El 29 de marzo se ha convocado una Huelga General, -la séptima de la democracia y la primera al actual gobierno del PP-, contra la agresión generalizada de los derechos laborales que supone el RDL 3/2012, en vigor desde el 12 de febrero. Las medidas que en él se recogen son tantas y tan reaccionarias que nos retrotraen decenas de años atrás, borrando de un plumazo la mayoría de las conquistas sociales que ha conseguido la lucha del movimiento obrero, con un gran sufrimiento personal y colectivo, es una huelga por la dignidad y por un futuro mejor..
No pretendo analizar exhaustivamente el contenido de estas medidas, que han sido objeto de múltiples y rigurosos estudios, sólo incidir que ataca todos los aspectos de las relaciones laborales y la protección social: entrada, permanencia, salida del mercado de trabajo, negociación colectiva, prestaciones al desempleo. Y afecta a todos los colectivos: activos, parados, jóvenes y mujeres. Esto se hace, con una legislación muy deteriorada después de múltiples reformas, la última la de 2010 con el Gobierno de Zapatero.
Su objetivo es claramente clasista: se pretende desde la derecha, aprovechando la crisis creada por ellos, con más de cinco millones de personas en paro y el miedo al futuro que atenaza a la sociedad, retomar el poder hegemónico del capital en la empresa y fuera de ella.
Tampoco se ha hecho solamente al dictado de Bruselas, como nos intentan vender, sino que responde a las aspiraciones largamente acariciadas por los empresarios que pretenden sobrevivir a base de mano de obra barata, sumisa y disponible a su capricho, como lo demuestra el que al día siguiente del la promulgación de Real Decreto, se han puesto manos a la obra rebajando salarios, despidiendo personal sin causa y con 20 días por año en lugar de 45, o cambiando las condiciones de trabajo de los que según ellos, tienen la suerte y por tanto deben de estar agradecidos de tener un empleo.
Las mujeres vamos a ser particularmente afectadas, al tener el empresario el poder unilateral para modificar las condiciones de trabajo e inaplicar los convenios colectivos con relación a jornada y horarios, que en muchos casos nos va a obligar a volver nuevamente a casa, ante la imposibilidad efectiva de conciliación, acentuando las desigualdades en el ámbito laboral. Quizá de eso se trate, cuando hay crisis económica, es la mujer la que paga el mayor precio. Me viene a la memoria el fascista Fuero del Trabajo de 1938, al que quizá la derecha más recalcitrante añore, cuando recoge: «el Estado en especial prohibirá el trabajo nocturno de las mujeres, regulará el trabajo a domicilio y libertará a la mujer casada del taller y de la fábrica».
El RDL choca frontalmente y desprecia el II Acuerdo para el empleo y la negociación colectiva firmado por la CEOE y los sindicatos CCOO y UGT unos días antes del RDL, acuerdo durísimo que asume una importante pérdida real de poder adquisitivo en el periodo 2012-14, que se une al ya sufrido en años anteriores, además de cambiar la estructura salarial y aumentar la flexibilidad interna en la empresa, sacrificio de los trabajadores y trabajadoras y responsabilidad extrema de las organizaciones sindicales que no se ha dignado tener en cuenta el gobierno Rajoy.
En este contexto, me pregunto si no será necesaria su revisión, dado el incumplimiento flagrante de una de las partes firmantes: la patronal, que no ha dudado en olvidarse del Acuerdo y aplaudir la reforma también en lo que contradice al mismo.
Los ataques a los derechos laborales van unidos a las descalificaciones efectuadas por los medios de comunicación de la derecha -que son la mayoría-, a las organizaciones sindicales de clase, poniendo en duda su representatividad y legitimidad, para tener más fácil el seguir tomando medidas como recortar el derecho de huelga.
Esta situación, que no es sencilla, no puede llevarnos a la resignación o el conformismo; necesitamos más que nunca la mayor alianza posible entre los sindicatos de clase y el resto de la sociedad: partidos políticos, movimientos sociales, etc. siendo todas las partes generosas en sus actitudes y planteamientos, para conseguir vencer al miedo el 29-M y seguir avanzando en un gran movimiento social que no finalice en esa fecha, sino que sea el comienzo de una etapa en la que, con las movilizaciones necesarias, consigamos rectificar y anular estas medidas y frenar las que puedan venir.
Es momento de reforzar la militancia política y sindical, de contar con los trabajadores y trabajadoras, tanto cuando hay que movilizar como para firmar acuerdos, de recobrar la confianza social y la credibilidad en muchos casos perdida.
La izquierda, política y social, tiene un reto importante, la de perfilar y construir mejor una alternativa al pensamiento único existente para que otro modelo social vaya avanzando y ganando terreno con una salida progresista a la crisis.
Miembro de la Ejecutiva Confederal de CC.OO