“Pongamos que hablo de Madrid” (Joaquín Sabina)
“El cambio político vendrá de la fuerza que seamos capaces de desplegar en la lucha de clases, para romper con la lógica del capitalismo y acabar con el dominio de los grandes bancos y los grandes poderes económicos… Los millones de trabajadores y jóvenes que nos hemos movilizado estos años no queremos más de lo mismo, pero con nuevas caras. Queremos una ruptura real … para poner en práctica, y no sólo en discursos, las aspiraciones de millones para transformar la sociedad”. (Declaración del II Encuentro GanemosCCOO, 5 de Diciembre de 2015).
Pues sí, Derecha televisiva, yo, en lugar de tragarme tus publicidades mediáticas, voy compartiendo, con voluntad de explorador que recorre continentes variopintos, los lugares y circunstancias en los que la plebe intenta organizarse: Unas veces para sacar nuevos resultados electorales otras para sacar resultados de lo que ya ha conseguido mediante laboriosos procesos de confluencia, convergencia o unidad popular.
De estrategias electorales entiendo poco. En cambio, de escenarios entiendo algo más y, por haber estado sobre muchos tablados, tengo la costumbre de mirar al público para hacerme una idea de cómo va resultando la función. También tengo la deformación “profesional” de contemplar el quehacer sociopolítico humano como un “Gran Teatro del Mundo”, no por desprecio al quehacer sino por admiración ante el espectáculo. (Nota supuestamente culta: Quizás estoy influenciado por los “situacionistas” como Guy Debord).
El caso es que asistí a una reunión de celtíberos del común con representantes municipales para abordar un tema de mucha enjundia: la organización de una Cabalgata de los Reyes Magos. Llevaban los vecinos cuatro años sin Cabalgata porque las autoridades de entonces no habían otorgado las ayudas necesarias para que las entidades vecinales de toda edad y condición pudieran alquilar unas carrozas y que el cortejo cumpliera con las expectativas convencionales de toda cabalgata que se precie, entre las que no se puede prescindir de un adecuado número de kilos de caramelos que son arrojados a la multitud que se agolpa al paso de la comitiva con los paraguas abiertos del revés para recoger el maná (sin gluten) espurreado. Durante esos cuatro años, la creatividad vecinal y/o las ocurrencias no habían logrado superar la falta de subvención institucional. No había “guita” para tanto panem et circenses en según qué periferias de la ciudad.
Pero, las autoridades habían cambiado de color y un nuevo gobierno escuchaba las expectativas vecinales. Quizás por mejor vertebrarlas ya había tomado la decisión más importante: Este año habría Cabalgata. Quedaba fuera de discusión que una “tradición” tan importante pudiera ser reciclada. También se quedaba fuera de discusión el tan cacareado presupuesto participativo: Las autoridades ya habían decidido gastarse todo el presupuesto disponible en contratar las carrozas reales (o sea, las de los Reyes) y exhortaba a la participación de los que quisieran integrarse en la comitiva recurriendo a sus propios medios.
Supongo que al hablar de recursos propios, el representante de las autoridades se refería (genéricamente) al know how vecinal y a la creatividad social, pero los celtíberos asistentes sólo veían el problema de la financiación. Los más convencionales presionaban a las autoridades con encendidas proclamas sobre la tradición, sobre la festividad infantil y sobre la frustración de no poder participar por la falta del maldito “parné”. Queremos pero no podremos, decían, lo que tampoco les evitó entrar en una intensa discusión sobre el itinerario a recorrer, ya que las autoridades, con un comodísimo espíritu participativo, querían que los vecinos propusieran el recorrido ideal para que nadie se sintiera defraudado. La Cabalgata adquiría, por momentos, la perspectiva heroica de una Larga Marcha maoísta.
Hubo un tímido intento de recomponer la situación, sustituyendo la Cabalgata por una ceremonia de Recepción de sus Majestades pero, como señalaron inmediatamente las autoridades, el gasto ya estaba comprometido y no se podía dedicar a otra cosa que no fuera el alquiler de las carrozas. ¡Maldito proceso administrativo! ¡Maldita burocracia! -clamaban los partidarios de la caravana subvencionada-.
Terminó la reunión con orden pero sin concierto y me hice el firme propósito de no perderme el evento si se realiza como pinta la situación: Tres carrozas, una charanga y un dragón –cortesía de la comunidad china asentada en el ecosistema- deambulando por un territorio de 770,28 hectáreas y repartiendo 600 kg de caramelos (a 1,28 Kg. por hectárea) es la imagen misma de la España corta y recortada y de las herencias recibidas que nos hipotecan la ilusión y hasta la inteligencia.
Pero no nos doblegaremos ante nuestra propia pobreza. Cuatro años empleó Joaquín Navarro en adquirir el conocimiento y el prestigio que le convirtieron en líder del Sindicato de Transportes y en pieza a cobrar de los pistoleros que ejecutaron la matanza de Atocha. Lo recordó a unos oyentes emocionados en el II Encuentro de GanemosCCOO, el pasado día 5 de diciembre. Tenemos que encontrar nuestro tiempo para crear otro mundo… y los caramelos (si es que son necesarios) vendrán por añadidura.