Ay, Derecha rampante!: Cada vez que me hablas de la necesaria estabilidad del sistema y de las catástrofes que causamos los que no somos como tú, me acuerdo de tus desmanes: Desde 1.978 se ha producido un gigantesco saqueo del patrimonio público –Repsol, Telefónica, Endesa, Seat, Argentaria, Tabacalera, Retevisión, Iberia, Hispasat etc.- protagonizado tanto por gobiernos conservadores como socialdemócratas. Ahora vas a por Aena, Correos, Loterías, Paradores Nacionales, Puertos y otros bienes públicos, sin contar con las privatizaciones y externalización de servicios que vienen realizando el resto de las administraciones a todos los niveles.
Por encima de la corrupción con nombres y apellidos, que sirven a diario, como bazofia intoxicadora y desmoralizadora, tus medios de comunicación, está la corrupción “legal” de este saqueo, que no tira de cajeros automáticos sino del B.O.E. Pero no aparece tanto en las páginas de los periódicos porque ocultas el drama tras las miserias y bufonadas de los corruptos folletinescos.
Hay muchas batallas a librar, claro. Una de ellas es asumir la importancia de la organización y de la unidad de los que comprenden que sus intereses son antagónicos e incompatibles con los de nuestros autoproclamados amos y señores.
Y para mejor comprender y asumir esta incompatibilidad de intereses hay que acudir también a la confrontación ideológica en el seno de la sociedad civil, a ver si la movilización y organización de los trabajadores y en general de todas las víctimas de esta crisis se orienta, de manera clara y contundente, hacia la transformación social.
¡Menuda trabajera! Debatir en cada centro de trabajo, en cada asociación popular, en cada asamblea,… para que un hipotético triunfo electoral no se convierta en un espejismo y no deje a los trabajadores y capas populares desarmadas ante la segura reacción de los enemigos de clase (lo digo, reafirmándome en el concepto, porque hasta lo dice tu Georges Soros) cuando sientan peligrar sus privilegios. En definitiva, que tendremos que unir la contienda electoral con la lucha social y política.
La unidad democrática y popular, que consideran imprescindible no pocos rojos de los que preconizan la ruptura democrática, debe enraizarse en la movilización popular, en las luchas cotidianas, en las marchas de la dignidad, en las batallas contra los desahucios, en las luchas reivindicativas de la clase trabajadora (que resulta que sí existe) y del pueblo en general. De lo contrario, no serviría de mucho una hipotética victoria electoral.
El triunfo en las urnas puede derrotar, en ese espacio electoral, al bipartito PP-PSOE. Y darles un susto a los empresarios que ya pregonan descaradamente la “grosse coalition”. Pero para que ese deseado resultado dé paso a un proceso constituyente e instaure una república democrática con posibilidad de consolidarse, es imprescindible la unidad y la organización más amplias entre todas las fuerzas que se lo curraron y los que la votaron, en el marco de una movilización general siempre orientada hacia la transformación social, o sea, que necesitaremos una nueva cultura, un nuevo pensamiento, unas nuevas y renovadas ilusiones, un nuevo sentimiento colectivo de justicia social, y el convencimiento de que podemos acabar con tanta humillación como podredumbre, de que pueden cambiar (para mejorar, que el otro camino ya nos lo conocemos) las condiciones de vida, de manera especial la de los más desfavorecidos, de que, en definitiva, otra sociedad es posible… nucleada por una ciudadanía crítica, con criterio y capacidad de movilización y con valores distintos a los que tú nos has inculcado en estos últimos años. Necesitaremos una campaña de alfabetización política y social para los que no se sentían ni de abajo ni de izquierdas ni politizados, a ver si salimos de tus –todo hay que decirlo- eficaces engañabobos.
Me va a faltar tiempo para estar en tantos frentes.