Entre el 23 y el 26 de mayo, 200 millones de europeos están convocados a las urnas para elegir a sus representantes en el Europarlamento. Sira Rego, segunda teniente alcalde de Rivas-Vaciamadrid y responsable en IU de Estrategias para el Conflicto, encabeza la candidatura de Izquierda Unida. En esta lista paritaria, va acompañada de Manuel Pineda, Responsable de Internacional del PCE y de la senadora Vanessa Angustia. La candidatura de IU se sumará a las propuestas de Podemos, las confluencias y Equo para concurrir conjuntamente bajo el nombre Unidas podemos cambiar Europa.

MUNDO OBRERO: ¿Qué supone para ti el reto de encabezar la lista de IU a las elecciones europeas en estos momentos críticos en los que las instituciones de Bruselas están cada vez más lejos de dar solución a los problemas de la ciudadanía?
SIRA REGO:
Es un reto extraordinario en un momento tan convulso de la Unión Europea y en el que tenemos que plantear cuál es nuestra alternativa. Algo que no es sencillo en este momento de propuestas bipolares, puesto que no aceptamos la arquitectura europea basada en un modelo neoliberal, pero tampoco nos asimilamos de ninguna manera con la propuesta que viene del auge de la extrema derecha y del neofascismo en Europa. En este contexto es muy complejo abrir una vía en la que planteemos que es posible otro modelo de integración europea radicalmente diferente: un modelo con una perspectiva de clase que defienda los intereses de los pueblos de Europa, basado en la solidaridad, en los derechos humanos en la soberanía. Es un reto configurar esta alternativa y posicionarla ideológicamente.

Por otra parte, me hace mucha ilusión que hayamos podido feminizar la candidatura poniendo a una mujer, con la responsabilidad que eso tiene para mí.

M.O.: El XX Congreso del PCE se pronunció por abandonar la UE por considerarlo un proyecto irreformable. ¿Cuál es el mensaje que se lanzará de cara a las próximas elecciones y cómo se movilizará al electorado?
S.R.:
Hay que apelar a las condiciones de vida materiales y cotidianas de la gente trabajadora. Es sencillo plantear que este modelo europeo no se sirve para nada, no sirve a las familias, no sirve a la clase trabajadora, ni a las capas populares. Porque, ojo, es una institución que parece muy lejana pero es la que está dominando la vida cotidiana de la gente de este país. Son precisamente las decisiones de la Unión Europea las que han determinado que apliquen los recortes, que se acabe con la educación y la sanidad pública, y la que está imponiendo tratados comerciales que hace que seamos lacayos de países que no tiene nada que ver con nosotros y que no podamos tomar decisiones sobre nuestra economía. Es esta institución la que limita un montón de políticas públicas fundamentales para el desarrollo de nuestra economía y de nuestro pueblo.

M.O.: La Unión Europea está diseñada de una manera que solamente atiende a los intereses de la élite económica, del gran capital, de las multinacionales y de la banca. Necesitamos interpelar a la clase trabajadora en una clave de esto no sirve, que hay que desenmascararlo y denunciarlo. Y sobre todo comenzar a trabajar en la idea de que se puede construir una Europa diferente.
S.R.:
Es evidente que en un mundo globalizado es imprescindible que tengamos alianzas de clase entre distintos sectores, sobre todo entre las clases populares y trabajadoras de distintos países, y que sea una alianza estable.

Los principios fundacionales de esa alianza tiene que estar basados en la cooperación, la solidaridad, en modelos económicos que tengan en el centro a los seres humanos y a la clase trabajadora. Es decir, hay que redefinir bien los códigos y los principios sobre los que se debe fundar la política internacional, y en este caso el marco europeo. Y claro que es posible hacerlo. Y ahí tenemos un enorme reto.

M.O.: En Europa se debate, desde diferentes polos políticos, sobre la decepción ante este modelo de Unión Europea y la idea de recuperación de la soberanía popular. ¿Cómo plantea el PCE el debate?
S.R.:
Desde la recuperación de la soberanía popular en términos democráticos. Es decir, desde el derecho que tiene cada pueblo a diseñar y decidir su futuro, a tomar parte en las decisiones, que tienen que ser en cualquier caso decisiones colectivas. Nosotros entendemos que esto tiene que ver con una dimensión de clase muy importante. Los pueblos sobre los que se constituyen los países son el sujeto activo que tiene que tomar esta decisión. No tiene ningún sentido que cuestiones que afectan a la economía de un país se estén tomando en lugares que no son democráticos, que no tienen que ver con nuestra realidad y que no cuentan con las necesidades de nuestro pueblo. No podemos ser subalternos de decisiones políticas que atentan directamente contra los intereses de nuestro pueblo. Esta cadena tiene que romperse.

Tenemos que reivindicar que nuestro país necesita tener un desarrollo industrial fuerte, en base a las nuevas tecnología, aplicadas a la cuestión ambiental, por ejemplo, el desarrollo de energía renovables, que generaría una importante fuente de puestos de trabajo. Pero nosotros tenemos que tener capacidad para tomar este tipo de decisiones, de reforzar nuestro tejido productivo, de generar condiciones de vida decentes para la gente que vive en nuestro país.

La recuperación en términos de soberanía para nuestro pueblo tiene que ver también con el concepto de seguridad para las familias, como es tener derecho a una vida digna, a unos servicios públicos de calidad, a tener proyectos de vida felices. Este es el proyecto al que apelamos el Partido Comunista de España. Recuperar la soberanía en estos términos.

M.O.: El PCE aboga por un nuevo proceso de integración regional, un ALBA del sur de Europa. Y los dos Foros Sociales Europeos que se han organizado, el último en noviembre, en Bilbao, avanzan en esa línea. ¿Cómo valoras el Foro de Bilbao?
S.R.:
Es imprescindible abrir espacios de este tipo. Para empezar porque nos permite intercambiar miradas y reforzar alianzas. Suelen ser procesos complejos porque ponernos de acuerdo en un programa mínimo y líneas de acción común siempre es complejo. Precisamente por esto son espacios muy interesantes y positivos porque ya han permitido avanzar entorno a elementos comunes de las izquierdas europeas. Y necesitamos plantear una política de alianzas y un marco de integración europeo radicalmente diferente.

Tenemos experiencias en el mundo que nos muestran que se pueden construir modelos de integración diferentes como es el caso del Alba en América Latina. ¿Por qué no reproducir una alianza similar en Europa? Supondría una salida y una alternativa real para los pueblos de Europa que no pase por tener pueblos del centro y pueblos de la periferia, pueblos que contralan los flujos económicos y pueblo subalternos. Hay que romper con esta dicotomía. Y para eso necesitamos tener modelo alternativo. Y estos foros permiten debatir sobre cómo se podría trabajar desde las distintas realidades nacionales en torno a un modelo de integración europea diferente.

M.O.: La derecha y la extrema derecha avanzan en el contexto internacional, ¿hacia dónde va Europa y cuál es el papel y la responsabilidad de la izquierda para combatirlo a nivel europeo?
S.R.:
Es uno de los grandes temas de la próxima legislatura europea: el auge de la extrema derecha y la posibilidad de que se constituyan en un grupo parlamentario muy fuerte y que incluso genere dificultades a la hora de configurar la Comisión Europea y todas las estructuras del Parlamento Europeo.

La izquierda tiene un reto inmenso y tendrá que mirar a su propia historia y ver cómo el eje antifascista fue también uno de los grandes ejes de la construcción de Europa.

Tenemos una enorme tarea y responsabilidad, sobre todo para empezar a decir que no queremos ser lacayos de Merkel pero tampoco queremos ser lacayos de Trump. Y no debemos olvidar que detrás del proyecto de recuperación de soberanía nacional de la extrema derecha, lo que hay es una subalternidad al proyecto de Trump. Hay una guerra económica entre Estados Unidos y China que hace que Europa sea un actor muy débil y para ello parece muy oportuno que surjan estas expresiones de extrema derecha, que precisamente lo que hacen es generar una subalternidad clara de los países europeos hacia Trump. Por lo tanto, ojo, tenemos que hacer un trabajo importantísimo en el ámbito ideológico y en el político denunciando que esto no es solamente la expresión del descontento, que por supuesto lo es, pero también dejando claro que tiene que ver con intereses de la economía mundial. Y nosotros tendremos que posicionarnos.

M.O.: ¿Cuál es vuestro objetivo en el Europarlamento y cómo pensáis enfocar vuestro trabajo durante esos 5 años de legislatura?
S.R.:
Hay tres ejes fundamentales de trabajo. El primero, la denuncia de cómo está construida la Unión Europea y de cómo los intereses neoliberales atentan contra los intereses de nuestro pueblo. El segundo será visibilizar que tenemos una alternativa que pasa por otro modelo de integración radicalmente diferente. Y el tercero será una lucha incansable contra el auge de la extrema derecha. Tenemos que constituir el frente de resistencia y de lucha contra la extrema derecha.