Existen en este momento político, en este pulso desde la sociedad civil que cada día ensancha más la lucha por los derechos de la clase trabajadora, tres marcos de derechos que resultan fundamentales: los derechos de las personas migrantes, el derecho al retorno digno y el derecho a las pensiones dignas. En este otoño de lucha, en las calles y en las instituciones, pienso en un colectivo que ha visto como todos estos derechos les eran negados, como la voluntad política de cada Gobierno en España les fallaba y como cada institución europea les ha dado la espalda. Son los más de 12000 marinos representados en la Asociación de Marinos de Long Hope.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el dictador Francisco Franco y el Gobierno del Reino de Noruega llegan a un acuerdo para que marinos españoles, en su mayoría gallegos, trabajen en buques de bandera noruega con un convenio que desprotegía sus derechos sociales, el dictador vendió a precio de saldo nuestra mano de obra más cualificada. Tributaron entre 1948 y 1993 hasta el 30% de sus salarios, dejaron en las arcas noruegas el equivalente a 520 millones de euros, pero no tenían derecho siquiera a cobertura sanitaria.
Jubilados y jubiladas, Noruega les niega sus pensiones por ser extranjeros, debido a una ley racista, arbitraria y contraria a derecho internacional a la que renuncia para entrar en el Espacio Económico Europeo en 1994, obligada a la coordinación de la Seguridad Social del Reglamento de la Unión Europea. El Gobierno de España entregó sus derechos sociales, apoyó sin condiciones ese acuerdo sin incluir el carácter de retroactividad para proteger a sus trabajadores y trabajadoras desde 1948 y no ha computado nunca el trabajo en esos buques en nuestra Seguridad Social.
En cada espacio institucional y de carácter político, en cada calle, hemos acompañado su lucha, que difícilmente podría ser más justa. Abrir una mesa de negociación para la firma de un acuerdo bilateral entre los dos estados que ponga fin a la discriminación, al que ningún gobierno en democracia se ha atrevido desde el primer intento fallido en 1979. Han emprendido en solitario también la vía judicial y se demanda que el Estado español acuda como tercera parte ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en la demanda interpuesta por los marinos de Long Hope contra el Reino de Noruega.
Migraron en uno de los momentos más difíciles de nuestra historia para luego saber que estaban desprotegidos y luchar solos ante cada puerta que les cerraban, retornaron sin derechos y a la hora de su jubilación se les niega la dignidad que les corresponde. Digo con orgullo que cada día aprendo de ellos. Que defienden los derechos de todas en la MERP, que recorren España y Europa denunciando al capitalismo voraz que su situación ejemplifica, que uno a uno, una a una, nos han ganado como aliadas en el Partido Comunista de España e Izquierda Unida, que han tejido una red de lucha y solidaridad en la clase trabajadora, en cada barco, cada viaje, cada lengua y cada cultura que ya les comparte.
Marinos de Long Hope, grazas por nunca rendervos.