Obras: Cargamento de sueños/ El hermano
Autores: Alfonso Sastre/ Medardo Fraile
Intérpretes: Miguel Ángel Muñoz, Gary Piquer, Ana Carlota Fernández, Ana Fernández e Irene Pozo
Director: José Luis Garcí
Producción: Teatro Español
Función: Teatro Español (Madrid) el 28 de febrero de 2016

Como un homenaje al grupo Arte Nuevo, que desarrolló su actividad teatral en Madrid entre 1945 y 1949 (fecha en la que se publica un volumen con quince obras del mismo), se presentan estas dos piezas cortas que pretenden ser una muestra representativa de este intento por hacer un teatro vanguardista en la España fascista de la inmediata posguerra. Cargamento de sueños dibuja una escena simbolista, cuya acción dramática procede del conflicto existencial de unos personajes agónicos que se encuentran al límite de sus fuerzas vitales. El hermano, por el contrario, insinúa un drama social a partir de una escena costumbrista.

La discrepancia inicial de estéticas entre ambas obras queda resuelta por una dirección atenta fundamentalmente a crear una atmósfera de desolación que consigue no solamente mediante una cuidada realización de detalles, luces, sonidos y efectos sumamente expresivos, sino con la premeditada elección de una forma de diálogo, minuciosamente controlada, que establece un tempo y utiliza pausas significativas efectivas para reconstruir los estados de ánimo que constituyen el objeto de representación de los dos textos. Gracias a esto, es posible percibir el sentido histórico que tuvieron estas obras que, entonces, planteaban una problemática específica y que, después, se ha generalizado. Sin embargo, la dirección altera notablemente las dos piezas al insertarles finales distintos a los que tenían. En Cargamento de sueños, además de reducir a tres los personajes, cambia completamente el final haciendo que la delirante escena de Man con que se cierra la obra, atormentado por haber matado a la mujer que quiere (Frau) y por haber perdido todo su mundo, se transforme en un reencuentro feliz con ella. En El hermano también hay una modificación del final. Después de la cena, Lucía (la hermana) y Pedro (el hermano) discuten: ella está embarazada (en el lenguaje de la época: “estoy mala y no puedo seguir aquí”) y ha sido abandonada por el novio. Pedro pretende buscar al joven pero ella no quiere. En la pieza, él queda solo después de que todos se han retirado a sus habitaciones. En la versión de Garci, Lucía abre la puerta de su cuarto, mira a Pedro y con un gesto ambiguo vuelve a cerrarla ampliando la intriga.

Las dos obras funcionan hoy con ciertos desajustes propios de las respuestas que suponían a la problemática estética e ideológica de la época: por ejemplo, la “habitación humildísima” que señala la acotación inicial de El hermano y que contrasta con los escenarios del teatro imperial y la comedia de costumbres que dominaban en el primer franquismo, no provoca el contraste que entonces debió producir. Al igual que la extrañeza simbólica de Cargamento de sueños, y que tuvo que desconcertar al público de 1948, no lo hace ahora. Con todo, estos dos montajes, además de servir como una interesante manera de conocer la historia del teatro español, aportan la posibilidad de reconstruir la sensibilidad de un tiempo histórico, las formas en que se materializó en ese tiempo la vida social. Además, su manifestada consciencia de estar haciendo teatro dramático revela las posibilidades que, para el público, tiene aún enfrentarse a conflictos descarnadamente humanos expresados de dos maneras muy diferentes.

La contenida interpretación ayuda a esta idea de reconstrucción del tiempo: ajenos al espectáculo, hecha de espaldas a la dinámica de llenar con acciones la situación dramática, los actores y actrices son medios para mostrar estados y, por ello, incluso en las faltas de distinción en que cae Miguel Ángel Muñoz sirven a la unificación de las dos piezas.