Camareros/as, cocineros/as, recepcionistas, personal de limpieza, gobernantas, maîtres, mozos… Son más de 10.000 en toda la provincia de Cáceres y están llamadas/os a la huelga desde las 18h del 31 de diciembre hasta las 6h del 1 de enero. La patronal, con la chulería que le caracteriza, está en una posición inmovilista y los sindicatos han respondido con la convocatoria de un paro.
La hostelería es un sector que sufre especialmente las consecuencias de la precariedad. Salarios congelados, que en muchos casos a duras penas superan el SMI, retribución miserable de los festivos, doble escala salarial, un solo día de descanso a la semana, jornadas interminables o contratación fraudulenta, es lo que tienen que sufrir los trabajadores y las trabajadoras del sector.
Esta huelga, que afecta a las plantillas de todo tipo de establecimientos de hostelería de la provincia cacereña, que van desde hoteles a restaurantes, pasando por los bares y por las fiestas de fin de año, es la legítima respuesta que han encontrado los sindicatos ante el bloqueo que la patronal está provocando en la negociación del convenio colectivo y su negativa a aceptar alguna subida salarial.
CONVENIO DIGNO Y CON DERECHOS
La situación viene ya enquistada, desde septiembre se han celebrado seis reuniones. La última, el 13 de diciembre, solo sirvió para constatar que los patronos pretenden seguir imponiendo salarios de miseria y condiciones laborales propias del siglo pasado. La reunión de mediación, preceptiva a la convocatoria formal de huelga, estaba prevista para el 23 de diciembre pero no se pudo llevar a cabo al haber anunciado su incomparecencia la Federación Empresarial Cacereña, una de las dos federaciones empresariales que forman parte de la mesa negociadora.
Para los sindicatos, el inmovilismo de la patronal es inexplicable. Sobre todo si se tiene presente que se han recuperado las cifras de clientela y de ingresos y los niveles de ocupación y actividad son ya similares a los anteriores a la pandemia. Frente a esta recuperación de los beneficios y la subida generalizada de los precios, la patronal pretende congelar los salarios este año y ofrece un mínimo incremento para el próximo, siempre ligado a una subida proporcional de la jornada laboral anual. No acepta la negociación de una cláusula de revisión salarial y se niega a regular la retribución de los días festivos. También rechaza la adaptación de las categorías profesionales y no admite la eliminación de la doble escala salarial existente en el sector que está discriminando a unas/os profesionales frente a otras/os.
Si los empresarios no dan su brazo a torcer, la nochevieja cacereña estará impregnada de lucha de clases, iniciando un nuevo año de la mejor de las maneras posibles: peleando por el derecho a tener una vida digna de las trabajadoras y los trabajadores de uno de los sectores más precarios de la economía española.