El 30 de abril de 1975 terminaba la guerra de Vietnam con la primera derrota en la historia de la primera potencia imperialista del mundo, Estados Unidos. Las bajas de soldados muertos de EEUU no llegaron a 60.000, los vietnamitas perdieron a más de 1 millón de soldados y 2 millones de civiles, que aún siguen muriendo por el efecto del armamento químico utilizado (defoliantes como el agente naranja). En el análisis de las causas por la cual EEUU fue derrotado, destaca con fuerza la pérdida de la guerra informativa; la opinión pública de EEUU pero también la del ámbito internacional, percibió la guerra como lo que era: una guerra imperialista donde se estaba masacrando a un pueblo que heroicamente luchaba contra el colonialismo y defendía el derecho a su soberanía nacional y su autodeterminación. Dicen que fue la primera guerra televisada y habría que añadir que seguramente la última ya que las posteriores, que ya no solo son televisadas sino además superretransmitidas por las redes de comunicación social, reproducen como guerra mediática lo que en el terreno de batalla se está librando como una guerra común. La gran movilización cívico-popular contra la guerra de Vietnam, que posteriormente fue amplificada en las movilizaciones contra la guerra de Iraq en 2003, ha supuesto que las agresiones imperialistas a los países díscolos con su agenda de intereses, tengan que estar revestidas, veladas, por razones de orden moral que justifiquen el daño que se hace en evitar uno mayor. Guerras imperialistas, rebautizadas como guerras humanitarias que persiguen acabar con dictaduras terroristas y genocidas contra sus propios pueblos. Da lo mismo que quien acusa, (EEUU) o sus aliados (Arabia Saudí, Turquía…) tengan peores prácticas en democracia y en DDHH que los acusados. Es una batalla por ganar la mente y los corazones de las gentes a las que hay que convencer de quién es el malo y por tanto publicitar, con imágenes, constantemente maldades del enemigo que se quiere destruir.
La guerra en Siria no habría existido sin el apoyo prestado por EEUU y las principales potencias otanistas (Israel, Turquía, Arabia Saudí, Qatar, Jordania…) a las distintas milicias salafistas, en sus distintas versiones, que van desde el universo de los Hermanos Musulmanes, pasando por Al-Qaeda hasta el Estado Islámico. Es por tanto una guerra contra Siria, que apoyándose en los conflictos internos y en las movilizaciones populares que estallan allí como en otros países árabes, tiene como objetivo acabar con un sistema político declarado como enemigo por EEUU e Israel desde que en 1963 una revolución popular llevó al poder al Partido Baath Árabe Socialista.
Para alimentar la guerra, además de enviar tropas mercenarias, armas, apoyo logístico y financiero, el imperialismo ha construido una narrativa, donde por un lado está el pueblo oprimido y masacrado y por otro la dictadura represiva sustentada internamente en minorías religiosas privilegiadas (minoría alauí frente al pueblo sunní) y externamente por gente de tan mala reputación como Rusia, Irán o Hizbulá. Estaba previsto que el gobierno sirio cayera pronto, pero al no ser así, se ha seguido alimentando la narrativa de demonización del Estado sirio, fundamentalmente acusándolo del uso de armas químicas y de destrucción masiva contra su propio pueblo. Se podrían destacar cuatro episodios o campañas mediáticas internacionales contra el gobierno sirio. La primera la represión de las manifestaciones pacíficas que dieron lugar al inicio de la guerra en 2011; la segunda, la utilización de armas químicas contra civiles en 2013; la tercera en torno a la batalla de Alepo; y el último y reciente episodio de nuevo ataque con armas químicas en 2017. Estos cuatro episodios los vamos a analizar por separado como campañas mediáticas que justificaran la lucha interna y la intervención internacional contra el Estado sirio.
1. Los levantamientos populares y el inicio de la guerra en 2011
A finales de enero de 2011, se creó una página en Facebook llamada “La Revolución Siria 2011” donde se convocaba al “Día de la furia” que se celebraría el 4 y el 5 de febrero, pero según el Time las protestas fueron nulas. Se planificaron nuevas protestas para el 4 de marzo y el 5 de marzo, pero también obtuvieron muy poco apoyo. La corresponsal del periódico Time, Rania Abouzeid, atribuyó el fracaso de un apoyo significativo de la protesta al hecho de que la mayoría de los sirios no se oponían a su gobierno. Fue en Daraa, una población del sur de Siria en la frontera con Jordania, donde el 15 de marzo una manifestación de varios miles de personas, cuya principal protesta era la detención de varios adolescentes que hacían pintadas contra el gobierno, fue disuelta por la policía sucediéndose enfrentamientos entre manifestantes y policías.
Casi inmediatamente, el 21 de marzo de 2011, el periódico digital libanés “yalibnan.com”, daba la noticia de que “Siete policías y al menos cuatro manifestantes en Siria han muerto en la continuación de los enfrentamientos violentos que estallaron en la ciudad sureña de Daraa el pasado jueves. Se han incendiado edificios en la protesta como el palacio de justicia y la sede del partido Baas.”
A partir de ese momento en distintas manifestaciones que hay en otros puntos del país, también se producen víctimas, pero un elevado número de ellas son policías. Por ejemplo, el 27 de marzo, RTVE se hace eco de la noticia de que en los dos últimos días han muerto 14 personas en disturbios en Latakia, en el noroeste del país, siendo 10 de ellas policías ( «Al menos 14 muertos en los últimos dos días en la ciudad siria de Latakia») ¿Podemos imaginarnos la reacción de cualquier gobierno de país miembro de la OTAN en una situación donde en una manifestación mueren policías y son quemados edificios? También podemos preguntarnos, cómo con manifestaciones populares en todo el mundo árabe desde Bahrein en el golfo Pérsico hasta Marruecos en el Atlántico, solo aparecieron manifestantes armados en Libia y en Siria.
El Partido Comunista de Siria Unificado, hacía un análisis el 15 de junio de 2011, donde justificaba las movilizaciones populares por la falta de democracia, los excesos de la policía en la disolución de manifestaciones y en el sentimiento popular de cargar con el peso de la crisis por la deriva hacia el neoliberalismo del gobierno. No obstante, advertía que el gobierno había tomado medidas aceptando las demandas más importantes en las manifestaciones (tales como la anulación de las leyes de emergencia, la anulación del Tribunal de Seguridad del Estado o la legalización de las manifestaciones pacíficas) y que el imperialismo estaba tergiversando, falsificando y exagerando los acontecimientos en Siria, porque tenían un interés en derrocar a un Estado que ha desempeñado un papel fundamental en la oposición y resistencia a los planes norteamericanos en Oriente Medio. Advertía también que bandas armadas de terroristas fundamentalistas habían atacado al ejército y a la policía, y habían saqueando instituciones públicas y privadas y soldados y civiles habían sido asesinados.
El informe de la Liga Árabe del 2 de marzo de 2012, completamente hostil a Siria: ( «Cynicism Around Syria») elaborado para presentar al Consejo de Seguridad, menciona los duros ataques del gobierno sirio contra los manifestantes, pero plantea una serie de preguntas acerca de los métodos e intenciones de estos últimos. El informe detalla la “colocación de bombas en edificios, en trenes de transporte de fuel, en vehículos de transporte de gasoil y atentados contra la policía”, llevados a cabo por grupos afiliados al Ejército Sirio Libre. Dice de esta “entidad armada” que atacó tanto a las “fuerzas de seguridad como a los ciudadanos sirios, haciendo que el gobierno respondiera con mayor violencia”.
Mientras tanto, la prensa internacional obviaba, minimizaba o simplemente mentía sobre las grandes manifestaciones de apoyo al gobierno sirio; el 26 de octubre de 2011, 2 millones de sirios se manifestaban en Damasco apoyando al gobierno, el 27 de octubre, cientos de miles en Latakia:
(«Prosiguen masivas manifestaciones de apoyo a gobierno sirio»); el 20 de noviembre se celebra una nueva manifestación masiva de apoyo al gobierno y en protesta por la suspensión de Siria como miembro de la Liga Árabe, la misma noticia informaba de ataques con bombas a edificios gubernamentales en el centro de Damasco: «Masiva manifestación en Damasco a favor del régimen»
El 30 de diciembre los sirios que apoyan al gobierno vuelven a salir masivamente a la calle: («Masivas manifestaciones de apoyo a Bashar Al Assad»).
Este apoyo popular se manifestó en las urnas el 26 de febrero de 2012, cuando el 89% de los votantes con una participación del censo electoral nacional del 59%, a pesar del boicot de la oposición, de la situación de tensión y violencia en las calles, y de clima de guerra existente. La nueva Constitución avanza en las libertades democráticas, acaba con el monopolio de poder del Baaz y sus partidos aliados, también modifica el concepto de economía socialista planificada por el de economía mixta, pero a pesar de ello, la oposición armada no abre cauces de diálogo, sino que se recrudece la lucha armada. El 15 de mayo de 2012 se votan los partidos al Parlamento con una participación del 51’26% sobre un censo de 10.185.019. Finalmente el 4 de junio 2014, Al Asad arrasa en los comicios presidenciales en Siria frente a otros dos candidatos con el 88,7% de votos. Un total 11.634.412 sirios de los 15.840.575 que estaban convocados a votar acudieron a las urnas, lo que supone una participación del 73,42%.
Los hitos de organización de la oposición armada son: El 29 de julio de 2011, se constituye el Ejército Libre Sirio “para derrocar al régimen” y el 23 de agosto, en Turquía, se constituye el Consejo Nacional de Siria, pero éste en realidad ya existía desde 2005 y está apoyada por la organización de “Los Hermanos Musulmanes”.
También se constituye en 2011 el Comité Nacional de Coordinación para el Cambio Democrático, pero éste lo hace en Damasco, y aunque se constituye como oposición que quiere derrocar al gobierno, agrupa a sectores de izquierda y nacionalistas, apoyan la laicidad del Estado y rechazan la violencia y la intervención extranjera, al contrario que el Consejo Nacional de Siria, que alimenta los enfrentamientos armados y pide la intervención militar de la OTAN.
El Frente al-Nusra anunció su creación el 23 de enero de 2012, declarando su lealtad a Aymán al Zawahirí el jefe al mando del grupo integrista salafí Al Qaeda después de la muerte de Bin Laden.
En resumen, había motivos para las protestas populares en Siria al comienzo de 2011, tanto de carácter socioeconómico como de carácter democrático, pero mientras una parte de la oposición apuesta por la presión política y la movilización pacífica de masas, otra parte promueve las acciones armadas y militares. La entrega de armas a través de las fronteras de Turquía y Jordania, para alimentar la “revolución siria” no ha sido ningún secreto. El debate desde el primer momento es qué armas se entregaban y cómo garantizar que estas quedaran en poder del Ejército Libre Sirio y no pasaran al arsenal del Frente al-Nusra (al-Quaeda en Siria). La mayoría del pueblo sirio, manifestada tanto en la calle como en las urnas ha rechazado tanto el carácter violento de las protestas, como el llamamiento a una intervención internacional en Siria, como la deriva sectaria y de fanatismo religioso de los grupos armados del ELS, al-Nusra y similares. No hay una fuerza democrática y laica de amplio respaldo popular que esté luchando armas en la mano contra el Estado de Siria. Allí donde la oposición armada se ha impuesto al ejército sirio no se ha puesto en práctica más democracia sino la dictadura del fanatismo religioso.
2. El ataque con armas químicas en 2013
El 21 de agosto de 2013, poco después de que llegaran un grupo de inspectores a Siria (a instancia del gobierno de Siria) para investigar un ataque químico producido en el mes de marzo, del que el gobierno de Siria culpó a las milicias terroristas del Ejército Libre Sirio (ELS) y estos al gobierno con gran resonancia en todos los medios de comunicación mundial, se volvió a producir otro ataque con gas en las cercanías de Damasco. En ese momento pareció que la historia de Libia se iba a volver a producir con un ataque inminente de EEUU y la OTAN a Siria. Obama calificó lo sucedido como el «peor ataque con armas químicas del siglo XXI» e insistió en que, según los datos que tiene su gobierno, «el régimen de Bashar al Asad fue responsable» del ataque del 21 de agosto. Sin embargo, mientras que EEUU, en la reunión del Consejo de Seguridad no pudo aportar ninguna prueba que demostrara que el ataque había partido del gobierno de Siria, Rusia sí aportó pruebas de imágenes de satélites que demostraban que los obuses habían partido de las zonas controladas por los llamados grupos rebeldes. Ya, en las investigaciones de los ataques en marzo, Carla del Ponte, miembro de la Comisión Internacional Independiente de la ONU de Investigación sobre Siria, señalaba que parecía más verídico que eran los “rebeldes” los que habían atacado con gas venenoso. Arabia Saudí y Qatar manifestaron su apoyo a un ataque internacional a Siria, el presidente francés François Hollande también manifestó su apoyo a un ataque aunque un sondeo, publicado por el periódico Le Parisien-Aujourd’hui en France, mostró que el 64% de los participantes se oponían a dicha intervención. El parlamento británico votó en contra de iniciar acciones militares contra el gobierno sirio, y el gobierno alemán por boca de Angela Merkel manifestó a Obama que había que esperar la decisión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas antes de decidir un ataque a Siria.
La investigación rusa presentada por el embajador Vitali Churkin en la ONU en julio de 2013, reveló que los cohetes de artillería no guiados, que se usaron para lanzar el gas sarín en el ataque al oeste de Alepo de marzo pasado fueron construidos de manera improvisada, siendo el tipo de cohete lanzado «no de un estándar para uso químico». Según los investigadores rusos, estos cohetes hechos de manera improvisada por los rebeldes en talleres sobre el terreno y usados también de manera improvisada para lanzar armas químicas son del tipo Bashair-3, que según informes de inteligencia empezaron a ser fabricados en febrero de este año por la llamada brigada Bashair al Nasr del Ejército Libre de Siria.
El 14 de septiembre, el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, y su homólogo ruso, Sergei Lavrov, presentaron un acuerdo, alcanzado tras varios días de intensas negociaciones en Ginebra, para destruir el arsenal químico sirio y renunciar a la intervención militar que EE.UU. estaba planeando. Siria además se adhirió a la OPAG (Organización para la Prohibición de las Armas Químicas) de forma que no quedaran dudas de que (NO???)había utilizado o iba a utilizar armas químicas. Finalmente la OPAG, que supervisó la destrucción de las existencias de armas declaradas por Damasco en septiembre de 2013, declaró en enero de 2016 que este stock había sido destruido totalmente (La Dépêche.fr, 5 de enero 2016).
Después de 2 años de guerra es evidente que “los rebeldes” solos no pueden ganar la guerra. Solo una intervención militar exterior como la de la OTAN en la guerra de Libia en 2011 podría lograr la derrota del Ejército sirio y por consiguiente el cambio del “régimen” sirio alineado con las potencias de la OTAN y reforzando el cerco de Irán y Rusia.
La existencia de un arsenal de armas químicas había sido justificado por el gobierno sirio como disuasión estratégica contra un ataque israelí con armas de destrucción masiva que amenazase la supervivencia nacional. Hay que recordar que Israel, que cada vez que le viene en gana bombardea posiciones sirias, tiene un arsenal de armas nucleares, además armas químicas y armas biológicas.
El ataque químico de Khan al Asal del 19 de marzo y el de Guta del 21 de agosto, proporcionaba la excusa para justificar la intervención militar directa de la OTAN en la guerra de Siria. La propuesta rusa del desarme de Siria de su arsenal químico, y la aceptación del gobierno sirio, el rechazo a la intervención de Reino Unido y Alemania, y el rechazo también latente de la opinión pública a nivel mundial, dejó a EEUU sin argumentos, e inclinó la posición de Obama a posponer una intervención armada.
3. La batalla de Alepo en 2016
El panorama de la guerra en 2016, es sustancialmente diferente a la situación de 2013, por varios motivos:
• El 29 de junio de 2014, con motivo del comienzo del mes del Ramadán, el portavoz del autoproclamado Estado Islámico o DAESH, Abu Mohamed al-Adnani, declaró la intención del grupo de crear un califato que se extendiera por todo el mundo musulmán, al tiempo que nombraba a Abu Bakr al-Baghdadi su máxima autoridad. Este grupo ya estaba operando a mediados de 2013 en Siria y había roto su vinculación con el Frente al-Nusra (al-Qaeda en Siria). DAESH, con su propia agenda política también se enfrenta al gobierno sirio al que quiere derrocar, pero también se enfrenta a sus competidores en la tarea, el Frente al-Nusra y el Ejército Libre Sirio.
• El fortalecimiento de las fuerzas revolucionarias kurdas, que bajo la dirección del PYD (Partido de Unidad Democrática) y las milicias de las Fuerzas de Protección del Pueblo y Fuerzas de Protección de las Mujeres (YPG/YPJ) habían conseguido derrotar sucesivamente a DAESH en el norte de Siria, empujándolo hacia el sur, y además habían enfrentado a las fuerzas de ELS apoyadas por Turquía, aliviando la presión de estas sobre el ejército y las posiciones del gobierno sirio. Las fuerzas revolucionarias kurdas, dominantes en el norte de Siria y enfrentados a otras corrientes kurdas pro-turcas y pro-israelies, a pesar de ser adversarios políticos del gobierno sirio de al-Asad, han rechazado el enfrentamiento con este y han buscado la unidad táctica frente a los enemigos comunes de DAESH y el gobierno turco. El proyecto revolucionario kurdo, se proclama anticapitalista, feminista, ecologista, con un proyecto no de independencia kurda sino del Confederalismo Democrático teorizado por los kurdos de Turquía del Partido de los Trabajadores Kurdos, perseguido en Turquía como terrorista. Estados Unidos apoya con armas y fuerza aérea la lucha de los kurdos revolucionarios sirios contra DAESH, pero al mismo tiempo apoya a Turquía en la represión del movimiento revolucionario kurdo en Turquía.
• La entrada directa de Rusia en la guerra. La intervención militar rusa en la Guerra de Siria desde el 30 de septiembre de 2015, respondía a la solicitud por parte del al-Asad para apoyar el esfuerzo militar de su gobierno en la guerra y en base a los acuerdos de amistad y cooperación entre ambos países y la autorización unánime del Consejo de la Federación Rusa. Teniendo en cuenta la estrecha relación de Rusia con Siria, donde la primera tiene las únicas bases militares fuera de territorio ruso (en Tartus y Latakia) y sobre todo el hecho de que la caída del gobierno sirio supondría completar más el cerco de la OTAN sobre territorio ruso, lo que sorprende es que el acuerdo de asistencia militar hubiera tardado tanto. Parece lógico pensar que el acuerdo militar conlleva un acuerdo político donde Rusia ha obtenido como contrapartida la flexibilidad de posicionamientos del gobierno y del partido Baath sirio, entre ellos, la redacción de una nueva Constitución pactada con fuerzas de la oposición, la apertura de negociaciones, la posible formación de un gobierno provisional que gestione nuevas elecciones etc.
• De cualquier modo, la entrada directa de Rusia en la guerra ha supuesto un aumento muy importante del potencial militar del gobierno sirio y un avance muy importante en el control de territorios que llevaba en poder de las distintas milicias opositoras desde 2012.
Es en este entorno como puede entenderse el avance de las fuerzas del gobierno sirio para liberar del control de las milicias de Al-Nusra, del este de Alepo, y hay que recalcar lo del este de Alepo, porque la mayor parte de la ciudad de Alepo y la mayor parte de su población que originalmente eran más de tres millones de personas, han estado desde mediados de 2012 bajo el control del gobierno sirio, excepto Sheikh Maqsoud el barrio kurdo de Alepo que fue defendido y posteriormente controlado por las fuerzas revolucionarias kurdas, mientras que aproximadamente una tercera parte de la ciudad (sobre todo el casco histórico y la ciudadela) y de la población han estado bajo control de las milicias salafistas. Y aunque no hubiera fuentes de información del este de Alepo que no provinieran de las propias milicias los grandes medios de comunicación han estado lamentando el sufrimiento del “pueblo de Alepo” por los bombardeos del gobierno, de los aviones rusos y de la falta de alimentos, medicinas y medios de vida.
La activista y periodista canadiense Eva Bartlett recordaba a principios de diciembre, después de su estancia en Alepo, que no había organizaciones no gubernamentales occidentales en Alepo este y que los distintos medios confiaban en personas y grupos interesados que difunden una información que no se puede contrastar. Ponía el ejemplo de cómo se trasmite la información de lo que dicen los llamados Cascos Blancos, un grupo fundado por un veterano militar británico en 2013, que ha tenido una gran repercusión en Occidente. Los Cascos Blancos, que pretenden ser neutrales se financian con decenas de millones de dólares de Estados Unidos y distintos países europeos que apoyan a los insurgentes, incluidos a los yihadistas. Los Cascos Blancos han sido fotografiados con armas y con cadáveres de soldados sirios en Alepo. Los Cascos Blancos “han reciclado” a niños sirios de Alepo para distintos reportajes, como es el caso de la niña Aya, de tres o cuatro años de edad, que aparece en tres fechas distintas en tres lugares distintos, en vídeos que han dado la vuelta al mundo. Bartlett considera que la información procedente de los Cascos Blancos “no es creíble”, como no es creíble la información procedente de fuentes anónimas o del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, una ONG que se significa continuamente contra el gobierno de Damasco, que tiene su base en el Reino Unido y que en teoría está formada por un solo hombre, un sirio exiliado.
Otro periodista como Robert Fisk, del diario británico The Independent escribía sobre la toma de Alepo lo siguiente: Hace solo unas semanas, entrevisté a una de las primeras familias musulmanas escapadas del este de Alepo durante un alto el fuego. El padre acababa de recibir la noticia de que su hermano había sido ejecutado por los rebeldes a causa de que él había cruzado la línea de frente con su mujer y su hijo. Condenó a los rebeldes por cerrar las escuelas y colocar armamento cerca de los hospitales. Y no era un badulaque pro-régimen, incluso decía sentir cierta admiración por el buen comportamiento del Estado Islámico (EI) en los primeros días del asedio…
Resulta sumamente instructivo observar la cobertura periodística de esos dos sucesos paralelos, (la toma de Alepo por el gobierno y la caída de Palmira en manos de DAESH). Casi todos los titulares de hoy hablan de la “caída” de Alepo en manos del ejército sirio, cuando lo natural habría sido hablar de su “reconquista” contra los rebeldes. En cambio, se dice que el EI ha “reconquistado” Palmira, cuando –dado su criminal comportamiento— lo que debería decirse es que la antigua ciudad romana había “caído” una vez más bajo la grotesca dominación del EI.
Volvamos a Alepo… Tras meses de condenar las iniquidades del régimen sirio al tiempo que se echaba niebla sobre la identidad y la brutalidad de sus oponentes en Alepo, las organizaciones de derechos humanos –oliéndose la derrota de los rebeldes- comenzaron hace sólo unos días a difundir críticas que incluían a los defensores del Alepo oriental. Pongamos el caso del Alto Comisionado para Derechos Humanos de la ONU. “Durante las dos últimas semanas, el Frente Fatah al-Sham [es decir, ¡el EI!] y el batallón Abu Amara parecen haber secuestrado y asesinado a un número desconocido de civiles que habían pedido a los grupos armados que se alejaran de sus vecindarios para ahorrar vidas de civiles”. Y continúa: “También hemos recibido informaciones, según las cuales, entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre, los grupos armados de oposición dispararon contra civiles que trataban de huir”. Además, se han registrado “ataques indiscriminados” sobre áreas densamente pobladas del oeste de Alepo dominado por el gobierno y del este “rebelde”.
La liberación de Alepo supone un hito en la guerra de Siria y una oportunidad para el fin del conflicto bélico y la Paz. Al contrario de lo que auguraban la gran mayoría de medios de desinformación (y algunos sectores minoritarios del trotskismo internacional) no hubo una matanza en la liberación de Alepo, y al contrario, sirvió para comenzar una ronda de negociaciones para la paz en Astana, capital de Kazajistán donde por primera vez hay contactos directos entre fuerzas armadas opositoras (las tuteladas por Turquía fundamentalmente) al gobierno sirio y este mismo con la participación de apoyo a esas conversaciones de Rusia, Turquía e Irán. Desgraciadamente, por imposición turca se ha dejado fuera de ese escenario a las fuerzas revolucionarias kurdas, pero estas mantienen como alternativa una interlocución directa con Rusia.
4. El nuevo episodio de armas químicas y el primer ataque directo de EEUU al ejército de Siria
El pasado 4 de abril de 2017 se denunciaba en la prensa un ataque químico en la localidad de Jan Sheijun de la provincia de Idlib controlada por distintos grupos salafistas. Inmediatamente distintos portavoces de la colación imperial acusaron nuevamente al gobierno sirio, de haber bombardeado desde su aviación el lugar con bombas químicas. No importaba que ya las acusaciones en 2013 se hubieran revelado como falsas ni que el arsenal de armas químicas en manos del gobierno fuera entregado y destruido en enero de 2016 con supervisión rusa y norteamericana. Así, Federica Mogherini, Alta Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, condenaba, sin ninguna prueba ni averiguación, más allá de la acusación de los grupos salafistas, al gobierno sirio afirmando que el “régimen de Assad es responsable de este horrible ataque químico en Siria” coincidiendo con Benjamin Netanyahu y Donald Trump. Sin embargo la acusación suena más falsa y es más inverosímil que la de 2013. Puede verse en http://spanish.almanar.com.lb/77541 el argumentario del científico de Estados Unidos Theodore A. Postol del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusets, que desmonta la versión del gobierno de EEUU como una chapuza y explica que la explosión nunca pudo ser desde una bomba lanzada desde el aire, reforzando la versión siria y rusa de que la explosión se produjo en el suelo, bien provocada por alguien (lógicamente de las milicias salafistas que controlan Idlib) o por la explosión de un depósito de armamento químico en poder de esas milicias. Por otra parte, considerar que el gobierno iba a utilizar a la luz pública armamento químico, para bombardear además objetivos civiles, cuando las milicias salafistas retroceden en todos los terrenos, las conversaciones de paz se mantienen en Astana y nadie parece poner como condición previa a un acuerdo la dimisión de al-Assad, es tener una fe ciega en los mensajes de los medios imperiales o, peor, tener una posición tan antisiria y tan antirusa que cualquier acusación por peregrina que sea es válida.
La acusación es tan vana, que nuevamente ni Estados Unidos tiene pruebas de que el ataque químico fue aéreo, ni tiene ninguna prisa por abrir un proceso de investigación que sí han exigido Rusia y Siria. La posición de los portavoces de la coalición imperialista antisiria es tan inconsistente y tiene tan nefastos aliados en las milicias salafistas que cuando el sábado día 15 de abril, realizaron un atentado terrorista contra mujeres y menores evacuados por el gobierno a un lugar seguro, que costó la vida de más de 120 personas y 200 heridos, entre ellas 68 niños, en las cercanías de Alepo, no ha habido ninguna precipitación en condenar el atentado a pesar de su evidencia y ha tenido que pedir el Ministro de Exteriores de Siria que la ONU condenara el atentado.
El ataque estadounidense del día 7 de abril contra la base aérea siria de Sha’irat, es una nueva agresión a un pueblo por parte del imperialismo contrario al derecho internacional que EEUU vulnera sin ningún problema y con el aplauso de sus países corifeos. Es además la primera vez que EEUU ataca directamente a posiciones del Ejército de Siria, arriesgándose a una escalada en la guerra de consecuencias incalculables. Lo más probable es que el ataque no vuelva a repetirse. En primer lugar porque si a Trump lo han engañado sus colaboradores, sobre la autoría del ataque químico, no tardará en enterarse, pero sobre todo porque el ataque fue un fracaso. Primero porque asesinó a 9 civiles e hirió a otros 8 con misiles que cayeron en pueblos aledaños a la base y segundo porque una gran parte de los misiles fueron interceptados por las defensas antiaéreas rusas y sirias por lo que el objetivo principal del ataque, destruir la pista de aterrizaje no se consiguió en absoluto ya que esta no sufrió ningún daño, aunque un par de hangares y 7 aviones en reparación fueran destruidos. Al día siguiente del ataque la base aérea volvía a estar operativa. Por último, con fecha 14 de abril, después de todos sus exabruptos, Trump ha declarado que no es necesario desalojar a al-Assad del gobierno para que se pueda avanzar en un acuerdo político de paz para Siria.
Quizás los avances imparables del ejército sirio y sus aliados por un lado y el avance de las fuerzas revolucionarias kurdas encuadradas en las SDF, Fuerzas Democráticas Sirias, compuestas por kurdos y árabes, con el añadido al rechazo de los episodios recientes de matanzas masivas de civiles como las de Jan Sheijun y Alepo, sirvan de espoleta para hacer avanzar las conversaciones de paz. Pero para que eso sea posible es necesaria la movilización popular en contra de la guerra. Movilización que debe exigirse visualmente en la calle, pero que tiene que ser también un ejercicio de rechazo a la aceptación fácil de los mensajes de los medios de desinformación al servicio de imperialismo dominante y el esfuerzo por contrastar y buscar fuentes alternativas de información.