Ha salido a la luz una encuesta del grupo Prisa en la que se plantean dos escenarios de cara a las próximas elecciones generales: uno contemplando que la izquierda vaya separada, UP, Sumar y Más País; y otra en la que se hiciese una candidatura unitaria en Sumar. Por si alguien tenía alguna duda, los resultados son esclarecedores, la ley electoral no permite tanta división en un electorado tan exigente, que sólo acude a las urnas si está realmente ilusionado, ya que eso de “parar a la derecha” está muy quemado ya. Hace falta un proyecto aglutinador de la izquierda transformadora que tenga la capacidad de motivar y movilizar a las capas populares.

Es imprescindible que tanto la dirección de las organizaciones como la militancia hagan un ejercicio de reflexión honesta en la que se haga un análisis de la realidad y se plantee una estrategia conjunta, en el que diciembre de 2023 no sea un final sino un principio. Tenemos que dejar en casa los prejuicios, las heridas fruto de los eternos agravios comparativos y los orgullos partidistas para ser capaces de tener altura de miras.

Voy a hacer un análisis lo más objetivo posible, aunque temo no le va a gustar a nadie, de la situación de los partidos principales que deberían incluirse en la plataforma de Sumar, empezando por Más País.

El partido de Íñigo Errejón, a nivel estatal, da palmas con las orejas ya que ve que puede conseguir representación e importancia por encima de sus posibilidades si se presentase por su cuenta, como pasó en Andalucía donde obtuvo una diputada por Sevilla sin tener implantación territorial. Por el momento están siendo bastante discretos ya que buscan diferenciarse de sus antiguos compañeros, conscientes del trato privilegiado que ostentan.

Por otro lado, Podemos sabe, pero no quiere asumirlo, que ya no es el partido hegemónico en la izquierda transformadora, por lo que utiliza todos los recursos a su alcance para establecer un marco de autodefensa en el que por acción o inacción, todo es un ataque contra ellos. Ahora bien, hay que reconocer que tienen parte de razón, es legítimo pensar que tus socios de coalición (IU) te está haciendo la pinza con tus antiguos compañeros de partido, cuya coartada para tomar su propio camino fue precisamente no querer pactar con Izquierda Unida; la cuál también tiene sus motivos para superar una coalición que ha invisibilizado completamente su organización.

Izquierda Unida, desde el “pacto de los botellines”, en todos los procesos generales, autonómicos, y una inmensa mayoría municipales, ha demostrado un sentido común intachable, en el que se ha puesto por delante el interés de la mayoría social al de su propio partido, con consecuencias tan graves como que una gran parte de la población desconociera hasta hace poco que IU seguía existiendo, una infrarrepresentación en listas y recursos, o la marcha de muchos militantes que no han comprendido la situación.

Y cómo no, hay que hablar de Sumar. Un proyecto de frente amplio fraguado a fuego lento, basado en un proceso de escucha buscando dar importancia a la sociedad civil, a la vez que se la quita a los partidos, debido a los vientos “apolíticos” que corren; y en el liderazgo de Yolanda Díaz. ¿Cuál está siendo su actitud ante todas las polémicas generadas por otros entornos, que no buscan sino fragmentar la izquierda transformadora? Abstracción, no dejarse llevar por impulsos ni apoyar a nadie incondicionalmente. ¿Está siendo acertada su posición?

Pues bien, bajo mi punto de vista, en estas cosas hay que entender que nunca llueve a gusto de todos, ¿es normal que a Podemos le moleste que no haya respaldado inmediatamente a Irene Montero en los ataques que ha sufrido? También, y no hay que invalidar ese tipo de sensaciones ya que sólo van a contribuir a reforzar las trincheras y convertir en insalvable la relación en el seno de la coalición. No obstante, hay que entender la postura y la estrategia de la vicepresidenta. La gente está cansada de polémicas, insultos y reproches, por mucho que sean justificados, y aunque despierte rencores, quizá mantener una posición más alejada de la confrontación permanente, es algo que pueda agradecer el electorado progresista.

En definitiva, tenemos delante de la oportunidad de guardar las armas, curar viejas y nuevas heridas y empezar a trabajar hombro con hombro para ofrecer una candidatura de gobierno, en la que desde la discreción de la gestión de los problemas, contradicciones, y demás traspiés, y a través de la ilusión de poder gestionar la crisis que viene con un refuerzo del estado de bienestar y los derechos laborales, en vez de resignarnos y sucumbir al terror neoliberal.

Los números, y el sentido común nos dicen que no hay lugar para 3 listas de izquierda al margen del PSOE, y si no somos capaces de superar este escenario, de ninguna manera convenceremos no sólo a nuestro electorado, y mucho menos a nuestra clase, que no es la “media trabajadora” que nos vende el PSOE, sino toda aquella persona que depende de su fuerza de trabajo para vivir.

La encuesta arroja dos resultados. Por un lado, divididos, Más País sacaría 2 escaños, Unidas Podemos 7 y Sumar 23. 32 en total, y podremos pensar: ¿bueno, no está tan mal, no? Efectivamente, dada la progresión de las encuestas como UP, podría ser mucho peor, pero ¿y si le damos la vuelta? Podría ser muchísimo mejor. La encuesta que engloba a los partidos en Sumar, nos aportaría 57 escaños en el Congreso con un 18,7% de los votos. El PSOE se quedaría en 24,8%, separándose sólo en un 6,1%.

Y aquí es donde cabe lugar para la ilusión; de nuevo analicemos la realidad sobre el momento en el que se ha hecho el trabajo de campo, polémica tras polémica: sedición, ley del sólo sí es sí, ley trans, continuos reproches en ambas direcciones en el seno de la coalición… En definitiva, metapolítica, conflictos que a la mayoría de la población no sólo no les importa sino que aborrecen. ¿Y si le damos la vuelta al asunto, cargamos de propuesta, alegría y valentía nuestro mensaje, hablando de lo que habla la gente?

Tenemos ante nosotros y nosotras un gravísimo problema: la inflación está acabando con el poder adquisitivo de la gente, la cesta de la compra, la energía y la vivienda están absolutamente disparadas. ¿Empezamos a presionar al PSOE de forma cohesionada para sacar adelante una ley de vivienda que ponga tope a los alquileres, regule tanto los precios como los impuestos del sector bancario, energético y alimenticio, y proponemos un pacto de rentas concreto en el que se equipare en su justa medida los salarios al IPC?

Tenemos que creérnoslo, si dejamos nuestras disputas internas y conseguimos trasladar a nuestra clase que Sumar es la opción que va a dejarse la vida en mejorar la de la clase trabajadora, llamadme iluso pero no veo ninguna locura el sorpasso al Partido Socialista, y en vez de los ríos de tinta escritos por pirómanos que sólo buscan hacer más grandes nuestras diferencias, esta es la línea que debe seguir toda persona que se considere progresista.

Porque con alegría sólo podemos vencer.

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