El 23 de abril de 1521 se libró la batalla de Villalar. En ella se enfrentaron los ejércitos del Emperador Carlos I, que ya era rey de España, apoyado por las huestes de los nobles y el ejercito de las Comunidades. El resultado fueel aplastamiento del contingente comunero frente a las tropas imperiales. Supuso el final del movimiento social y político que altero durante un año la vida política en Castilla.
Un año en que la “Junta Comunera” con su ejército popular iniciaron la revuelta en Toledo donde cientos de ciudadanos y ciudadanos se amotinan contra las decisiones del monarca. La revolución comunera fue extendiéndose en ciudades como Burgos, Segovia, León o Ávila. La decapitación de Padilla, Bravo y Maldonado descompuso el ejercito comunero; solamente Toledo mantuvo viva su rebeldía con María Pacheco a la cabeza, que acabo exiliándose a Portugal. El corregidor Juan Zumel ordenó demoler el palacio de Juan Padilla y María Pacheco y sembrar la plaza de sal para que ni la hierba creciese.
Fue en Castilla entre 1520 y abril de 1521, donde se cuestiono el modelo de sociedad, la forma de gobierno y la organización política, ideas que posteriormente en el último tercio del siglo XVIII fueron elemento central de análisis y debate.
Ante la idea de propiedad sobre el reino de Carlos I, basada en su concepción piramidal -el por encima de toda estructura y después el resto de los estamentos: nobleza, clero y pueblo- enfrenta la idea comunera que proclamaba que la libertad, el gobierno y la política se encuentra en el pueblo, quien elige a sus representantes que constituyen la totalidad del reino y delegan el poder al rey.
Sobre la guerra de las comunidades y la revuelta comunera se ha escrito y teorizado ampliamente. Carlos Marx escribió sobre ello, en escritos de Manuel Sacristán se recoge la interpretación que Carlos Marx hacía sobre el movimiento y las luchas en España, donde Marx maneja libremente su propio sistema teórico y practica una ancha flexibilidad metodológica; peculiaridades españolas desde una perspectiva más épica, de la psicología nacional y donde las relaciones de producción y clases sociales aparecen en ultima instancia, como marco general que contiene las condiciones de posibilidad de lo ya explicado “sobreestructuralmente”.
Gumersindo J. de Azcarate (uno de los fundadores de la Escuela Libre de Enseñanza) se refiere a la revuelta comunera como “una elegía de libertad y una muestra de resistencia al régimen monárquico absolutista”. El medievalista Julio Valdeón, que formó parte de la candidatura al Senado del Partido Comunista de España por Valladolid en 1977 y uno de los impulsores del Instituto Regional de Castilla y León, insistió en la idea de las comunidades, como la última revuelta medieval, tradicional pero no retrograda. Una rebelión que pretendía cambios profundos, políticos e institucionales, aceptar la monarquía, pero avanzando en procesos de participación del pueblo, del común, de todos los estamentos en el gobierno del reino; la propuesta comunera no afectaba a la forma de Estado, pero si al desempeño del gobierno.
Reivindicamos Villalar como patrimonio del pueblo y de la izquierda
En 1976 surge el Instituto Regional de Castilla y León, impulsado por la oposición al franquismo. Se organiza en torno a la descentralización territorial que pudiese permitir sacar a Castilla y León del subdesarrollo y la dependencia económica; superar la explotación de las oligarquías y poner fin al caciquismo; el diseño de un modelo de desarrollo regional para conseguir la autonomía de las nueve provincias de la cuenca del Duero.
Ese año se convoca por primera vez a la campa de Villalar, con la prohibición por parte del gobierno civil y la represión de la guardia civil a caballo.
En 1986 se fija el 23 de abril como día de la Comunidad y el PP abandona el hemiciclo en protesta (proponían el 19 de marzo). Ya desde 1983 -primero como Alianza Popular- abandonan su participación en la campa de Villalar y desde 1988 hasta 2002 lo hace de manera institucional la Junta de Castilla y León. El 23 de abril se fija como día de la comunidad gobernando el PSOE y siendo Demetrio Madrid presidente de la Junta de Castilla y León. A excepción del periodo de 1983 a 1986 la comunidad autónoma ha estado gobernada por la derecha en solitario o pactando con la extrema derecha.
Villalar 2023
Castilla y León se ha convertido en un modelo de gobernanza autoritario y filofascista, de destrucción de lo creado colectivamente. El PP convocó elecciones anticipadas en pandemia, y acabó conformando un gobierno con la extrema derecha. Transcurrido un año de la formación del gobierno han conseguido el retroceso en derechos, el deterioro de la calidad democrática, la devaluación de los servicios públicos y crear un clima político basado en la confrontación, la mentira y el odio.
Una comunidad donde el mundo rural está abocado a la exclusión financiera donde se agravan los problemas en el transporte y la atención sanitaria;donde la edad media de la población cada vez sea mayor sin posibilidad de reposición de la población activa. Los recursos naturales de nuestra tierra son pasto de las llamas; con incendios devastadores como el ocurrido el año pasado en Zamora, mientras la Junta de Castilla y León sigue sin poner los medios necesarios para luchar contra el fuego, recortando fondos y no creando empleo permanente, necesario para proteger los recursos y salvar vidas humanas.
La derecha y la extrema derecha están más preocupados en oponerse al gobierno “comunista” de España que en resolver los problemas de quienes viven en Castilla y León y tienen que sufrir sus políticas y su incapacidad para gestionar Fondos Europeos. El año pasado la Consejería de Empleo en manos de VOX devolvió 100 millones de euros, por no saber ejecutar los programas y proyectos financiados.
Castilla y León se ha convertido en un ejemplo privatizador de todo lo público. La enseñanza privada ha sido bendecida con la adjudicación de la mayoría de las aulas de educación infantil, en detrimento de la educación pública. Listas de espera interminables, falta de profesionales para atender la precaria atención primaria, conciertos millonarios con la sanidad privada.
La derecha y la extrema derecha se levantan todas las mañanas conjugando el verbo privatizar: la sanidad, la educación, la atención a la dependencia, las residencias de personas mayores; los recursos públicos que son de todas y todos al servicio de lo privado que hacen negocio con nuestras vidas y ahondan en las desigualdades.
En Castilla y León somos vanguardia en la negación de la violencia de género, siendo la única comunidad autónoma sin una ley LGTBI; banalizar la violencia de género, no reconocer la diversidad sexual refuerza y legitima la violencia hacia las mujeres y provoca acciones lgtbifóbicas.
Somos una comunidad envejecida y nuestra juventud es obligada a exiliarse buscando trabajo y poder desarrollar su proyecto de vida. Hoy no es posible ningún proyecto de vida digna, sólo tres de cada diez jóvenes permanecen en Castilla y León.
Una comunidad que es la periferia de la periferia de Europa, donde somos exportadores de mano de obra y servicios. La despoblación, la emigración y el despoblamiento del mundo rural se han constituido en nuestras señas de identidad. Recuperar nuestra comunidad para nuestra gente, cambiando radicalmente la lógica del mercado, planificar desde lo público; recuperar hoy lo común es un acto de lucha y resistencia activa.
Un mundo rural que vive la despoblación, el envejecimiento y la masculinización nos reclama alzar la bandera de Villalar en la defensa de un nuevo modelo productivo; convertir la agricultura y la ganadería en un sector estratégico desde un modelo sostenible y extensivo, no sólo por el peso económico sino por su contribución al mantenimiento de la población en el mundo rural. Izar la bandera del feminismo en el proceso de reconstrucción de nuestra economía y nuestro proyecto de comunidad.
La comunidad más extensa de Europa no puede subsistir sin la inversión pública, sin el transporte público que vertebre el territorio y sin servicios que no dejen atrás a este pueblo machacado por las políticas neoliberales.
Un Villalar 2023 también para perseguir un sueño y recuperar la esperanza, ganar desde la ciudadanía y el municipalismo lo común, lo de todas y todos. Después de abril llega mayo y con él la posibilidad de que la izquierda transformadora gobierne desde lo más cercano al pueblo, los ayuntamientos. Recuperémoslos para nuestro pueblo, para la mayoría que somos la clase trabajadora.
“Común es el sol y el viento, común ha de ser la tierra, que vuelva común al pueblo lo que del pueblo saliera.”
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(*) Responsable de feminismo Colegiada IUCYL