Ciudadanas ilustres las pioneras bejaranas que partieron un día del lejano 1960 en dirección a Alemania para trabajar en el textil. Las primeras que lo hicieron fueron cuarenta y tres mujeres que salieron en autobús en marzo de 1960 en dirección a Remscheid, cerca de Lennep. No era un viaje cualquiera, se trataba en algunos casos de buscar el trabajo que en España no encontraban, en otros de obtener mejores salarios y en otros de seguir a sus maridos o novios que habían decidido realizar antes que ellas ese viaje que sabían de difícil retorno, al menos a corto plazo.
Una vez allí, y dada su experiencia, la mayoría comenzó inmediatamente a trabajar en una fábrica textil. Se fueron pensando que sería sólo para unos años, quizá hasta que ahorraran lo suficiente o hasta que en su añorado Béjar mejoraran las expectativas laborales. Pero, a pesar de que trabajaron duramente en Alemania para construir un futuro en España, en la mayoría de los casos no lo consiguieron o no como esperaban.
Contribuyeron, puede que sin darse cuenta, a la reconstrucción alemana que todavía estaba recuperándose de los estragos de la Segunda Guerra Mundial. Pero sobre todo, y de eso sí fueron conscientes, a que España dispusiera de divisas suficientes para equipar una industria incipiente que en pocos años se convirtió en floreciente.
La oportunidad inesperada
Era una famosa orquesta en Salamanca, formada por cinco mujeres, denominada Las chicas. Con la popularidad que tenían se presentó la oportunidad en 1969 de viajar a Alemania para participar en las fiestas de la casa de Salamanca en Wuppertal, una gira que duraría dos semanas.
A un mes del viaje, el directivo que también era el dueño del grupo reunió a las cinco artistas para comunicarles que una de las bailarinas no iría porque se lo impedía su responsabilidad como madre sola. Luego de este aviso, continuó con las instrucciones sobre su presentación ante el consulado alemán en Madrid para conseguir la visa. Les obligó a entregarle seis mil marcos y un papel firmado con la garantía de los derechos de sus canciones si alguna se quedaba en Alemania.
El manager se quedó con sus pasaportes para mantenerlas controladas.
Durante las dos semanas que pasaron en el exterior de España la agenda se desarrolló a cabalidad. Laura, la nueva incorporación, permaneció alejada de la diversión y constantemente desapareció por las mañanas.
Cuando la gira concluyó, salieron rumbo al aeropuerto de Düsseldorf para su retorno a España. En tanto se acercaba la hora de embarcar compartían sus anécdotas. Laura, la nueva, decidió ir al baño. Natividad, otra de las bailarinas, la acompañó. Los altavoces anunciaron el embarque. Las dos fugitivas jamás aparecieron.
Treinta y ocho años después conseguí reunirme con Natividad que me contó el desenlace de aquella aventura. El director supo desde Salamanca que Laura se quedaría porque le pagó una fuerte cantidad de dinero al propietario de la orquesta. Ella colaboraría como bailarina durante la gira y al finalizar se quedaría en Alemania.
Irse al baño fue un pretexto que Laura inventó con el fin de escaparse pero al verse acompañada por Natividad no tuvo más remedio que contárselo. Salieron al estacionamiento donde esperaba un primo de Laura.
Natividad me dijo que nunca pensó en migrar de España a Alemania hasta que aquella mañana tuvo la oportunidad y simplemente se quedó.