14 de agosto de 1936. Las tropas fascistas llegan a Badajoz. Han dejado un reguero de sangre y horror en su camino hacía Madrid y la capital pacense no iba a ser una excepción. La conocida como la columna de la muerte, dirigida por el general falangista Juan Yagüe, tenía un objetivo doble: conquistar la región para el bando golpista y castigar a los valientes jornaleros y yunteros que el 25 de marzo habían desafiado a los señoritos y a los terratenientes, ocupando las tierras para trabajarlas.

Los heroicos milicianos hacen frente al asedio llevado a cabo por 2.250 legionarios, 750 regulares marroquíes y cinco baterías de artillería. Durante todo el día bombardean la ciudad, por tierra con la artillería y por aire con la aviación italiana y alemana. Tras abrir una brecha en las murallas por el este, junto a la Puerta de la Trinidad, y lograr el acceso también a la alcazaba, por la Puerta de Carros, se produjo una encarnizada lucha cuerpo a cuerpo y la ciudad cayó en manos del ejército sublevado.
La matanza

La sangre corre por las calles, los regulares marroquíes convierten toda la ciudad en una orgía de violencia. Yagüe, al mando de la ciudad, ordena el confinamiento de todos los prisioneros -la mayoría civiles- en la plaza de toros. Se instalan focos en los tendidos para iluminar la arena y esa noche comenzaron las ejecuciones indiscriminadas y sin juicios previos. Toda persona sospechosa de haber participado en la defensa de la ciudad y de simpatizar con la República podía acabar en el ruedo de la muerte.

Entre los llevados a la plaza, también quienes no habían participado en la guerra por edad o temperamento y heridos que serían fusilados. Empezaron a llegar camiones cargados a la plaza. Los metían por la puerta de caballos, se hacinaban hasta no caber e iban siendo fusilados. Según el censo, Badajoz tenía 41.122 habitantes en 1930 por lo que, con más de 4.000 personas ejecutadas a manos de los fascistas, el porcentaje de represaliados alcanzaría el 10% de la población.

Juan Yagüe se ganaría a pulso el apelativo de el carnicero de Badajoz

La manifestación antifascista

La matanza de Badajoz se quedó grabada a fuego en la historia del pueblo extremeño y cada agosto los actos de memoria recorren la región. En Badajoz, el día en que se cumple el aniversario, una manifestación antifascista recorre desde el Baluarte de la Trinidad distintas calles del centro hasta finalizar en el Palacio de Congresos, el edificio que se construyó en el solar en el que estuvo la vieja plaza de toros, donde aquella madrugada fueron asesinados miles de hombres y de mujeres por defender la libertad y la República.

Al día siguiente el homenaje se traslada al Cementerio de San Juan, a donde trasladaban los cadaveres de las personas asesinadas en la plaza de toros para ser incinerados y posteriormente depositados en fosas comunes y en cuyas tapias tambíen se fusiló en los días más tristes de Badajoz.