El Real Decreto aprobado hoy 29 de marzo es un importante paso adelante para abordar las consecuencias económicas de la invasión de Ucrania. El hecho mismo de su aprobación ya supone un avance claro porque la inacción y el retraso en las actuaciones produce incendios cada vez más difíciles de sofocar.

Se aprueban 6.000 millones de euros en ayudas directas y otros 10.000 millones de euros en créditos ICO para mitigar el impacto de los altos precios de la energía y su impacto inflacionario. En total, un paquete de ayudas de 16.000 millones de euros para apoyar a empresas y hogares y amortiguar la crisis. Asimismo, se extenderá el plazo de vencimiento de los préstamos avalados por el ICO ya concedidos hasta ahora y el plazo de carencia para los sectores más afectados.

Medidas como la extensión del bono eléctrico social a otras 600.000 familias, con lo que llegará a casi dos millones de hogares, la limitación de subida de los alquileres durante los próximos tres meses a un 2% o el incremento del 15% IMV, constituyen un importante escudo social. Para una familia de adulto y tres menores que ahora cobran 934 euros, supondría 140 euros adicionales de abril a julio.

Hay bonificaciones de 0,15 euros a la adquisición de combustible, también ayudas muy importantes al sector del transporte, a la agricultura, ganadería y pesquero o a la industria electrointensiva. En definitiva, un nuevo y enorme rescate público.

Lógicamente, la aprobación de este paquete de ayudas va unido a la prohibición de la realización de despidos objetivos motivados por la crisis. Si se hace un esfuerzo público de tan gran magnitud, es obvio que desaparecen los motivos que podrían alegar las empresas como causa de la extinción de la relación contractual.

Sin embargo, las actuaciones no dejan de ser “tiritas” que solo suponen medidas paliativas mientras no se actúe de forma mucho más enérgica para dominar unos mercados energéticos controlados por oligopolios que siguen obteniendo ingentes beneficios gracias a la inacción de un PSOE al que le siguen temblando las piernas a la hora de limitar sus beneficios. No se interviene para fijar precios máximos ni acaba con los enormes beneficios caídos del cielo ni con la sobre retribución de la que se aprovechan las empresas.

En definitiva, bienvenidas las tiritas, que ni siquiera habrían existido sin la presión de Unidas Podemos. Pero es hora ya de soluciones estructurales. Y para eso hay que hablar de intervenir en los mercados y acabar con el expolio que las grandes empresas están perpetrando.

Hace falta socialismo.