“A Maricarmen no le gusta planchar, a Maricarmen no le gusta barrer, a Maricarmen no le gusta coser, a Maricarmen no le gusta lavar”, así convocaban a la revolución feminista hace más de treinta años y sin embargo, a pesar de seguir en unísono para hacer caer con nuestra voz al patriarcado, todavía hoy seguimos esperando que se nos escuche y que el eco de nuestro mensaje no caiga en el abismo del silencio.

Por suerte, y a pesar de los estragos del capitalismo que se empeña en acallarnos, nosotras seguimos reivindicando los cuidados, dándoles la importancia que merecen. Para ello, somos conscientes de que Maricarmen no solo plancha, barre, cose o lava a su pesar sino que es ella la que hace girar las piezas de un engranaje que rezuma oxidación en cada clavo y en cada tornillo. Cuidar, desde la economía feminista rupturista, no únicamente implica realizar las tareas domésticas sino que cuidar también implica fomentar el desarrollo a través del amor, acompañar en el camino de la vida, asegurando así la reproducción social.

Para poder comprender el papel de los cuidados, pregúntese ¿quién le ponía un plato en la mesa a Adam Smith?, ¿quién acompañó en el aprendizaje de la lengua a Noam Chomsky?, ¿quién le esperaba a usted en la salida del colegio, le lavaba los calcetines o le animaba a no rendirse a lo largo de su vida?

Esta relación unilateral de los cuidados, en la que uno es cuidado y otra cuida de manera estática, no es nada más que la expresión de un patriarcado que se materializa entre cortinas, camisas y guisos. Pues se parte de la inequidad de género que legitima a unas para cuidar y a otros para ser cuidados sin tener presente que todas necesitamos ser cuidadas independientemente de la edad que tengamos o del sexo que la sociedad nos atribuya.

Reivindicamos la ruptura con el modelo tradicional basado en el capital

A pesar de denunciar la precarización de los cuidados, mantenerlos ocultos, permite una perpetuación de un sistema androcéntrico basado en la lógica del capital pues la invisibilización y el menosprecio de estos son el motor que permite al capitalismo funcionar sin apenas invertir en combustible. La opresión es funcional al capital ya que permite que se realicen los cuidados de manera gratuita y a coste de la explotación de la fuerza de trabajo femenina que es más útil en el ámbito privado que dentro del mercado ordinario de trabajo, en comparación a los hombres.

Por ello, nosotras reivindicamos una ruptura con el modelo tradicional basado en el capital, apelando a un modelo basado en la sostenibilidad de la vida que permita poner el foco en el bienestar humano. Así pues, es importante ser conscientes de la relación entre la economía y los cuidados a la vez que la interdependencia entre las personas y su entorno, reorganizando tiempos y responsabilidades a través de presupuestos sensibles al género que permitan la creación de políticas con perspectiva de género. De la misma forma, es imprescindible comprender la magnitud de los cuidados desde una perspectiva interseccional que permita actuar desde una posición radical que rompa con el modelo actual sin que esta ruptura sea a coste de mujeres no occidentalizadas, teniendo presente la sobreposición de opresiones de género, etnia, clase…

De esta manera, cantemos a voz alzada los versos de una canción que a pesar del paso del tiempo sigue siendo útil para designar la situación actual. De esta manera, cantemos para dar voz a aquellas que no están legitimadas a cantar. De esta manera, el 8 de marzo cantemos para darle voz a Maricarmen, para que nuestro susurro se convierta en un grito al unísono de “Maricarmen, Maricarmen, quien te ha visto y quién te ve. ¡Antes era una esclava y ahora feminista es!”.