Visto a posteriori sólo cabe admirarse de la jugada del PSOE en Andalucía. En un solo movimiento valida lo que todo el mundo sospechaba, que el resultado del PP de 2012 fue un espejismo temporal, de paso se libra de IULV-CA y le corta el vacilón a Podemos. Es cierto que la nueva situación del Parlamento de Andalucía es complicada pero más lo era la anterior, con IULV-CA poniéndose difícil y cuando se avecinaban unas municipales en las que el PSOE corría el riesgo de verse relegado al tercer puesto. El movimiento era arriesgado pero queda claro que era el más racional, dar la primera batalla en el terreno que le era más favorable. Y le ha salido bien porque, como sabe Maíllo, la fortuna sonríe a los audaces. Afrontarán las previsibles dificultades que se avecinan con la moral bien alta.

La audacia, en cambio, llegó demasiado tarde a la izquierda transformadora en el gobierno andaluz, prisionera de sus miedos y complejos. En esta misma columna, mientras se negociaba tras el resultado de las elecciones de 2012, me permití opinar que si IULV-CA conseguía meter en el gobierno andaluz al bloque social implícito que había derrotado al PP en las urnas el resultado electoral se convertiría en una oportunidad real de cambiar las cosas, no sólo en Andalucía sino también en toda España. Hay quien piensa que la entrada en el gobierno fue un error, pero a mi entender el error ha sido haber entrado solos. Porque la renuncia a hacer emerger y crecer al bloque social alternativo y a supeditar a ello la acción de gobierno ha sido la que nos ha aislado. En el documento fundacional de Convocatoria por Andalucía, en 1984, se decía “la gravedad de la crisis y la desarticulación social exigen un compromiso y un protagonismo de grupos y sectores sociales que va más allá” de nuestras estructuras. Por eso se afirmaba que la política que defendíamos era posible si se basa en el apoyo y el protagonismo popular: en una actitud en la que la participación activa sea el eje de la vida pública. Hacer esto era mucho más difícil y contradictorio que gestionar bien, incluso muy bien, las limitadas parcelas que nos habían tocado, pero era lo único que tenía sentido político. Especialmente cuando el régimen en crisis se defiende emitiendo sin parar anticuerpos desmovilizadores.

Todavía son muchos los que piensan que viven en un mal sueño del que más pronto que tarde despertarán lo que prueba que la dominación ideológica sigue operando. La crítica social se dirige a una parte de la superestructura política pero no a la base económica del sistema. ¿Podemos prever si se producirá, y cuando, un estallido? Como decía el últimamente muy manoseado Gramsci, en realidad sólo se puede prever la lucha; se “prevé” en la medida en que se actúa, en que se aplica un esfuerzo voluntario y con ello se contribuye concretamente a crear el resultado “previsto”. Hay que volver a construir la casa mil veces destruida a la que se refería, premonitorio, el vídeo de la campaña. Es el tiempo del voluntarismo y la generosidad sin atajos ni ingenuidades.