Las dudas han quedado despejadas. La segunda huelga feminista ha sido un éxito: en nuestro país han participado el doble de mujeres que en 2018 y a nivel internacional se ha multiplicado la movilización.

Este 8 de marzo de 2019 el feminismo ha vuelto a hacer historia. Ha llenado las calles de dignidad, lucha y futuro. Un futuro, que las millones de mujeres que han respaldado esta jornada de huelga son capaces de tocar con las manos: una economía que ponga en el centro a las personas; una solidaridad sin fronteras que respete el planeta y luche contra el extractivismo y los tratados de libre comercio; un sistema educativo que cuente la historia de las mujeres, que transmita valores de igualdad y libertad sexual desde la diversidad; un sistema laboral que nos permita tener vidas dignas de ser vividas y una sociedad donde ni nuestro estado migratorio, raza, edad, diversidad funcional, ni nuestra orientación, identidad y/o expresión de género pueda definirnos como personas de segunda categoría.

Este año las actividades han sido más numerosas que las del pasado año y las convocatorias se han deslocalizado. Los 8 días de revuelta feminista han calentado motores en los barrios y en los pueblos, en las urbes y en el medio rural. Los escenarios se han multiplicado: los CIE, los desahucios o las manifestaciones por las pensiones. La maquinaria organizativa tras el 2018 ha crecido y los nuevos colectivos feministas y de comisiones 8M en todo el territorio español han trabajado sin descanso. Queda mucho por delante, pero sin todo esto, nada sería posible. Y ahora, sentimos que todo es posible.

Mientras las derechas están en campaña con mentiras, manipulaciones y odio, el feminismo sigue poniéndose apellidos: anticapitalista, antirracista, antiimperialista, antiLGBTIfóbico o ecologista. Y todos ellos, hacen temblar a las derechas. Pero nosotras contamos con nuestro propio camino, un proyecto común, una alternativa. “Frente al nosotros primero, decimos nosotras juntas”.

Las feministas argentinas hablan de crear la Internacional Feminista, un grito global desde Estados Unidos a Chile, de Brasil hasta la India y de Portugal hasta Turquía. En este momento de crisis sistémica, el feminismo ha pasado de estar a la defensiva para pasar a la ofensiva. Ante ésto, la disciplina patriarcal va en aumento con unas derechas que nos quieren callar por la fuerza, pero nosotras seguimos avanzando; en Italia el movimiento Non Una Di Meno le planta cara a las políticas misóginas y antiinmigración de la Liga Norte y Cinco Estrellas; en Chile luchan contra la criminalización de los pueblos indígenas; en Brasil, se preparan para una gran movilización el 14M por el aniversario de Marielle Franco, política y feminista brasileña brutalmente asesinada en 2018, mientras las informaciones parecen inculpar al círculo de Bolsonaro.

¿Por qué nos apuntan como una de sus enemigas? Porque su respuesta a la crisis neoliberal no es ir a la raíz de las cosas para cambiarlas, es ir contra las personas más desprotegidas y oprimidas, y las feministas no seremos libres hasta que todas las mujeres lo sean. Trump, Bolsonaro o Abascal cargan desde el miedo y el odio contra las personas migrantes, las comunidades racializadas, el colectivo LGTBI y las mujeres.

Frente a los mensajes que intentan neutralizar al feminismo tachándolo de “moda” y por tanto de una tendencia pasajera, les contestamos con uno de los cánticos que se oía este 8M “Mi abuela luchó, mi madre luchó, y aquí estoy ahora, luchando yo”, o con las imágenes de Marielle Franco, Aleksandra Kollontai o Rosa Luxemburgo que se veían en las calles, demostrando nuestra genealogía revolucionaria.

Las mujeres estamos acostumbradas a que se nos cuestione: en 2018 cuestionaron la huelga, en 2019 cuestionaron si se podía mantener el pulso. Siempre sembrando la duda, siguen las preguntas: ¿Ahora qué? Ahora hay que organizar la Internacional Feminista. Feminismo o barbarie.