En este día mundial de homenaje a la lucha por la tierra y los derechos de los campesinos, que se celebra en recuerdo del asesinato de decenas de campesinos y campesinas del Movimiento Sin Tierra en ElDorado dos Carajas el 17 de abril de 1996, el eurodiputado de Izquierda Unida ha solicitado a la Comisión Europea «que declare el territorio europeo como territorio libre de transgénicos, prohibiendo la plantación de este tipo de cultivos que ponen en serio riesgo la sostenibilidad y perdurabilidad de las pequeñas y medianas explotaciones agrícolas».

Para ello, el europarlamentario de Izquierda Unida solicitó a la Comisión Europea (CE) que al igual que ya han hecho países como Francia, Alemania o Hungría, prohiba la plantación de cultivos transgénicos a escala comercial y a cielo abierto en todo el territorio de la Unión, como única medida efectiva para evitar el aumento constante de este tipo de cultivos en los suelos agrícolas europeos.

Meyer denunció ante la Comisión la «imposición por la vía de los hechos» de este tipo de cultivos ya que «la coexistencia entre cultivos transgénicos y tradicionales es imposible debido, principalmente, a la imposibilidad de controlar el cruce de cultivos naturales con los modificados genéticamente a través de la polinización derivada del cultivo al aire libre y a gran escala».

«Desde Izquierda Unida siempre hemos alertado de las nefastas consecuencias sociales, sanitarias, económicas y medioambientales de los cultivos transgénicos: grave pérdida de fertilidad de los suelos, deterioro de la calidad de los alimentos con efectos pernicioso para la salud, incremento de la necesidad del uso de caras sustancias químicas degradantes de los suelos agrícolas y, al estar los cultivos orientados a la alimentación de los animales, y con la actual regulación europea, la imposibilidad de controlar su entrada en la cadena alimentaria», señaló Willy Meyer.

Los organismos genéticamente modificados fueron presentados en el pasado como la gran solución para el hambre del mundo y, actualmente, al hecho de que el 98% de estos se concentren en el algodón, la soja, el maíz y la colza, cuya principal finalidad es la producción de agrocombustibles y la alimentación de animales, se une el rechazo mayoritario de las asociaciones de agricultores y ecologistas así como de la inmensa mayoría de la ciudadanía.

España es el mayor productor de la Unión Europea de cultivos modificados genéticamente a escala comercial, siendo el país con la legislación más laxa al respecto.

Asimismo, el eurodiputado solicitó a la CE la identificación de todos los cultivos transgénicos existentes en la Unión Europea y la creación de un mapa que permita a los agricultores y agricultoras europeas conocer el riesgo que corren sus cultivos tradicionales de ser contaminados.

«La existencia de cultivos transgénicos afecta potencialmente a toda la población y aleja a los estados europeos de la necesaria senda de la Soberanía Alimentaria, por ello es necesario que la Unión Europea declare su territorio libre de cultivos transgénicos lo antes posible «, concluyó Meyer.