“Velázquez es como un cristal sobre el mundo. Nada como los cristales para merecer el respeto debido a la veracidad. Nada, sin embargo, que corra tanto peligro de dejarnos en duda sobre si existen.”
Eugenio D’Ors

El golpear el hierro candente sobre la bigornia, son del martilleo, música perene del bocafragua, representan el mito, la semblanza del trabajo del hombre frente a la penumbra del taller, iluminado por la chimenea y con predominio de los colores terrosos, irrumpe el dios solar irradiando luz de la cabeza y del manto amarillo que, con el fragmento de cielo azul, animan la composición. Las sombras modelan los cuerpos pero con una luz difusa que matiza las zonas no iluminadas, superado el tenebrismo por el ejemplo quizá de belleza y el esfuerzo del oficio de herrero. Conocido en el tiempo dentro del argot de los oficios como la fragua.

Todo perteneció a un mundo artesano repleto de vida y del arte menor de las manos con oficio y templanza, nos dieron un fruto ya lejano del artesano acompañado con su música. Y recuerdo al viejo vecino, el de la herrería en la puerta de su casa, a quien preguntaban por el nuevo y él respondía que no era un buen bocafragua. ¿Y cómo lo sabes si no lo has visto siquiera? Y el viejo vecino respondía: “Por el son del martillo en la begonia”.

Ya no quedan bocafraguas. Ahora todo son voceros. Ahí tenemos a los independistas catalanes con el paso cambiado de fingida democracia que el día menos pensado deciden la prohibición de la lectura de El Quijote. Y eso que no se conoce algún otro escritor que le dedicara más hermosos elogios de su prosa a Barcelona. Pero el independentismo catalán, como todas las independencias, es analfabeto en el disfraz de defensores de la libertad y la democracia con el beneplácito de Sánchez. Su ignorancia es atrevida y cicatera e involucionista.

Al otro lado del ruedo ibérico tenemos como vecino al cazador furtivo de Casado y sus gentes hábiles con el insulto permanente, la mentira y la demagogia constante, pues su reducida inteligencia no da para mucho más. De una u otra actitud antidemocrática, su estilo es propio de un fascismo trasnochado que, cuidado, va tomando forma con una plebe obediente e ignorante, orgullosa de no tener que pensar, que otros expertos en el manejo de los medios de comunicación a su servicio la tienen entretenida hasta el extremo de las amenazas del fascismo nostálgico.

Ellos y los bancos son los amos del cotarro que cocinan la malversación de lo público. La lucha está abierta en canal. Defendernos en la medida que nos es posible con la dignidad que exige la palabra libertad. Siempre estará con nosotros un libro abierto entre las manos como escudo contra los voceros de los estómagos agradecidos.

Escritor y crítico literario