Estamos presenciando un autogolpe gradual. Sin necesidad de anunciarlo al estilo fujimorista, el presidente Iván Duque y su grupo concentran más poder legal y real que cualquiera de sus antecesores tras la caída del dictador Rojas Pinilla.
Se vive una ola de violencia funcional a aquellos que promueven una mayor militarización del país y a darle continuidad al conflicto social armado con el incumplimiento del Acuerdo de Paz. La escalada de los asesinatos parece la antesala de un golpe de Estado, con las masacres, el genocidio a cuentagotas de los ex combatientes de las FARC y la violencia de la represión contra los manifestantes desarmados en Bogotá. La asfixia democrática con el poder civil subordinado a las Fuerzas Armadas.
¿Para qué se necesita un cuartelazo? Hay de facto en Colombia un gobierno autoritario mantenido y condicionado por el poder militar.
Duque y su partido uribista tienen medio Estado en el bolsillo. La pandemia ha sido aprovechada para que el presidente gobierne bajo un estado de excepción permanente. Duque está convirtiendo a las altas cortes en un adorno al desconocer sus sentencias. El desacato de la decisión de la Corte Suprema para proteger el derecho a la protesta o la burla al fallo del tribunal que impedía la presencia militar estadounidense sin autorización del Parlamento. ¿A dónde va a llegar el totalitarismo presidencial y su peligroso sometimiento a la campaña electoral de Donald Trump?
Hoy están negadas de facto las libertades civiles para la mayoría de la población, tanto para las comunidades sometidas a la violencia en los territorios como para los que realizamos oposición al autoritarismo presidencial (*) o ejercemos el derecho a la movilización. Está avanzando el autogolpe.
(*) El 30 de setiembre Piedad Córdoba y su escolta fueron tiroteados en Bogotá poco después de que anunciara su próximo testimonio ante la Comisión de la Verdad.
Senadora del Partido Liberal propuesta para el Premio Nobel de la Paz en 2009 / La haine