Han pasado 15 años desde los primeros planes de Igualdad, que vieron la luz con la Ley Orgánica 3/2007 para la Igualdad efectiva de mujeres y hombres. Esta ley, que ya es una veterana de las políticas de igualdad, dedicaba un capítulo entero a los planes y fijaba que debían tenerlos todas las empresas de más de 250 trabajadores y trabajadoras.
Con el Real Decreto Ley de medidas urgentes para la garantía de la igualdad de trato y de oportunidades entre hombres y mujeres se modificó estala ley obligando a todas las empresas de más de 50 trabajadores y trabajadoras a tener planes de igualdad. Además, en 2021 entraron en vigor los reales decretos 901/2020 y 902/2020, por los que se regulan los planes de igualdad y su registro y se modifica el Real Decreto 713/2010, sobre registro y depósito de convenios y acuerdos colectivos.
El objetivo de todas estas medidas por parte del Gobierno es ambicioso, ya que en nuestro país más 2,4 millones de trabajadores y trabajadoras desarrollan su actividad laboral en empresas que deben contar con planes de igualdad, la herramienta más importante para avanzar en el camino a la igualdad que podemos encontrar como trabajadoras y trabajadores.
Más de 2,4 millones de trabajadores y trabajadoras desarrollan su actividad laboral en empresas que deben contar con planes de igualdad, la herramienta más importante para avanzar en el camino a la igualdad
¿Son los planes de igualdad una herramienta útil para la política, más allá de su aplicación en el ámbito laboral? Desde esta pregunta, desde Izquierda Unida se ha tratado de responder con el 1er Plan de Igualdad que ha aprobado la organización, como parte de las reivindicaciones históricas de las feministas de IU y el PCE. Un plan de Igualdad, que basado en los planes de igualdad laborales, traslada el ámbito de aplicación y las medidas a la esfera de la participación política.
Usando como base el modelo de los planes de igualdad laborales se han determinado 6 ámbitos de actuación –participación, cuidados y tiempo, representación y promoción interna, formación y divulgación, comunicación y prevención del acoso y las violencias machistas- que tratan de abarcar todos los espacios de vida política de mujeres y hombres. Previo a esto se ha llevado a cabo un diagnóstico detallado sobre la situación de las mujeres y los hombres en el ámbito de la organización, y sobre cómo es y cómo perciben su experiencia militante. Con esta foto, que refleja la realidad de una organización política, y que a su vez, es reflejo de la propia sociedad, podemos adelantar algunas conclusiones sobre qué medidas se deben articular para que la igualdad sea real y efectiva en el ámbito de la participación política y también apuntar nuevos enfoques que pueden ser muy útiles para el diseño de políticas municipales.
Las mujeres participan, pero siguen lejos de los puestos de mayor status
Uno de los datos más relevantes del Plan de Izquierda Unida es que las mujeres jóvenes participan más, aunque la brecha entre mujeres y hombres sigue siendo alta. De media, en el ámbito de la organización (que se define en sus estatutos como feminista), las mujeres no alcanzan el 35% de la representación. Superar esos 5 puntos que nos separan de la paridad es una de los objetivos específicos principales del Plan.
En el mismo sentido, las mujeres están muy lejos de ser el centro de la representación política, viéndose en muchas ocasiones alejadas de las responsabilidades de más peso y estatus en el ámbito de la organización: el 75% de las personas que componen estas responsabilidades de mayor estatus son hombres. Por todo ello, atacar la segregación vertical y horizontal que en la organización se da es una de las cuestiones centrales del Plan, que hombres y mujeres ocupen y se repartan las responsabilidades, de manera transversal, al tiempo que se busca poner en valor aquellas responsabilidades en los que las mujeres suelen desarrollar más. Es llamativo cómo el ámbito de los movimientos sociales, especialmente del feminismo, se presentan como un escenario central para la participación política de las mujeres.
La sensación de utilidad, otra brecha en la experiencia militante
Otra cuestión central del diagnóstico del Plan fue trabajar cualitativamente sobre la experiencia militante, muy vinculada al cuidado dentro de la organización. A través de una encuesta que se realizó a un número importante de militantes (en torno al 15% de la organización), se pudo constatar otra sospecha feminista: la sensación de utilidad de las mujeres es menor que la de los hombres y muchas mujeres no participan habitualmente en las reuniones. Por todo ello, entre las medidas propuestas, una tarea prioritaria es diseñar un protocolo de bienvenida a nuevos/as militantes y simpatizantes, con especial atención a las mujeres. Dentro de este protocolo se propone siempre reforzar los espacios informales de comunidad, en los que las mujeres se sienten más cómodas, así como organizar las reuniones y los tiempos de intervención para garantizar un reparto proporcional del tiempo de mujeres y hombres. También se plantea disponer de un espacio amable (y formato) para organizar la reunión así como organizar actividades lúdico culturales que favorezcan la construcción de afinidades.
Izquierda Unida ha aprobado un Plan de Igualdad como parte de las reivindicaciones históricas de las feministas de IU
y el PCE, que basado en los planes de igualdad laborales, traslada el ámbito de aplicación y las medidas a la esfera de participación política
Asimismo, se plantean medidas que sean útiles para mejorar la autopercepción de la participación de las mujeres, desde talleres no mixtos que fortalezcan la autoconfianza y la identificación entre mujeres, hasta medidas para fortalecer las referencias de liderazgos de mujeres a todos los niveles. También se propone como buenas herramientas aquellas destinadas a identificar los sesgos inconscientes de género que se producen en el seno de la organización, realizando balances que den cuenta en las reuniones de cómo ha sido la participación de mujeres y hombres respectivamente.
La cuestión de los cuidados, centro de la igualdad
Entre las cuestiones más reveladoras del Plan se apunta a cómo se reparten los cuidados entre mujeres y hombres, especialmente cuando se trata de parejas militantes. Tanto los hombres como las mujeres coinciden en señalar que ellas son las que más tiempo dedican a los cuidados, lo que coincide con la percepción de ellas de que tienen menos tiempo disponible. Establecer horarios de reunión, con principio y fin, adaptar los horarios a las necesidades de cuidado, facilitando la participación de todas las personas, institucionalizar las ludotecas y espacios para niños/as en las sedes… con algunas de las medidas que contempla el Plan y que parte de un principio político novedoso: la Organización debe hacerse corresponsable de los cuidados, que no deben quedar como una cuestión a resolver únicamente por los y las militantes. Si reclamamos políticas públicas de cuidado, que apoyen a las familias y especialmente a las mujeres, pongamos también nuestras propias políticas en marcha que faciliten tanto la participación de las mujeres como el derecho de los hombres a cuidar sin ser cuestionados.
La masculinidad sana, protagonista
El feminismo de la Cuarta Ola ha apuntado a la cuestión de la masculinidad como un elemento más del feminismo. Construir una masculinidad sana, que se aleje del modelo de la vieja masculinidad o masculinidad tóxica, supone un verdadero cambio de paradigma en la cuestión feminista. Por ello los planes de igualdad, y especialmente aquellos que se articulen en organizaciones y espacios especialmente masculinizados, deben incorporar la reflexión sobre la masculinidad, desde el punto de vista de los cambios necesarios, como tema protagonista. No se trata de dejar de atender las necesidades de las mujeres, sino de entender que el feminismo lo abarca todo, y por tanto debe pensarse desde el conjunto de la sociedad.
También desde ahí debe mirarse la representación de las mujeres, su peso en todos los ámbitos de vida: la visibilidad, la relevancia de los debates feministas tanto en las cuestiones formativas como en los debate de coyuntura y de carácter estratégico de la organización. Ser una organización feminista requiere que el conjunto de la organización, no solo las mujeres, hablen y debatan de feminismo. El protagonismo es de ellas, pero la participación debe ser colectiva para ser efectiva. Todas las personas deben implicarse en la elaboración y práctica feminista, también los compañeros, siendo conscientes su papel secundario.
¿Y si pensamos también los planes de igualdad desde el municipalismo?
Si existen unas políticas que en lo municipal ganan importancia, estas son las políticas de igualdad. Desde la atención a las víctimas de violencia machista, pasando por el acompañamiento a las mujeres que pelean por su autonomía económica, los servicios de apoyo a las familias y la conciliación y el reparto del trabajo de cuidados, o todo lo relacionado con la salud de las mujeres, muchas son las políticas que las mujeres necesitan en sus municipios. Que la financiación de los mismos sea suficiente en fundamental, por ello es tan importante la renovación del Pacto de Estado contra la violencia de género que está impulsando el Ministerio de Igualdad o el Plan Corresponsables, la primera política pública que se ha puesto en marcha específicamente para ayudar a las familias en la conciliación y el reparto del trabajo de cuidados, también desde el apoyo a las comunidades autónomas y los municipios.
Los planes de igualdad en lo municipal deben ser concebidos como parte esencial de la estrategia de modelo de ciudad, porque implican pensar las ciudades con la mirada transversal y las políticas de igualdad en el centro
Además, la apuesta municipal de nuestras organizaciones, que sitúan en la participación ciudadana una palanca fundamental, hacen de los planes de igualdad una herramienta también útil para el análisis concreto de la realidad concreta desde el punto de vista de género, como una oportunidad para pensar políticas municipales que nos permitan diseñar medidas específicas que sean realmente útiles para las mujeres.
Conocer la realidad concreta de las mujeres en nuestros municipios es el primer paso para poder articular una política pública municipal útil. ¿En qué situación se encuentran las mujeres de mi pueblo o mi ciudad? ¿qué espacios de socialización utilizan? ¿qué recursos demandan con más frecuencia y cuales están obsoletos? Este tipo de preguntas pueden ser muy interesantes para pensar un programa político municipal que a modo de plan de igualdad nos permita diseñar objetivos generales, específicos y medidas para el avance del feminismo también desde lo municipal.
Hay grandes ejemplos de municipios que son referente de las políticas de igualdad, con más o menos recursos. Muchas de ellas muy innovadoras, como el Centro de Masculinidades del Ayuntamiento de Barcelona o el servicio de atención al cuidado, como las bolsas de cuidado profesionales en municipios Castilla – La Mancha como Tomelloso o Albacete. También otros que han sido referentes de gobiernos nuestros y que hoy continúan presentando unos servicios esenciales para las mujeres, como el Centro de Atención a Víctimas de violencia sexual del Ayuntamiento de Madrid, o el trabajo de la Diputación de Córdoba, que ha vertebra en la provincia actuaciones clave para las mujeres.
Imaginar lo municipal desde el feminismo es una cuestión compleja, pero muy productiva, especialmente porque las mujeres que lo necesitan recurren siempre a su administración más cercana. El municipalismo es un ámbito propicio para construir la igualdad desde un enfoque democrático, participativo y con el protagonismo del movimiento feminista, desde la potencia de la articulación del mismo con la institución que nos permite poner en marcha una agenda de gobierno transformadora.
Una víctima de violencia machista que encuentra en su concejala o concejal de Igualdad alguien que le tiende la mano, facilitando en la medida de sus posibilidades los servicios de atención. Una madre monomarental que puede dejar a sus hijos/as en la ludoteca o campamento municipal cuando sea necesario, para poder trabajar o disponer de su tiempo como necesite. Una mujer mayor que gracias a los programas municipales siempre está acompañada, y con buena salud. Muchos son los ejemplos que podríamos pensar cuando pensamos el feminismo desde la política municipal, porque si hay una política de piel, que baja a lo concreto y que habla de los problemas cotidianos de nuestros vecinos y vecinas, esa es la política feminista.
Los planes de igualdad en lo municipal deben ser concebidos como parte esencial de la estrategia de modelo de ciudad, porque implican pensar las ciudades desde otro lugar, con la mirada transversal y las políticas de igualdad en el centro. Pueblos que cuidan, escuelas infantiles municipales, calles y caminos seguros, son solo algunos ejemplos. Del mismo modo, la apuesta feminista desde lo municipal tiene que contar sí o sí con presupuestos municipales con enfoque de género, que respondan de manera clara y colectiva a la pregunta de cuáles son las principales necesidades de las mujeres.
Además, los planes de igualdad también pueden representar un modelo de gobierno y un modelo de organización del ayuntamiento. El desarrollo práctico de lo que suponen los decretos 901 y 902, a los que hacíamos referencia al comienzo del artículo, como una herramienta para diseñar la política de personal y de empleo del propio ayuntamiento, con medidas para facilitar la conciliación, auditorias retributivas que acaben con la brecha salarial, planes de empleo municipales con enfoque de género, políticas formativas que empujen hacia la promoción de las mujeres, etc,.
Desde el Gobierno de España se está impulsando una nueva generación de derechos feministas, que heredera de esa primera generación de la que formaron parte los primeros planes de igualdad, hoy continúa haciendo más fuerte y más irrevocable el feminismo en nuestras instituciones. Esta nueva generación de derechos feministas, que cuenta con la ley del solo sí es sí, la nueva ley de aborto, la ley trans y de derechos LGTBi, o el Plan Corresponsables como sus principales referencias, necesita de la política municipal para desplegarse, porque desde ahí se cambia la vida de las mujeres. Que todo el potencial de la nueva agenda feminista se traduzca en una agenda municipal concreta, que haga de las concejalías de igualdad una de las más importantes, debe ser parte del ADN de nuestras propuestas electorales, porque además, hay batallas culturales que hacen del feminismo el dique de contención frente a una extrema derecha que quiere acabar con todos nuestros derechos.
(*) Responsable de Feminismo de Izquierda Unida