El 4 de enero de 1970 la dictadura franquista aprueba la Ley de Peligrosidad Social que en su artículo tercero estipula que serán declarados en “estado peligroso” y que se les aplicarán las medidas de seguridad y “rehabilitación” a quienes “realicen actos de homosexualidad.” Antes, en 1951, el Tribunal Supremo sentenció que la homosexualidad era “un vicio repugnante en lo social, aberración en lo sexual, perversión en lo psicológico y déficit en lo endocrino”. Comenzaba así la construcción de un entramado normativo que provocaría un viacrucis de tortura y ostracismo.

Durante años se realizaron terapias con la intención de corregir la homosexualidad, técnicas que eran una auténtica tortura. López Ibor, insigne psiquiatra del franquismo, practicó lobotomías y terapias de electrochoque. Como prueba, la revista Interviú recogió un fragmento de una conferencia suya donde decía: “Mi último paciente era un desviado. Después de la intervención del lóbulo inferior del cerebro presenta, es cierto, trastornos en la memoria y la vista, pero se muestra más ligeramente atraído por las mujeres”.

Se destinaron cárceles para las personas LGTB como las de Huelva y Badajoz. En 1954 se puso en marcha la Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía, Fuerteventura, un campo de concentración que se mantuvo activo hasta 1966. Testimonio de los horrores vividos allí son las palabras de Octavio García, preso durante 16 meses: “Te transforma, te quita la mente”, dijo en una entrevista en la que relataba las torturas y humillaciones que sufrió para que su suplicio no se borrase de la historia. García falleció a los 87 años en 2018.

Frentes de liberación homosexual

Ramón Martínez, doctor en Filología por la Universidad Complutense, recoge en su libro Lo nuestro sí que es mundial (Egales, 2017) el nacimiento de los primeros espacios de militancia LGTB. La primera la Agrupación Homófilia para la Integración Social, que en 1971 pasaría a llamarse el Movimiento Español Homosexual. Tenía entre sus miembros a históricos activistas como Armand de Fluviá. También las primeras activistas lesbianas, algunas bajo sobrenombres como Marga o Amanda Klein, todavía hoy siguen en el anonimato. El movimiento comienza a andar y se crean los frentes de liberación homosexual, como el Front d’Alliberament Gai de Catalunya o el Frente de Liberación Homosexual de Castilla.

En 1977 un grupo de militantes del PCE fundan el Movimiento Democrático de Homosexuales. Entre sus miembros se encontraba el cineasta Eloy de la Iglesia. Esta organización tenía un órgano de expresión, la revista Nosotros. Su primera declaración de principios proponía la unidad de los movimientos que nacían en esos años y el fin de la represión jurídica y policial a las personas LGTB. El papel del PCE fue fundamental, y con el paso de los años ha quedado silenciado.

Ese mismo año tuvo lugar en Las Ramblas de Barcelona la primera manifestación del Orgullo. Era la primera vez que el movimiento LGTBI salía a la calle para reclamar sus derechos. La marcha fue disuelta violentamente, con la resistencia de las personas trans ante los golpes de los grises.

El PCE y la despenalización

El 10 de febrero de 1978 el grupo parlamentario del PCE presentó una enmienda en la proposición del PSOE para reformar la Ley de Peligrosidad Social, eliminando las referencias a la peligrosidad de la homosexualidad. La aprobación de la enmienda despenalizaría la homosexualidad en España. La norma fue sancionada el 26 de diciembre del mismo año y la reforma entró en vigor el 11 de enero de 1979 tras su publicación en el BOE. Un paso gigante en medio de un clima de homofobia generalizada.

El papel del PCE no se quedó ahí, posteriormente el Partido celebra en julio de 1986 las primeras Jornadas sobre la cuestión homosexual, organizadas por la Comisión Gay del Comité Central. Además, continuó el trabajo parlamentario, consiguiendo eliminar de las fichas policiales generadas la “homosexualidad masculina o femenina” en 1987 y así hasta nuestros días, el PCE e IU a través del trabajo en los movimientos sociales y las instituciones, continúan defendiendo y ampliando derechos para las personas LGTB.

Hay que poner en valor estas luchas de quienes se abrieron paso en medio de la oscuridad, que posibilitaron los derechos que hoy vuelven a ser puestos en cuestión por la ultraderecha. El camino no fue fácil, las resistencias externas, y también internas, eran enormes y pese a eso los activistas y militantes del PCE empujaron para avanzar en derechos y conquistar la libertad. Es imprescindible defender la memoria de estas conquistas y homenajear a quienes las hicieron posibles.

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