Presentación del documento nº 49.

Fruto de las reuniones que los cuadros de las Comisiones Obreras de Madrid celebraban habitualmente en el circulo Manuel Mateo de Madrid, surgió con fecha 31 de enero de 1966 un documento, Ante el futuro del sindicalismo, que sintetizaba los rasgos generales de la propuesta de sindicalismo que presentaban a los trabajadores en un momento crucial para el devenir del movimiento obrero. Considerado como uno de los primeros documentos oficiales de las Comisiones Obreras, no surgía de la nada ni era producto de la improvisación y ni siquiera era resultado exclusivo de aquellas reuniones de los trabajadores madrileños. Las líneas generales que apuntaba el texto venían fraguándose desde comienzos de los años cincuenta, cuando las Comisiones de Obreros comenzaron a ser una realidad intermitente e ideológicamente plural en algunos centros industriales, y la oleada huelguística que en 1962 se extendió desde la minería asturiana por toda la geografía española, serviría para consolidar su modelo de articulación social.

De la diversidad ideológica de los grupos que bullían en las Comisiones, el PCE era su principal valedor por las orientaciones que dirigía a sus militantes para participar en las elecciones sindicales, por la aportación de activistas y por los medios de propaganda que ponía a su disposición para difundir su presencia y darles continuidad. Desde las mencionadas huelgas, la dirección comunista orientó a sus organizaciones y militantes a extender las Comisiones a todos los sectores productivos e iniciar un proceso de coordinación de industria y territorial. En esta tarea organizativa los cuadros obreros del PCE confluyeron con trabajadores de orientación católica, con cenetistas, algunos socialistas, independientes e incluso desafectos del falangismo. Esa diversidad era una realidad visible en la Comisión Obrera Provincial del Metal de Madrid y sus cuadros, una vez expulsados de los locales del Sindicato Vertical, pasaron a utilizar las instalaciones del centro Manuel Mateo como espacio de reunión y debate al que también acudían, en algunas ocasiones, enlaces sindicales de otras regiones como fue el caso de los comunistas andaluces Eduardo Saborido y Fernando Soto.

Después de presentado el documento de la Comisión Provincial del Metal, en los últimos meses de 1965 comenzaron a debatir un manifiesto para difundir y presentar ante diferentes instancias gubernamentales. Las fuentes orales coinciden en señalar a Ceferino Maeztu como el autor del primer borrador que sumado a las aportaciones de otros trabajadores culminó en el texto definitivo. Los firmaron cien representantes de las Comisiones del metal, prensa y artes gráficas, electricidad, químicas, construcción, banca, transporte y combustible, que encabezaban los representantes de las diversas tendencias ideológicas: Marcelino Camacho, Julián Ariza y Víctor Martínez Conde del PCE (este último exfalangista); José Hernando Sánchez del Partido Socialista del Interior; falangistas críticos como Celestino Maeztu que había creado la Unión Sindical de Trabajadores, Diego Cureses Meseguer y Serafín Reboul Estecha (años después secretario general de la Central Obrera Nacional Sindicalista).

Difundido posteriormente por las diferentes provincias el documento fue publicado por la prensa comunista (Mundo Obrero, 1ª quincena, mayo de 1966) y su importancia histórica tiene que ver más con el hecho de ser uno de los primeros documentos oficiales de las Comisiones Obreras que con su contenido, que en realidad no aportaba ninguna novedad significativa diferente de las propuestas que, desde 1952, el Partido Comunista venía difundiendo sobre las Comisiones Obreras a través de sus medios de propaganda. Los principios generales que presentaba el documento no eran solamente producto exclusivo de la reflexiones de la dirección del PCE, sino que surgían de la experiencia acumulada durante los conflictos laborales, de la participación en las elecciones de enlaces y de su importancia en la negociación colectiva así como de los rasgos teóricos que emanaban de las conclusiones de las reuniones que la dirección comunista mantuvo desde 1962 con sus cuadros y militantes obreros, la mayoría de ellos enlaces sindicales y miembros de los jurados de sus empresas. En esas reuniones de 1962, 63 y 64 fueron fraguando los rasgos teóricos del nuevo Movimiento Obrero a la luz de sus experiencias en los conflictos laborales y en los procesos de negociación colectiva que confluían con la lucha por las libertades que también se explicitaba en sus plataformas reivindicativas y que, en el caso de Madrid, ya se había concretado con la formación de la Comisión Obrera del Metal en el contexto de las deliberaciones del primer convenio colectivo del sector siderometalúrgico después de las elecciones sindicales de 1963.

El documento era una declaración de principios muy general que sugería levemente los rasgos del sindicalismo que caracterizaría el movimiento de las Comisiones Obreras; algunos de los promotores como Marcelino Camacho eran conscientes de las diferencias que había entre los firmantes, ya que tanto los sectores que venían del falangismo como los católicos que formaban parte de la AST (Acción Sindical de Trabajadores) no deseaban dar estabilidad y coordinación a las Comisiones Obreras porque entendían que eso facilitaba la hegemonía de los militantes comunistas en su organización, lo que de todas formas los llevaría a abandonar las Comisiones poco tiempo después.

Desde el reconocimiento de la diversidad ideológica el texto destacaba por el sentido unitario e integrador de las propuestas que, en diez breves puntos, se presentaban a los trabajadores. Partía de una crítica al modelo capitalista que generaba las contradicciones de clase que el verticalismo y la OSE trataban de ocultar y como alternativa se defendía una organización sindical que entendiese esa realidad propugnando un modelo de sindicalismo cuyos ejes centrales girarían en torno a la unidad y la independencia de los grupos y partidos políticos que compartían los objetivos generales desde la aceptación de la diversidad ideológica y política que existía en el seno de la clase obrera. El pluralismo aparecía como una de las señas de identidad que debía conducir a la creación de una nueva organización, una Central Sindical Única. El documento también se refería a la defensa de las reivindicaciones de clase y ponía el acento en el papel de la asamblea de trabajadores como su principal instrumento de participación y decisión. También se apuntaban los niveles organizativos de ese futuro sindicalismo y el papel de las Comisiones Obreras en el Movimiento Obrero, su expansión sectorial y territorial y su carácter sociopolítico al confluir la lucha por las reivindicaciones obreras con la lucha por las libertades políticas y sociales, ejemplificadas en la libertad de asociación y la libre circulación de ideas, el derecho de huelga y los derechos sindicales, en el camino hacia la transformación de esa sociedad capitalista en un sentido igualitario.

Ante el futuro del sindicalismo se envió a diversas autoridades y al ministro José Solís el 31 de marzo en un contexto de confrontación abierta con el Sindicato Vertical, que tenía su eje central en la batalla de las elecciones de enlaces de septiembre de ese año. Se difundió en los centros industriales para recabar el apoyo de los trabajadores y durante los meses siguientes los medios de propaganda comunista publicaron documentos posteriores como la Declaración de las Comisiones Obreras de Madrid y diversos artículos que profundizaban en las líneas generales recogidas en el documento (Mundo Obrero, 15 abril de 1965…) y en algunas de las plataformas reivindicativas de las elecciones de enlaces sindicales de setiembre de aquel mismo año. Mientras tanto Solís Ruiz implicado directamente en la contienda electoral y consciente de la influencia y de la posición sindical de las Comisiones, trataba de debilitarlas con la promesa de convertir la OSE en un sindicato abierto y participativo en el que incluso tenía cabida el sindicalismo tradicional de la CNT. Con esas promesas se reunía con un sector de su militancia para separarlo de unas Comisiones que sabía hegemonizadas por los comunistas y aunque algunos enlaces procedentes de la CNT se integraron en las estructuras de la OSE después de las elecciones, la táctica no impediría la victoria electoral de las Comisiones Obreras y con ello el inicio de una fase de madurez teórica y de crecimiento organizativo con su expansión sectorial y territorial y su coordinación a nivel nacional.

>> [PDF 549 KB] Documento Nº 49. Ante el futuro del sindicalismo. (Enero de 1966)

Sección de Historia de la FIM