Woo, 2000).
Tom Cruise vio en Brian de Palma, afamado director de muy dilatada e irregular carrera, que venía de firmar la obra maestra «Atrapado por su pasado»(Carlito’s Way, 1993), la oportunidad de aunar prestigio autoral y solvencia narrativa en un cine de gran espectáculo para todos los públicos. Juntos entregaron el primer capítulo (Misión Imposible, 1996) de la franquicia, con muy buenos réditos en taquilla.
El director chino John Woo le dio un aire notablemente distinto a la saga (Misión Imposible 2, 2000), más cálido y alejado del arsenal tecnológico de la primera. Ya la secuencia de obertura sitúa al protagonista en contacto con la naturaleza, suspendido de manera inverosímil sobre el vacío en las Montañas Rocosas, lo que inicia la inclinación por las alturas y la carencia absoluta de vértigo que manifiesta Cruise, de la que hará gala -de la que abusará, habría que decir- en los subsiguientes capítulos. Con Woo se suceden las escenas de acción en un proceso de depuración estilística que terminará por hacer indistinguibles unas películas de otras.
J.J. Abrahams, en la cresta de la ola como director de series televisivas de gran éxito, fue el encargado de orquestar las espectaculares coreografías de fuego y destrucción sin sangre, marca de la saga en Misión Imposible 3 (2006). Los saltos de altura, no precisamente con pértiga, en esta ocasión tenían a Shanghai por escenario, colocando el listón a un nivel que parecía insuperable.
Lo parecía, pero no lo era. Brad Bird, el director de Pixar y ganador de dos oscars de animación, ha sido el encargado de conducir a puerto las nuevas aventuras del super agente Ethan Hunt. En su momento álgido -quizás el único por el que vale la pena ver esta película en el formato gigante IMAX – el intrépido espía se encarama a las acristaladas paredes del Burj Khalifa de Dubai, el edificio más alto del mundo, el doble de alto que el Empire State Building de Nueva York. Por qué y para qué, no es relevante, ya saben, engañar al malo. La tecnología avanza y a las toscas ventosas de la primera misión le sustituyen unos guantes mágicos… que también se estropean.
Tomadas en pequeñas dosis, secuencia por secuencia, las imágenes de Misión Imposible 4 son muchas veces subyugantes, impresionantes, apabullantes. Durante más de dos horas, el espectáculo termina por emborrachar tanto como un viaje en montaña rusa. Pero a eso le llaman en estos tiempos «cine de acción».
RECOMENDACIONES
Criadas y señoras, de Tate Taylor. Denuncia la semiesclavitud en el Mississippi de los años 60, las relaciones clasistas y racistas (entre mujeres) en un tono ligero y amable. Demasiado amable.
Katmandú, un espejo en el cielo, de Icíar Bollaín. Apunte biográfico de una buena samaritana, idealista entregada a la causa de la educación de niños pobres en el corazón del Himalaya, sin fuerza ni emoción, tan plana y correcta como un reportaje de National Geographic.