La guerra siria ha entrado en nuestros hogares. Desde hace unos meses, la opinión pública europea descubre asombrada la intensidad de los combates y los feroces bombardeos que los sirios llevan padeciendo… desde hace 5 años.
Cinco años hace ya que empezó la carnicería siria, al albur de las “primaveras árabes”, ¿se acuerdan?, ese reguero de revoluciones que sacudió el norte de África deponiendo a todos los liderazgos regionales que se habían vuelto incómodos para occidente.
En algunos casos como Túnez, los opositores locales se bastaron para derribar al Gobierno, en otros como Egipto, hubo que revertir mediante un golpe de estado el rumbo tomado por el país, en otros como Libia hubo que intervenir militarmente para asegurar la victoria de los intereses occidentales… suma y sigue hasta llegar a Siria.
Siria fue de los países en los que, como Libia, el Gobierno contaba con el suficiente poder y apoyo como para no caer solo mediante las protestas, por lo que se subió al siguiente nivel, instigando una revuelta armada para deponer a Al Assad por la fuerza.
Pero al igual que en Libia, la revuelta fracasó, y occidente reaccionó de la misma forma, preparando a la opinión pública (con unas muy dudosas acusaciones de uso de armas químicas, de hecho el asunto se olvidó y ya no se ha vuelto a esgrimir, obsérvese el paralelismo con las “armas de destrucción masiva” de Iraq) para una intervención militar, la solución sería la misma: bombardear al ejército sirio hasta que los rebeldes fueran capaces de derrotarlo.
En el último minuto, las fuerzas de la OTAN dieron marcha atrás, ¿qué provocó este replanteamiento?
El parón de unos ataques que ya estaban prácticamente en marcha no fue fruto de la reflexión, sino un decisión impuesta por el cambio de la correlación de las fuerzas estratégicas en juego: efectivos de la armada rusa de las flotas del Norte y del Mar Negro se desplegaron frente a la costa siria, interponiéndose entre las fuerzas de la OTAN y el ejército sirio. Además previamente los rusos habían dotado al ejército sirio de modernos sistemas de misiles antiaéreos, con capacidad para conectarse a los radares de los barcos rusos. Eso implicaba que los bombardeos occidentales no podrían cegar las defensas sirias sin atacar las embarcaciones rusas, algo descartado por razones obvias.
Por lo tanto, la aviación occidental habría tenido que operar frente a una defensa antiaérea bien equipada y sin su habitual superioridad tecnológica, lo que suponía asumir muchos aviones derribados y un número de bajas inasumible ante la opinión pública occidental, se imponía por tanto un cambio de estrategia.
Pero, ¿qué pintan aquí los rusos? se preguntará el lector, bueno, pues lo que hacían los rusos era defender su base naval de Tartus, que es su enclave estratégico en el Mediterráneo. Y aquí hablamos de una base rusa con todas las letras, no es un puerto alquilado, sino que la soberanía de ese suelo se cedió a la Unión Soviética en los años 70, y si a fecha de hoy entras en la base, estás pisando territorio de la Federación Rusa.
En el Kremlin sospechaban que un Gobierno aupado por Occidente no tardaría mucho en revertir dicho acuerdo, privando a Rusia de ese importante enclave estratégico, y reaccionaron defendiendo a quien mejor representaba sus intereses (un par de años después, mediante otro movimiento táctico se intentó arrebatar a Rusia la base de Sebastopol con el mismo objetivo de cerrar su salida al Mediterráneo, con el resultado de una Ucrania partida en dos por otra guerra civil y una Crimea anexionada a Rusia, hay que contemplarlo todo dentro del mismo movimiento estratégico).
Es desde esta óptica desde la que hay que observar la intervención rusa en Siria, que tanto desconcierta al ciudadano occidental al no contar con las claves para interpretarla.
Como bien sabemos, la historia no terminó ahí, ya que el objetivo de derribar a Al Assad seguía en la agenda occidental, y el de mantenerlo, en la agenda rusa.
EEUU optó por una estrategia muy peligrosa pero que ya le había dado los resultados apetecidos en el pasado: financiar, equipar y entrenar milicias locales de la mano de Arabia Saudí… esos grupos con el tiempo se radicalizaron, acabando encuadrados en grupos afines a Al Qaeda y convirtiéndose en el germen del ISIS (recordemos aquí como los talibanes afganos también fueron una creación “made in USA” para combatir a los soviéticos). Estado Islámico al que, oficialmente, se combate, pero al que sobre el terreno se preserva para usarlo de ariete contra las tropas sirias… resulta muy significativo al respecto el silencio occidental sobre la reconquista de Palmira por las tropas gubernamentales, y es que unos islamistas débiles reducen las posibilidades de derrocar a Al Assad.
Pero el fracaso ha ido más allá de la “talibanización” de una parte de la oposición, y es que entre ese sector que la prensa occidental trata de vender como “oposición moderada” tampoco se ha conseguido mantener una mínima coherencia, y los distintos grupos opositores han acabado enfrentados entre sí, dándose paradojas como que tropas entrenadas y financiadas por la CIA han acabado combatiendo contra tropas entrenadas y financiadas por el Pentágono.
Y entre medias, una población civil siria, a la que unos y otros ponen un fusil en las manos para que maten a los que hasta ayer eran sus vecinos, por defender unos intereses geoestratégicos que, en la mayoría de los casos, le son completamente ajenos.
Llegamos así a la actual crisis de los refugiados, cuando la avalancha de sirios amontonándose en las puertas de Europa ha golpeado a una desprevenida opinión pública, en la mayoría de los casos ignorante de los hechos hasta aquí relatados. Puertas de Europa que, en un alarde de cinismo como hacía tiempo que no se veía, mantienen cerradas los mismos gobiernos responsables de haber desatado el infierno del que huyen los sirios que hasta aquí han llegado… que por cierto, son la clase media-alta de Siria, los licenciados universitarios, los profesionales liberales, en definitiva los más acomodados y con posibles económicos, pues son los únicos que se han podido permitir el pagar las prohibitivas tarifas impuestas por las mafias.
Las clases populares sirias se han quedado allí, en su país, atrapadas en el infierno y sin posibilidad de salir. Para ellos, los parias de la tierra, ni siquiera queda la esperanza de ser acogidos como refugiados en occidente, no podrían pagárselo.
Fuente: elzasca.com
Secretario Comunicación PCEx-PCE