El viaje de Nancy Pelosi a Taiwán, tras la Cumbre que la OTAN celebró en Madrid el mes de junio, no solo supuso una provocación directa a China, saltándose todos los acuerdos internacionales, sino que también pone en evidencia cómo los EEUU están ya instalados -tanto en su lenguaje, como en sus acciones- en clave de una Guerra Fría.

Para entender que este movimiento no es una acción aislada, ni fortuita,tenemos que partir del análisis de la Directiva de Seguridad Nacional de EE.UU. que el Presidente Biden publicó en marzo de 2021, en la que reconocía que los EE.UU. habían fracaso en implantar un Orden Internacional Unipolar y tenían que reaccionar ante una situación en la que estaban perdiendo la iniciativa en el ámbito internacional, lo que les encaminaba hacia una deriva de decadencia y por tanto, a perder la hegemonía mundial que habían alcanzado al final de la Guerra Fría del S. XX.

Para avanzar en este objetivo estratégico, la citada Directiva de Seguridad Nacional plantea como táctica que los EE.UU. asuman la responsabilidad de reagrupar en un Bloque a lo que cínicamente denominan Mundo Libre, que no son otra cosa que los Estados Imperialistas que han dominado el Mundo con métodos coloniales durante siglos, y confrontar con quienes -más cínicamente aún- definen como Estados Autoritarios.

Presionar a Rusia, tensionar a China

La reciente Cumbre de la OTAN celebrada en Madrid ha certificado la disposición de la Organización Militar para intervenir en todo el planeta, fuera de los mandatos de la Carta de las Naciones Unidas, como parte de un plan que se aplica de una forma descentralizada en todo el mundo:

En primer lugar, y de manera especial, se busca aumentar la tensión económica, militar y política con la Republica Popular de China, se trata de alentar el enfrentamiento de China con sus vecinos y últimamente -de forma especialmente grave- se utiliza a Taiwán como elemento de provocación hacia China, rompiendo, como ya hemos dicho, la legalidad internacional.

En segundo lugar, y muy relacionado con la pretensión de buscar la confrontación con China, se plantea aumentar la presión hacia Rusia a la que se le aplican todo tipo de sanciones económicas y se le provoca, tratando de llevar la OTAN hasta sus fronteras, en contra de los acuerdos internacionales y de lo que debería ser una Política de Seguridad Europea Compartida.

En tercer lugar, es cada vez más fuerte la ofensiva que trata de acabar con los gobiernos progresistas de América Latina, recrudeciendo bloqueos económicos y apoyando a las oligarquías nacionales, tratando de evitar una articulación territorial que permitiese un aprovechamiento de los recursos naturales para mejorar la calidad de vida de sus pueblos. En esta ofensiva tenía un papel especial la fracasada Cumbre de las Américas que debería hacer marcado el inicio de una nueva etapa en la que los EE.UU. volvían a ser el referente hegemónico en esta región,

Al mismo tiempo se busca asegurar el control del Mediterráneo, con el apoyo a Israel y la activación de la presencia de la OTAN en la zona, lo que explica desde los acuerdos entre Israel y Marruecos hasta el cambio de posición del Presidente del Gobierno de España en relación con el Sáhara Occidental para acercarse a los intereses expansionistas de Marruecos.

En este marco geopolítico, tenemos que analizar la Guerra de Ucrania. Por encima de las consideraciones que se puedan tener sobre las responsabilidades en el inicio y desarrollo de esta Guerra -el PCE ya se ha manifestado sobre ello-, nadie puede negar que este conflicto está siendo para los EE.UU. una oportunidad para avanzar en su objetivo de desgastar a Rusia y recuperar la iniciativa. Por ello están desarrollando una campaña mediática -quizás la mayor de la historia- que por el momento tenemos que reconocer ha permitido al Imperialismo algunos avances, como generar un clima de tensión internacional que consigue aumentar en algunos estados europeos el apoyo social a la ampliación de la OTAN Global, al tiempo que provoca la desconexión entre Europa y Asia, rompiendo la posibilidad de que se consolidasen unas relaciones económicas y comerciales al margen de los EE.UU., lo que además sitúa a la UE en unas condiciones todavía más dependientes de los EE.UU.

En este sentido, el imperialismo puede valorar que está consiguiendo algunos éxitos, pero no se puede olvidar que también está mostrando en estos momentos sus debilidades. A pesar de sus presiones no consiguen cerrar unas crisis económicas encadenadas que están derivando en una crisis sistémica, en la medida que el Capitalismo se muestra incapaz de conseguir las altas tasas de beneficios que reclaman las grandes multinacionales. Por ello, los EEUU se tornan más agresivos en sus objetivos de que las capas populares de los Estados más avanzados asuman que tienen que hacer sacrificios. Y, por otra parte, redoblan sus presiones para conseguir “conquistar” o “recuperar” más territorios para explotar, de manera que mientras avanza en agrupar y dominar al mal llamado primer mundo, está sufriendo retrocesos en el resto del planeta, América Latina, Asia y África.

QUÉ HACER

Partiendo de las fortalezas y debilidades del Imperialismo, debemos plantearnos la clásica pregunta de QUÉ HACER, para disputar con éxito la hegemonía política, social e ideológica al capitalismo en su actual fase imperialista.

Para ello brevemente planteo dos cuestiones que considero básicas:

1. Estudiar cómo coordinar esfuerzos para rentabilizar mejor los medios de los que disponemos. Si bien es verdad que el Imperialismo nos supera en medios materiales, también lo es que a veces nosotros no somos capaces de rentabilizar los que tenemos. Hay que dar valor a la lucha comunicacional como base de la lucha ideológica. Si el imperialismo consigue que arraiguen en nuestros pueblos sus valores y caracterizaciones falsas de lo que sitúan como «el bloque de Estados Autoritarios,» les será mas fácil imponer su dominio político y social, y hacerlo teniendo en cuenta que están construyendo todo un entramado de redes para que influyan a su favor en la sociedad civil organizada. Se ve de manera especial en América Latina, donde la oposición se trata de esconder más detrás de unas autoproclamadas “organizaciones civiles independientes”, que realmente están financiadas y dirigidas desde los centros económicos y políticos del Imperialismo.

2. Conjugar el apoyo a la izquierda latinoamericana y caribeña con generar luchas internas en los Países de la Unión Europea que dificulten al máximo el objetivo de que Europa sea un territorio sumiso y cooperante de la política de Guerra Fría. Somos conscientes de que en América Latina se está jugando una batalla de trascendencia mundial. Los EE.UU. necesitan dominar esta región para que vuelva a ser su patio trasero del que extraer recursos materiales y humanos. Nuestro objetivo es que el Imperialismo no consiga su objetivo de tener las manos libres para dedicar todo su esfuerzo actuar en su ofensiva contra China. Termino señalando que esta estrategia no se improvisa, por ello es interesante tomar nota de que en el año 2022 se están desarrollando diferentes eventos en los que, de manera formal o informal, junto a los temarios propios de cada articulación, se debería debatir cómo hacer del año 2023 un Año de la Lucha, concretando los debates en acciones que aunque descentralizadas sean coincidentes en los objetivos de ganar la calle y las instituciones para derrotar al Imperialismo que está poniendo en grave peligro el futuro del Planeta.