Antona Luengo (43) es trabajadora social de profesión.
Militante desde su juventud de Izquierda Unida de Asturias, fue en sus primeros años concejala en el Ayuntamiento de Grau, donde nació.
Posteriormente ha estado implicada en espacios de política regional formando parte del gabinete de la Consejería de Bienestar Social (2008-2011) donde IU supuso uno de los periodos de mayor consolidación de derechos sociales, con el mayor parque de vivienda pública o la extensión del Salario Social Básico.
Más tarde volvió al municipalismo como asesora en el grupo municipal de IU en Oviedo, ganado así experiencia dentro de las instituciones.
Se especializó en cuestiones de género y actualmente trabaja como Agente de Igualdad de CCOO para el Principado de Asturias.
Es la primera vez que te presentas como candidato/a ¿Por qué has dado este paso al frente y por qué ahora?
Salvo cuando fui concejala, y tenía solo veintipocos años, nunca había estado en este otro lado. Siempre trabajé en campañas políticas, como asesora, aportando dentro de la organización, pero ahora tocaba dar el paso.
Mi propuesta fue una decisión de la organización, que salió inicialmente del área de igualdad, y yo agradezco mucho a mis compañeras la confianza y el apoyo. Las estoy representado a todas y cada una de ellas.
Es importante implicarse y ahora tocaba que pusiera también mi compromiso con los valores políticos en defensa de la clase trabajadora, la lucha feminista y la defensa de derechos culturales y sociales, al servicio de esta campaña electoral tan inesperada, donde hemos tenido que tomar decisiones muy rápido.
¿Qué nos jugamos en estas elecciones?
En estas elecciones nos jugamos mucho más que un proceso electoral. Nos jugamos seguir ensanchando la democracia o retroceder 20 años atrás. Nos jugamos perder el tren del futuro y empeorar las condiciones de vida de las próximas generaciones, o por el contrario, ser valientes y construir un futuro real para la mayoría social y la clase trabajadora de nuestro país.
¿Qué ofrece Sumar a este país?
Sumar es el resultado de una enorme generosidad política de las fuerzas de izquierda, que asumimos el reto de presentarnos de manera unida por primera vez. Es un proyecto construido a muchas manos, muchas de ellas nunca habían participado en una campaña electoral antes, pero sí habían hecho política, en sus centros de trabajo, en sus barrios, en el sindicato, en el asociacionismo, etc.
Busca conjugar, en cierto modo, lo mejor de la tradición política de la izquierda clásica, con la incorporación de muchas personas que viven este proceso por primera vez.
Y juntos/as ofrecer un proyecto de país que sitúe lo económico, las condiciones materiales de vida, los derechos laborales y sociales, en el centro de las políticas. Demostrando con hechos y con políticas serias que trabajamos para la mayoría social trabajadora.
¿Cómo se concreta ese programa en tu circunscripción?
Asturies será un lugar estratégico para el futuro industrial del país; debe serlo. Nos jugamos mucho con la gestión de los fondos europeos, los nuevos proyectos y la industria verde. Para asegurar que todo este proceso se hace pensando en la gente, en las próximas generaciones, en cuidar nuestra tierra y en asegurarnos un futuro aquí, Sumar tiene que estar en el próximo gobierno del país.
Nos jugamos la defensa de los servicios públicos, en un lugar como Asturias, que ha presumido siempre de su sistema sanitario, pero que se ha visto deteriorado en los últimos años, en especial la atención primaria y cada vez se abren más las puertas a la privatización.
Por último, también destacaría las infraestructuras, claves en una región como Asturias, que debe pelear contra la despoblación, que debe mejorar sus comunicaciones, como su red ferroviaria.
Llegar a la gente que no vota, a la gente indecisa será fundamental para el resultado del 23J. ¿Cómo habéis planteado la campaña electoral?
Es una campaña corta pero intensa, en una época mala como es el verano y tras otro proceso electoral. Pero los pactos electorales tras el 28M nos están dejando claro lo que puede venir si los votantes de izquierdas y progresistas no van a votar.
Sumar es el voto decisivo, en sitios como Asturies, porque nos jugamos la representación con la extrema derecha. Nuestro voto es el verdaderamente útil.
Pero queremos hacer también una campaña en positivo, que salga del fango en el que la derecha pretende meter a la política desde hace tiempo, por eso estamos recorriéndonos Asturias entera con propuestas, hablando con mucha gente, con muchas asociaciones, organizaciones, con la gente joven…
Debemos tener claro que estas elecciones son muy importantes y que las derechas quieren hacernos retroceder décadas. Perder derechos es algo mucho más sencillo que ganarlos.
Tu minuto de oro para pedir el voto
Estamos en un punto de inflexión, de avance y esperanza o de vuelta a tiempos oscuros. Y cada vez que hay un retroceso en derechos sociales y laborales, las mujeres además lo sufrimos con mayor severidad. Es el momento de armarse políticamente y defender las cosas del comer: la ampliación del salario mínimo, la intervención en el mercado de la vivienda para poder pagar un alquiler, que hacer la compra diaria para comer sano y equilibrado no sea un lujo, que todas podamos acceder al dentista o a terapia psicológica. Estamos hablando de feminismo y lucha contra la brecha salarial, de conciliación y reparto de los cuidados, de que la gente más joven tenga oportunidades y certidumbres. Esto va de ti y por ti. Conocemos al partido socialista, el partido de lo imposible, ese al que, sin las fuerzas progresistas a su izquierda decididas y valientes, le tiemblan las piernas a la hora de desarrollar políticas que “incomodan” a los poderes que no se sientan en la bancada del parlamento. Somos necesarias, somos imprescindibles para hacer de la política la herramienta transformadora que la comunidad y la sociedad demanda.
Y tenemos a la Presidenta que este país se merece. No te resignes a un voto que solo frene a la extrema derecha, apuesta por el voto que Suma y transforma. Vota Yolanda Díaz. Vota SUMAR.
(*) Foto: Iván G. Fernández