Cuando la corrupción reina en el poder económico de este país en que los empresarios compran descarada e impunemente a los que ponen el cazo y miran a otro lado a cambio de recalificar terrenos o adjudicar contratos millonarios fantasma, como bien sabe el PP de la Comunidad Valenciana, o el de Madrid o el de Baleares… cuando se criminaliza gratuitamente a los afectados por la pobreza, el paro, a los sin-techos… a los que se organizan para luchar, para defender los derechos colectivos, como el derecho a huelga, el derecho al trabajo, o el derecho a una vivienda o el derecho a la información, pequeñas historia de la vida cotidiana, de la clase trabajadora, la juventud sin futuro, de los parias de la tierra demuestran que en este país no todo se compra ni se vende. Que la dignidad no tiene precio.

La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), junto a los vecinos del madrileño barrio de Arganzuela, lograron parar el desahucio de Cristian González, su pareja, el hijo de 4 años y la hija de 6. Bankia les quería echar de la casa, pero la PAH que se movilizó una vez más y la respuesta vecinal, que en este caso contó con el apoyo de la concejalía correspondiente, consiguieron paralizar temporalmente el desahucio. De momento Cristian y su pareja han tenido un juicio con una multa de 490 euros cada uno por usurpación de vivienda.

El único dinero que entra en ese bajo de Arganzuela son 500 euros de la Renta Mínima de Inserción (RMI) para pagar los gastos de toda la familia. Un regalo de 4.500 euros, justo ayer, el día del cumpleaños de Cristian, hubiera sido un gran presente. Pudo serlo. Ayer al salir de casa, encontró en el portal un maletín con una cartilla bancaria y el pin secreto de la cuenta que contenían ese dinero, además de un montón de documentación… incluido licencia de obras, seguro del coche, etc. Cuando Cristian vio lo que había dentro llamó a la policía para que pasara a recogerlo. La policía, una vez revisado el contenido comprobó que el dinero y el resto de la documentación del maletín era de un vecino del edificio, entregándoselo a la presidente y felicitando la honradez y valía de ese vecino ocupa que subsiste con su familia con 500 euros mensuales, esperando la respuesta a una petición de una vivienda de protección oficial solicitada hace años y, tristemente, también de una próxima carta que les vuelva a comunicar la fecha en la que tendrían que desalojar el piso donde viven. Pobres pero honrados, porque en este país no todos son ministros Sorias con papeles en Panamá, de los que ni se acordaban, ni ex ministros Cañete, ni Botín, ni el rey jubilado con negocios en Arabia Saudí o familiares directos o consortes en el banquillo de los acusados. Los pobres no tenemos puertas traseras, ni cuentas en paraísos fiscales, pero sí dignidad y derechos que la Constitución reconoce y el poder económico roba. Dignidad y razones para seguir luchando.