El pasado 8 de marzo, día de las mujeres trabajadoras, las mujeres volvimos a llenar las calles. Desde las grandes capitales a los municipios más pequeños de España, con reivindicaciones feministas, como el fin de las violencias machistas, de la brecha salarial, los suelos pegajosos y los techos de cristal.

Sin duda, el movimiento feminista volvió a triunfar ocupando las calles contra todas las expectativas de las derechas reaccionarias de Ciudadanos, PP y VOX y el espacio mediático que les apoya.

También superó a aquellos colectivos de mujeres feministas disconformes con algunas de las políticas impulsadas por el Ministerio de Igualdad, en especial por la ley más controvertida de la legislatura, la Ley 4/2023, para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI.

Han sido meses de trabajo para las activistas feministas que como las comunistas del PCE apostábamos por las convocatorias unitarias, por los manifiestos de consenso y la unidad en la acción.

Así como en 2018 conseguimos que los posicionamientos feministas que nos dividían, como la prostitución, no se reflejara en la mayoría de los manifiestos ni en las reivindicaciones unitarias, esta vez no se anunciaba así.

Previamente al 8M las tensiones se habían agudizado dejando heridas abiertas difíciles de cerrar, de tal manera que, en algunos espacios de confluencia feminista, la visceralidad había aumentado las situaciones de confrontación. Se ponía en valor las diferencias por encima de la unidad como estrategia de lucha para la conquista de más derechos feministas.

No vamos a negar que la situación en el seno del movimiento feminista también en parte viene motivada por un ataque de cuernos. ¿Quién lidera el feminismo institucional? Y ¿quién lidera el feminismo en las calles? Un sector de mujeres próximas al PSOE que no asumen perder liderazgo o un sector de “feministas” que les supera el desbordamiento feminista anticapitalista de las jóvenes y que no buscan generar alianzas trabajando en lo común y desde el acercamiento sino que prefieren resaltar las diferencias para marcar territorio y competir.

En paralelo, también la caverna mediática se puso en funcionamiento desde la aprobación de la Ley del Solo Sí es Sí. El patriarcado ha visto perder privilegios sobre el cuerpo de las mujeres y menosprecia los avances de lo que supone para las mujeres poner en el centro de la ley el consentimiento. ¿Cuántas mujeres han sido violadas y lo han silenciado para no sentirse culpabilizadas o cuestionadas por cómo vestían o por su estado de embriaguez o porque paralizadas no pudieron negarse?

Si el ambiente era desmotivador, el PSOE, el 7 de marzo en vísperas del 8M, de manera desleal aprueba una reforma de la ley del Solo Si es Sí, que, con el apoyo de las derechas, sitúa el consentimiento fuera del centro de la ley.

Aunque al otro lado del río tampoco es oro lo que reluce pues existe un sector del feminismo regulacionista de la prostitución y de los vientres de alquiler, que en los espacios de construcción del 8M intenta aprovecharse del debilitamiento del feminismo de clase, abolicionista transinclusivo, el que compartimos las comunistas del PCE para intentar visibilizar aquellos posicionamientos que nos dividen.

En esta situación de remar contracorrientes nos hemos encontrado muchas de nosotras, pero no podemos negar la gran satisfacción que hemos tenido al haber conseguido finalmente manifiestos de consenso y acciones de movilización unitarias en muchas localidades. Y que, a pesar de darse diferentes convocatorias de manifestación en una misma ciudad, las mujeres hemos respondido en las calles con movilizaciones masivas y con ganas de cambiarlo todo, para conseguir más derechos y vivir una vida libre de violencias machistas.

Ni un paso atrás

Del 8M de 2018 al de justo antes del confinamiento por la pandemia se marcó un punto de inflexión. El feminismo habría entrado en las casas, en los centros de trabajo, en las universidades y en los centros de enseñanza.

Las mujeres aprendimos que movilizándonos conseguíamos derechos, así fue después del 2018, vinieron todas las conquistas feministas: la ley Trans, la ley del Solo Sí es Sí, la ley del aborto… Un feminismo que ha generado conciencia en las jóvenes y en mujeres muy diversas, de diferentes edades y múltiples situaciones de vida y que también ha impuesto en los hombres, especialmente jóvenes, nuevas masculinidades que superan los estereotipos y roles que les designa el capitalismo patriarcal.

Pese al clima de tensión en la política y en el movimiento feminista, las manifestaciones volvieron a ser numerosas e imperó en las calles la necesidad de transformar la sociedad y de conseguir más derechos.  

Por una sociedad que ponga en valor la vida y el trabajo de cuidados que la mantiene.

Por una sociedad que ponga en valor la vida frente a la acumulación de capitales y beneficios para las empresas.

Por una sociedad que ponga en valor la vida frente a los feminicidios. Porque nos están matando.

Por una sociedad que ponga en valor la vida frente a las guerras y a las víctimas del patriarcado armado.

Por una sociedad que ponga en valor la vida y se imponga al fascismo que nos la quiere quitar.

La construcción del 8M. Un trabajo unitario que ha valido la pena y que debemos seguir construyendo, en España, en Europa y en el mundo entero.Porque el feminismo lo está cambiando todo, está avanzando y también nuestras conquistas. Porque la revolución socialista o será feminista o no será.

(*) Secretaria Área Feminismo PCE

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