“España es un Estado laico, dice el artículo 16 de la Constitución, ninguna confesión es del Estado y sobre la Cruz de los Caídos… parece desproporcionado afirmar que es un elemento clave de la vida de Cáceres, carece de todo fundamento”. Con estas palabras contestaba Enrique Santiago, Secretario General del PCE y diputado de Unidas Podemos, a la propuesta presentada por Vox en el Congreso para intentar salvar una Cruz de los Caídos que lleva avergonzando a varias generaciones de cacereños y cacereñas.

La ultraderecha intentaba responder al requerimiento que el pasado mes de marzo el gobierno central hizo al Ayuntamiento de Cáceres, solicitándole la retirada de la Cruz de los Caídos de la plaza de América para cumplir con la Ley de Memoria Histórica, ya que este vestigio contribuye a perpetuar el recuerdo del odio y el enfrentamiento entre españoles en contra del modelo constitucional de convivencia.

Pese a que el requerimiento es tajante, y advertía de que en caso de no atenderlo se solicitaría a la Junta de Extremadura que adopte las medidas oportunas, el Ayuntamiento de Cáceres, gobernado por el PSOE, no ha realizado el traslado de la Cruz. Propuesta que cuenta con el respaldo de diversos colectivos memorialistas y con el apoyo del PCE, la UJCE, Izquierda Unida y Unidas Podemos.

Esta retirada lleva pendiente desde 2004, cuando en un pleno del ayuntamiento se aprobó por unanimidad una propuesta de Izquierda Unida en la que se pedía una remodelación urbanística de la zona de la Plaza de América, con la retirada de la cruz al cementerio y su sustitución por otro monumento a favor de la paz. Dieciséis años después, este monumento al terror franquista sigue en el mismo sitio debido a la complicidad de las sucesivas alcaldías que guardaron el asunto en un cajón, incluso situándose en la ilegalidad tras la aprobación de la ley de Memoria Histórica en el 2007.

Historia de la cruz

Estando Cáceres bajo el yugo del fascismo tras triunfar el golpe de Estado, los cargos políticos fueron repartidos entre los adeptos al nuevo régimen. La alcaldía de la ciudad recayó sobre el falangista Narciso Maderal Vaquero, el cual decidió quitar un monolito anterior para levantar una cruz de piedra en memoria del ‘movimiento nacional salvador de España’. Las directrices del gobierno municipal franquista estaban encaminadas a magnificar el Nuevo Estado a partir de celebraciones públicas y los monumentos arquitectónicos de inspiración totalitaria.

Según los fascistas, la Cruz de los Caídos sintetizaba los valores del régimen: la cruzada victoriosa de la religión y el franquismo contra la desviación comunista. “Vamos a inaugurar -comentó el alcalde de aquel momento- esta cruz que, siendo símbolo de la redención del género humano, lo es a la vez de la redención de España”. La obra se terminó en mayo de 1938. El proyecto fue del arquitecto municipal Ángel Pérez, el mismo que hizo el monumento al trabajo, la torre de la Plaza de Antonio Canales.

Días antes de la inauguración llegó Pilar Primo de Rivera, jefa nacional de la Sección Femenina, que fue nombrada por el ayuntamiento ‘Huésped de Honor de Cáceres’. Llegó el 8 de mayo y permaneció en la ciudad cuatro días. «Ante ella desfilaron 15.000 camaradas y 300 banderas. A su paso se soltaron más de mil palomas», según recogió la prensa reaccionaria de la época. Un acto de propaganda del régimen que intentaba ocultar el hambre y la represión que se vivía en toda Extremadura.

El acto inaugural se celebró el 10 de mayo a las ocho y media de la tarde, contó con la presencia de toda la jerarquía franquista de la región, entre ellos el sanguinario Capitán Luna, líder de la Falange de Extremadura desde su fundación, que actuó como militar al servicio de burgueses, ricachones y terratenientes durante la II República y tuvo un destacado papel en la represión tras la guerra.

Según la crónica del periódico Extremadura, la inauguración consistió en la presencia de Pilar Primo de Rivera, la bendición de la cruz por el obispo y el rezo de un responso, de rodillas y en voz alta, por todas las personas que allí se encontraban, muchas obligadas por el miedo a un régimen sanguinario que había desatado una ola represiva que no tenía límites.

La cruz está construida con sillares de mármol, con una altura de 12,50 metros y una sección de 0,80 metros. Los brazos miden tres metros y cuatro y medio el zócalo. Tenía las siguientes inscripciones que fueron retiradas con la llegada de la democracia. Por un lado se podía leer 18 de julio de 1936. ¡Arriba España! Saludo a Franco. En otro frontal estaba la inscripción A los hijos de esta ciudad que dieron su vida por España una, grande y libre. Tenía también escudos del régimen franquista con las águilas superpuestas.

Hay que aplicar los principios de verdad, justicia y reparación y por lo tanto retirar la Cruz de los Caídos de Cáceres para resarcir a las víctimas de la represión franquista y que el resto de generaciones no tengan que seguir viendo un vestigio del fascismo construido sobre los cacereños y las cacereñas que fueron leales a la República.