Marruecos llora por las al menos, 2.012 personas que han muerto y otras 2.059 que han resultado heridas en diferentes localidades marroquíes a causa del terremoto de magnitud 6,8 ocurrido el sábado, con epicentro a 60 kilómetros al suroeste de la ciudad de Marrakech. Es el peor registrado en la historia reciente del país.

Pese a la gravedad de lo sucedido, Mohamed VI de Marruecos tardó 18 horas en reaccionar. La tragedia le cogió, como es habitual en la vida de los monarcas, de vacaciones. Estaba en Francia, país donde vive gran parte del año y donde posee varios inmuebles y vive una vida de lujo con el dinero que roba al pueblo marroquí.

Casi 24 horas después del seísmo, volvió a Rabat para presidir una reunión de emergencia con todos los poderes del Estado y las fuerzas de seguridad tras el terremoto para coordinar la ayuda a los damnificados. El sátrapa, considerado como un hermano por Felipe de Borbón, dirige con mano de hierro el país alauí, necesitaba aparentar que estaba preocupado por el pueblo y la desgracia que está sufriendo.

El más rico de Marruecos

Pero la realidad es distinta. A Mohamed VI no le importa el país que dice reinar. Solo saquearlo para seguir ampliando sus riquezas. Pese al hermetismo de la cuentas que rodean a la familia real marroquí, se sabe que Marruecos asigna 250 millones de euros anuales a la familia real, aunque no figura en los presupuestos generales. En 2015 ya poseía una fortuna estimada en 5.000 millones de dólares. La revista americana Forbes lo situó el primero en la lista de los más ricos en Marruecos, y el quinto más adinerado en el continente africano.

Dispone de 12 palacios en el reino habilitados y en funcionamiento con 1.100 sirvientes por si acude en cualquier momento. Su mantenimiento supone un millón de euros al día a cargo de los presupuestos del Estado. Aunque a diferencia de su padre, no solicita que en cada residencia se cocine para comer y cenar por si se le ocurre aparecer sin avisar.

En Francia, tiene un palacete de cerca de 80 millones de euros en una exclusiva zona de París. Se trata de una gigantesca mansión con un jardín próximo a la torre Eiffel. Lo compró un día antes de pedir a su país un “esfuerzo” para salir de una mala situación económica y sanitaria en un discurso televisado.

En el país galo también posee un castillo en la localidad de Betz, a unos 70 kilómetros de la capital. La vivienda, que lleva en la familia real marroquí desde que la compró el rey Hassan II, padre del actual rey, en 1972, cuenta con un terreno de 70 hectáreas y con la privacidad que le garantiza un municipio en el que solamente viven 1.200 personas.

También tiene uno de los 10 yates de vela más grandes del mundo, el Badis 1. Está atracado en Casablanca y valorado en 90 millones de euros. Los relojes son otro de sus caprichos. En 2018 se difundió una imagen con uno de oro blanco y 1.075 diamantes incrustados; se especuló con un valor de entre medio millón y un millón de euros.

De su abuelo Mohamed V y de su padre Hassan II heredó el gusto por los coches, también coleccionistas de vehículos. Frente a los Rolls y los Cadillacs de sus antepasados, Mohamed VI se decanta por los modelos deportivos por la comodidad. Su colección de automóviles de lujo y antiguos asciende a 600, que le consumen seis millones de euros del presupuesto marroquí. Equipos especiales se encargan de su mantenimiento en un estacionamiento en la Route des Zaer en Rabat, a pesar de que casi nunca los conduce.

Para sus desplazamientos utiliza frecuentemente solo para sus viajes dos aviones privados, un Boeing 737 y un Boeing 747; y un Hércules C-130. En los primeros, vuelan entre 250 y 300 personas; y el militar Hércules C-130 se reserva para los muebles y el equipaje. La flota real incluye otros dos aviones Gulfstream (modelo G550 y G650), uno de los más exitosos en el mercado, a la venta por 57 millones de euros. El aparato está decorado de forma especial, cuenta con un sistema antimisiles israelí; y es capaz de alcanzar los 1.000 kilómetros por hora y volar 13.000 kilómetros sin escalas.

El robo

Convertirse en la persona más rica de un país con tantas desigualdades como Marruecos no es fácil. Parte de la fortuna viene de la herencia de la familia real, pero esta ha ido aumentando vertiginosamente gracias a practicas monopolistas. En concreto Mohamed VI controla el mayor grupo financiero de Marruecos, Al Mada, presente en los sectores más estratégicos de la economía marroquí.

La familia real, además de sus numerosas tierras y residencias, obtiene la mayor parte de su fortuna del grupo privado más grande del país. El holding fue una herencia real, pero solo el 13% del antes National Investment Company (SNI), el grupo privado más grande del país. Hoy es un imperio que posee acciones en más de una treintena de compañías, algunas multinacionales, distribuidas en una quincena de sectores económicos importantes.

La cuestión de como se explica que durante los primeros nueve años de su reinado Mohamed VI multiplicara su fortuna por cinco, es sobre todo durante las llamadas de ofertas, porque el soberano marroquí nombra los responsables de las sociedades públicas, y controla igualmente la Sociedad nacional de inversión, beneficiaria de ciertos mercados públicos. Con esa información, beneficia al grupo financiero que él mismo preside.

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