Ciertos acontecimientos me inducen a pensar en una especie de “suicidio colectivo de clase” existente dentro de la actual fase de la lucha de clases en las que nos encontramos. Quizá por eso vamos perdiendo. Tal es el caso del atraco perpetrado el pasado 28 de noviembre a una entidad bancaria de Vigo, asalto saldado con la muerte del propio atracador y una mujer policía.

El atracador. Enrique Lago, alias “el Escayolista”, sufrió dos veces la Transición. Pertenecía a la quinta del 62, aquella arrasada por el caballo y la crisis. Fue atracador en plena movida viguesa, en los años ochenta del felipismo, cuando Tierno Galván bramaba «¡Rockeros: el que no esté colocado, que se coloque… y al loro!» en plena movida madrileña. Siguiendo fielmente el eslogan ejerció de atracador y drogadicto, dos profesiones que casi siempre iban unidas y sufrían overbooking por exceso de ocupación. Salió del talego en 1994 y consiguió rehacer su vida, hasta que se topó con la Segunda Transición. La crisis del ladrillo arruinó su negocio de impermeabilización, estaba buscando comprador para su casa y padecía un cáncer de hígado terminal. Apuntando a los empleados de banca con una pistola del calibre 9 Parabellum repetía: “Si seguís mis indicaciones bien, pero si no os voy a matar. Quiero que lo tengáis claro desde el primer momento”.

La cajera. B. S., trabajadora de Abanca, tiene cuarenta y nueve años de edad, trabaja desde hace treinta en entidades bancarias y ha sufrido treinta y cuatro atracos. Un historial insuperable, y un gafe de manual. Padeció los años ochenta de la papelina, el mono y dar el palo, pero desde el otro lado del mostrador. Hasta tres atracos en la misma semana llegó a sufrir en aquellos tiempos. Restaban dos horas para el inicio de sus vacaciones cuando un hombre disfrazado se presentó en su oficina para pedir cambio. Un simple vistazo al verle traspasar la puerta fue suficiente para susurrar a su compañera: “Vete inmediatamente. Sal y llama a la policía”.

La policía. Vanessa Lage, miembro de la Unidad de Prevención y Reacción, nació en 1976, el mismo año en que el Ministro de la Gobernación Manuel Fraga sentenciaba: “La calle es mía”. Un año antes del atraco, el 20 de noviembre del 2013 (fecha insigne), fue elegida para representar a su comisaría en la inauguración de una nueva sede. Ella misma entregó una corona de flores al actual Ministro de Interior para homenajear la memoria de los caídos en acto de servicio. Ni ella ni sus compañeros portaban chalecos antibalas debido a los recortes ministeriales en el presupuesto. “Cálmate, no pasa nada”, dijo antes de caer abatida por los disparos del atracador que trataba de huir apuntando a una rehén.

El ministro. Jorge Fernández Díaz, Ministro de Interior, es el artífice de la Ley de Seguridad Ciudadana, popularmente conocida como “Ley Mordaza”, con la que humildemente pretende imitar a Heinrich Himmler. Antes del asalto y después de los recortes, el presupuesto no alcanzaba para chalecos antibalas (tras el atraco se anuncian para 2015). Tiene el honor de haber conseguido que en las familias de los policías dichos chalecos se hayan convertido en regalos apreciados, porque amplían las posibilidades de regresar a casa con vida. El ministro telefoneó al subcomisario herido y convaleciente en el hospital para transmitirle el total apoyo del presidente del Gobierno y de todos los miembros del Ejecutivo. «Todos estamos contigo», le aseguró.

El banco. El atracador había conseguido un botín de 120.000 euros en el asalto a la oficina de Abanca, entidad resultante de la venta de NovaGalicia Banco, que a su vez provenía de la bancarización de Novacaixagalicia, la caja nacida de la fusión de Caixanova y Caixa Galicia. El rescate de NovaGalicia costó 9.000 millones de euros al erario público, y fue regalada a Banesco por 1.003 millones. La Comisión Rectora del FROB ha trasladado a la Fiscalía las irregularidades detectadas en al menos siete operaciones de Novacaixagalicia, con un perjuicio económico de 600 millones de euros. Nueve exconsejeros y altos directivos de la caja están imputados por la Audiencia Nacional, después de haberse adjudicado indemnizaciones y planes de pensiones por valor de 42 millones. Los hechos demuestran que sus exdirectores, Julio Gayoso y José Luis Méndez, eran los mayores atracadores de la historia de Galicia. En los tres primeros trimestres del año Abanca ha logrado un beneficio de 342 millones de euros. Y, sin embargo, está inmerso en pleno conflicto con los trabajadores a los que la dirección plantea recortes, menores salarios y la ampliación de la jornada laboral.

En la puerta de la entidad, en una escena propia de un filme de Tarantino, cuatro policías y un atracador se descerrajaron cincuenta balazos a bocajarro, con el resultado de dos personas muertas, dos heridas, varios cajeros traumatizados y el dinero recuperado. Si hubiesen tenido tiempo de razonar, o intenciones de hacerlo, sentirían la solidaridad que sólo la precariedad y la explotación laboral proporcionan. Entonces los empleados de banca abrirían la caja para hacer el reparto con el escayolista y los policías. Después planificarían cómo ajustar cuentas con los ejecutivos/delincuentes del sector financiero, con los políticos que apoyaron la fusión de las cajas, con el Consejo de Ministros y con una buena colección de escoria que se siente élite social. Porque….

— Y digo yo… ¿aquí no haría falta una Revolución?
— Y luego, ¿por qué me lo preguntas?