«Solo no puedes, con amigos sí…”
(‘La bola de cristal’)
Creo recordar que fue de la mano de Pascual Serrano como llegué hasta la casa de Lolo Rico, situada allá por la muy madrileña zona de la calle Segovia. Estamos hablando del año 1999, quizá un poco antes. Ya jubilada, Lolo (María Dolores Rico Oliver), vivía con su perro labrador, con sus muchos proyectos en marcha y harto acompañada por gentes que entraban y salían constantemente de aquel “núcleo irradiador”. Las tertulias literarias y políticas eran el pan nuestro de cada día, además era un momento histórico –tiempo después tendríamos la confirmación- muy importante para el proceso de paz y normalización política en Euskadi. Cuestión que a Lolo le interesaba de forma esencial. Y en su casa se gestaban cosas.
Por otra parte, era realmente emocionante conocer la normalidad cotidiana de aquella persona (“diosa catódida”, se la ha llegado a llamar) que en los años 70 escribió y dirigió para RNE el programa infantil ‘Dola, Dola, tira la bola’, en el que creó el personaje de Dola, que le valió un Premio Ondas en 1977. De la radio pública saltó a TVE, donde fue guionista de varios de los espacios infantiles más populares y recordados de los niños de los 70, como ‘La casa del reloj’ (1971-1974) y ‘Un globo, dos globos, tres globos’ (1974-1979).
Rico se estrenó en la dirección de programas infantiles en 1981 con ‘La cometa blanca’, un espacio que contaba con animación propia y actuaciones en directo, y tres años más tarde, en 1984, se comenzó a emitir ‘La Bola de Cristal’ (hasta 1988), una idea original de TVE. Fue gracias a la perspicacia de Lolo Rico, que supo darles forma, coherencia y, sobre todo, libertad a guionistas como Carlos Fernández Liria, que usaron los Electroduendes (en apariencia, simples marionetas, en realidad herederos directos de la tradición satírica y popular de los títeres de cachiporra o guiñoles) nada menos que para explicar la lucha de clases a los niños.
Fruto de aquella relación con Lolo nació su magnífica colaboración para Mundo Obrero, integrada en una página donde compartía espacio con otras dos grandes mujeres y extraordinarias escritoras: Marta Sanz y Juana Doña. Fue todo un honor tenerlas juntas entre nosotros, realmente se compaginaban muy bien –no recuerdo si entre ellas se conocían personalmente-, lo cierto es que sus edades parecía –sin haberlo premeditado- que orientara sus aportaciones en un juego de nieta (Marta), madre (Lolo) y abuela (Juana Doña)… Aquello funcionaba.
También materializamos la publicación –junto con Manuel Fernández-Cuesta y Victoria Ramos- de un libro con fotografías de Robert Capa que el Archivo Histórico del Partico Comunista de España custodia como oro en paño. Lolo se encargó de unos textos alegóricos que introducían al lector en el corazón de la imagen y en sus lecturas. Aquello era lo que Lolo mejor sabía hacer.
Muy recientemente, la sintonía de «La bola de cristal» volvió a sonar de nuevo, esta vez para despedir a Lolo Rico a la que una enfermedad cardíaca se la llevó por delante en Donostia en la noche del 19 al 20 de enero. Con la muerte de Lolo Rico se va una de las grandes directoras de cine y televisión de este país, escritora y ensayista y, sobre todo, una persona muy creativa que llamaba al pensamiento independiente, desde su comunismo. Una revolucionaria.