Waldino Varela es un referente histórico del sindicalismo, de la honestidad y un ejemplo vivo de cómo la clase obrera organizada, puede defender y luchar por sus intereses, incluso en las situaciones más adversas.

Nacido en Vigo el 27 de febrero de 1930 en el seno de una familia republicana, vive desde temprana edad la identificación con los valores democráticos y republicanos. Con 14 años empezó a trabajar en los astilleros Vulcano en donde desarrollaría toda su actividad profesional como tornero especialista de profesión. Aquel niño que con seis años acude a la masiva manifestación del primero de Mayo de 1936, suceso que permanecería vivo en su memoria, pronto se incorporaría, a pesar de la orgía de sangre desatada por el fascismo en nuestro país, al trabajo solidario del “Socorro Rojo”. Eran tiempos dominados por el terrorista estado fascista, eran los tiempos del pensamiento único y del sindicato vertical; tiempos de total oscuridad, de miseria y de una feroz explotación capitalista.

Con 17 años Waldino participa en una de las primeras acciones reivindicativas en el Astillero Vulcano desde el final de la guerra civil: durante dos meses se organizan plantes por la defensa de tres compañeros represaliados, al mismo tiempo que se elabora un pliego de mejoras laborales. Por ello sería expedientado por primera vez con 15 días sin empleo y sueldo. Desde 1953 Waldino Varela formaría parte del Jurado de Empresa, pues eso les permitía elaborar una serie de reivindicaciones al amparo de la propia legislación fascista. Leerse el “estatuto de los trabajadores” franquista era necesario, decía él, para utilizar sus propias armas en la defensa de los trabajadores. No era fácil convencer a los compañeros de la necesidad de la lucha organizada y menos el que estuviesen dispuestos a presentarse como candidatos a miembros del Jurado de Empresa.

Comunista y gran pedagogo revolucionario le explicaba a los trabajadores lo justo y lo necesario de sus reivindicaciones, desde el incumplimiento por parte de la empresa de las condiciones de seguridad en el trabajo hasta luchar por la regulación de las horas extraordinarias, jornadas semanales máximas de 60 horas en vez de 80, el descanso de día y medio a la semana, la jornada continuada y las subidas salariales. El enfrentamiento con la dirección de la empresa estaba programado, pero la información de los dirigentes obreros a la plantilla y la organización, en la que destacaban los miembros del Partido Comunista, hicieron posible conseguir muchas de los objetivos propuestos. Se luchaba no sólo por mejoras en las condiciones de trabajo, sino también en solidaridad con aquellos que no tenían un puesto de trabajo. Si en el astillero había mucho trabajo, que el astillero ampliase la plantilla, y si no había carga de trabajo suficiente, “cada uno para su casa”; esa era una postura que aunaba la lucha por la dignidad y la solidaridad con los desempleados.

En la larga vida de lucha de nuestro camarada Waldino Varela, hay tres momentos que marcan no sólo su vida como dirigente obrero, sino que serían también un hito en la lucha por las libertades políticas y sindicales y en definitiva por la emancipación de la clase obrera. Éstos son las movilizaciones de los años 50, la huelga del 62 y sin duda alguna, la más relevante, la huelga general de 1972 en la ciudad de Vigo.

Lo que se consiguió en las movilizaciones de los años 50, tuvo una gran repercusión en todos los trabajadores de los astilleros de la Ría de Vigo y en las demás empresas de la zona. El mensaje no por ser viejo dejaba de ser importante: con la sumisión al capital no se consiguen mejoras sociales y laborales. Sólo con la lucha organizada y dirigida por líderes que sepan captar el sentir de las necesidades populares y ofrecer alternativas, se pueden lograr mejoras para la clase trabajadora.

La huelga de los mineros de Asturias en 1962 pondría a prueba a los trabajadores de Factorías Vulcano y otras empresas de la Ría. La dirección del Partido Comunista había llamado a la solidaridad, y el jurado de empresa convocaba a asambleas para informar sobre la situación en Asturias, la represión desatada y la necesidad de solidarizarse con los mineros de las cuencas en lucha. Así se consiguió que parasen su actividad Astilleros Vulcano, el astillero más grande de la Ría, H.J. Barreras y los tranvías de la ciudad. La movilización de 1962 marca un antes y un después en el nivel organizativo de la clase obrera de Vigo. La represión a los despedidos generó una gran ola de solidaridad y contribuyó a que cada vez afloraran con más fuerza las contradicciones entre el capitalismo y la clase obrera por una parte, y entre el propio capitalismo y las superestructuras del poder político por otra, que sin ser ajenas al sistema productivo dominante, sí impedían “un desarrollo normal” de la explotación del trabajo por el capital. La necesidad de llegar a una solución de los conflictos por medios diferentes a la represión permanente e indiscriminada se hacía cada vez más necesaria, incluso desde la óptica del capital.

La huelga de 1962 no solo supuso la caída de la célula del P.C. en Astilleros Vulcano, sino también la de otros luchadores obreros. La vuelta al trabajo de los dirigentes represaliados en las movilizaciones de 1962, dieron un fuerte impulso a nuevas tareas organizativas. La consigna de los dirigentes obreros en todos los astilleros de la Ría, empresas auxiliares, Citroën, la mayor de la comarca, y el resto de las empresas fue la de crear “Comisiones Obreras” en todas las fábricas y centros de trabajo. La mayoría de la población asalariada empezaba a tomar conciencia de que sólo la lucha organizada podría poner fin a la dictadura. El camarada Waldino percibe que se está viviendo un nuevo momento político de dimensiones históricas. La fuerte represión por parte del régimen franquista no impediría salir a la calle cada vez con más fuerza con consignas y directrices que asumiesen los deseos de libertad política y sindical y de mejores condiciones de trabajo en las empresas.

Si la historia del camarada Waldino Varela, también es la de la lucha de la clase obrera en Vigo y comarca, ésta alcanzaría uno de sus puntos culminantes en 1972. Los últimos cinco años de la lucha contra la dictadura franquista tienen en el cinturón costero de Galicia uno de sus máximos exponentes. El conflicto en la factoría de Bazán en Ferrol, en la que la represión provocaría el 10 de marzo de 1972 una de las masacres más grandes en la historia de la clase obrera gallega. Para doblegar a los huelguistas la dictadura recurre a todas las fuerzas disponibles. Con el asesinato de Amador Rey y Daniel Niebla, y Julio Aneiros gravemente herido, la chispa salta a la ciudad de Vigo. La matanza de Ferrol provoca una ola de paros y movilizaciones en Vigo y comarca en las que las Comisiones Obreras en Vigo y el Partido Comunista juegan un papel dirigente. La dinámica de la lucha de clases hacía presagiar momentos históricos. A raíz de la reivindicación laboral en la factoría de Citroën, la empresa reacciona con una serie de despidos provocando otra enorme ola de huelgas solidaridas en empresas como Vulcano, Barreras, las empresas auxiliares, Alvarez y muchas más. Vigo viviría en setiembre de 1972, una huelga general que durante quince días haría tambalear al régimen. La ciudad fue tomada por los grises, la guardia civil y policías anti disturbios llegados de toda España. Todo ello no impidió que durante dos semanas 35.000 obreros secundaran la huelga general y quizás lo que fue más importante: la enorme solidaridad mostrada por la mayoría de la ciudadanía con los huelguistas que se tradujo en el cierre de un gran número de comercios. La huelga del 72 fue junto con la de Ferrol el mayor éxito de la clase obrera gallega en su lucha contra la dictadura. Ciertamente la huelga se saldó con despidos, aunque muchos menos de los que el régimen exigía.

Tal grado de movilización sólo fue posible con unas Comisiones Obreras, un Partido Comunista y demás fuerzas antifranquistas, conformando entre todas lo que en aquel entonces era la vanguardia de la clase obrera. Pero todo ello ponía en evidencia algo por lo que el camarada Waldino había luchado a lo largo de todos aquellos años. Como bien escribió la Delegación Exterior de Las Comisiones Obreras” en su Boletin Informativo Nº 50 (23 de setiembre 1972). “…Los hechos de Vigo (…) harán comprender a los que insisten en que la actitud más revolucionaria es la de dimitir de los cargos sindicales, que por lo menos esos planteamientos necesitan un examen más profundo. Es decir, que tener o no tener un cargo sindical no es lo que decide ser o no ser un dirigente del movimiento obrero, sino que la cuestión es saber utilizar esos cargos como elemento movilizador del conjunto de los trabajadores (…) lo que ha hecho posible llegar a ésta situación es el trabajo paciente de una vanguardia muy aguerrida, con una gran capacidad e inteligencia para aplicar la línea trazada por las CCOO”.

Y Waldino Varela fue un miembro destacado de esa vanguardia en su ciudad. Fue el primer secretario general comarcal de Comisiones Obreras en Vigo y por su gran popularidad, fue uno de los tres concejales del Partido Comunista de España elegidos en las primeras elecciones municipales democráticas de 1979.

Mirando hacia atrás y acariciando ya los 90 años, Waldino Varela reflexionaba recientemente sobre lo que era la lucha hace cuarenta o setenta años y la situación actual: “Hoy hay menos debate. Se cuenta menos con las bases. No se hacen asambleas conjuntas, cada empresa o sector toma decisiones por separado. No puedes movilizar a la gente si no la reúnes para que diga lo que piensa….Así están las cosas…y pese a que el panorama laboral es un desastre y se han dado pasos atrás en las conquistas, no hay movilizaciones. ¿Cómo se puede trabajar por 700 euros y mantenerse callados? Parece que los sindicatos lo han asumido. Igual que han asumido los contratos de trabajo de tres o cuatro días…”.

Pero no podemos olvidar algo de vital importancia: la vida de lucha de Waldino Varela no sería posible sin la identificación ideológica, sin la estrecha colaboración de Julia, el amor de su vida. Julia y Waldino son un referente humano, de lucha, de acción conjunta, de respeto y por qué no decirlo, del amor. No le tengamos miedo a las palabras: la historia de la humanidad no es sólo una historia de la lucha de clases, también puede y debe ser una historia de amor. Si somos un producto histórico y bebemos de las fuentes del humanismo más radical, del siglo de la luces y de la ilustración, cualquier forma de lucha por la emancipación se hace en función de muchos seres humanos a los cuales no conocemos pero que nos identificamos con sus problemas derivados de la explotación del hombre por el hombre. Eso es humanismo en estado puro, pero también le podemos llamar lucha de clases. No necesitamos grandes declaraciones ni rimbombantes palabras, tampoco es necesario el libro de familia, nos llega con el Manifiesto Comunista que nos permite entender el mundo y luchar por una sociedad más justa, eso ya es suficiente. Finalmente, parafraseando a Adolfo Dufour, director del documental sobre la vida de Marcelino Camacho “Lo posible y lo necesario”, cuando dice: “Hay esperanza porque hay muchos Marcelinos y Josefinas”. Nosotros decimos: “Tendremos esperanza si vuelve a haber muchos Waldinos y muchas Julias”.

Gracias camarada Waldino. Nos dejaste el pasado 8 de agosto, a tus 92 años, con las botas puestas y el puño en alto hasta el final. ¡DESCANSA EN PAZ! ¡VIVA LA LUCHA PROLETARIA! ¡VIVA EL PARTIDO COMUNISTA!