Se me hace extraño escribir sobre Rafa Pla en castellano cuando él era de los pocos camaradas en València que siempre hablaba en catalán, siendo él castellano parlante de nacimiento pero que comprendió de inmediato la importancia de hablar la lengua del País Valenciano.
Rafa convertía en algo sencillo cualquier estrategia aprobada por el Partido, llevándolas a cabo todas estuviera de acuerdo o no con ellas. Siempre afirmaba con orgullo que el PCE jamás renunció al derecho a la autodeterminación de los pueblos del Estado español, lo cual le permitía defender, desde su perspectiva siempre crítica, los acuerdos del noveno Congreso del Partido de 1979 y el papel del Partido en los primeros años de la legalización.
Las etapas vitales de Rafa Pla se funden con los Congresos del PCE y del PCPV, así como de su sindicato de siempre, CCOO. Comprometido desde muy joven con la lucha antifranquista, su llegada a la Universidad como estudiante le convertiría en activista político contra la dictadura, a la vez que iniciaba una relación con la Universidad de Valencia que se prolongaría más allá de su etapa estudiantil. Así Pla se convertiría en profesor de la Facultad de Matemáticas, lo que le permitiría participar activamente en la redacción de los primeros estatutos realmente democráticos de la Universidad de València en 1985.
Detenido y encarcelado antes de la muerte del dictador, a Rafa siempre le gustaba recordar, con su humor tan característico, cuando alguien acusaba al Partido de moderado, que en la cárcel eran todos militantes del PCE, salvo dos presos de ETA que estaban cumpliendo pena por propaganda ilegal, mientras él se enfrentaba a cargos de violencia contra la policía.
Afiliado al PCE en 1968 en plena crisis de las relaciones con la URSS, Rafa abrazó desde el principio la vía democrática al socialismo. Por ello no dudó en llevar adelante las tareas de los y las comunistas, desde el movimiento obrero donde ayudó a la creación de las CCOO en el País Valenciano, así como a la lucha por una democracia avanzada en el marco del pacto por la libertad y la reconciliación nacional.
Porque así era Rafa Pla, todo un teórico del marxismo, capaz de continuar defendiendo el leninismo a pesar de que hubiera sido abandonado, para actualizarlo en el XIII Congreso a través de organizar la plataforma de opinión comunista libertaria, así como de transitar por las diferentes direcciones del Partido como un militante disciplinado y entregado. Inasequible al desaliento, abanderaba todas las propuestas unitarias de la izquierda, desde la creación y desarrollo de IU hasta el pacto electoral de “A la valenciana”, y siempre desde la fraternidad, el debate honesto estrictamente político, propio de una persona buena y honrada como era Rafa Pla.
Así es como lo conocí en persona, en los debates del XII Congreso del PCE en 1988, defendiendo sus enmiendas, en las que hacía compatible la dura crítica a la invasión soviética de Afganistán con la necesidad de conmemorar la revolución de octubre y el futuro de la URSS. Siempre coherente con lo que defendía, para él no existían ni minorías ni mayorías sino debates leales que se acababan una vez el Congreso elegía a su nueva dirección.
Por eso fue un ejemplo para mi generación y con él nos educamos como formadores del Partido en las primeras escuelas del PCPV que relanzó una vez fue nombrado responsable de Formación por el Secretario General del PCPV, Joan Ribó, en 1992. Con él asistimos a su vez a las primeras escuelas del PCE dirigidas por Manolo Monereo en el marco de la nueva política aprobada en el XIII Congreso, aprendiendo la base siempre democrática de cualquier revolución socialista.
Siempre unitario, Rafa Pla nunca abandonó el Partido, ni EUPV ni CCOO, por más que discrepara o se quedara en minoría. Era comunista y creía abiertamente que debía quedarse pasara lo que pasara, pero siempre manteniendo una actitud de respeto ante quienes decidían marchar de nuestras organizaciones, abogando por la unidad más inmediata con las nuevas organizaciones creadas, desde el campo electoral hasta el campo organizativo, si las condiciones se daban.
Dirigente sin más ambición que el socialismo, Rafa nunca ostentó ningún cargo público, siendo por el contrario él quien proponía a otros y otras camaradas. Por eso fue un motivo de alegría para los que le conocíamos su elección como concejal de la coalición Unidas Podemos en su localidad valenciana de Meliana en mayo de 2019, cargo desde el que abogó y consiguió un gobierno local de izquierdas, desde el PSPV hasta Compromís.
Se marcha Rafa en un momento en el que las fuerzas del neofranquismo amenazan las libertades democráticas por las que tanto luchó, siendo una verdadera amenaza real. Desgraciadamente ya no podremos contar con su análisis certero ni su voz tan firme como su voluntad resuelta, pero sí con su lección de que la izquierda será plural, democrática y coherente o no será.