Con las sanciones impuestas por la Unión Europea a Rusia (que no por culpa de la guerra) fuimos muchos los que advertimos que empobrecería a los europeos a costa de los estadounidenses. El ejemplo más evidente es el paso europeo de comprar gas ruso, que llegaba fácil y barato por el gasoducto Nord Stream a Alemania, a comprarlo licuado mucho más caro procedente de fracking en Estados Unidos, que debe licuarse para ser transportado en buques y después regasificarse en Europa.
Pues bien, los datos económicos ya están aquí para mostrar lo que ha pasado con ambas economías, los ha difundido Le Monde.
En 2008, la zona del euro y Estados Unidos tenían un producto interior bruto (PIB) a precios corrientes equivalentes de 14.200 y 14.800 millones de dólares respectivamente (13.082 y 13.635 millones de euros). Quince años después, la de los europeos apenas supera los 15.000 millones, mientras que la de Estados Unidos se ha disparado hasta los 26.900 millones. Es decir, la brecha del PIB es del ¡80%!
El dato procede del Centro Europeo de Economía Política Internacional, un grupo de expertos con sede en Bruselas, que ha publicado una clasificación del PIB per cápita de los estados americanos y europeos. Según el ranking, Italia está justo por delante de Mississippi, el más pobre de los cincuenta estados americanos, mientras que Francia se sitúa entre Idaho y Arkansas, que están en los puestos 48 y 49 de estados americanos por orden de riqueza. YAlemania está entre Oklahoma y Maine, que son el 38 y 39. Ya el 11 de agosto, los británicos se escandalizaron cuando supieron que eran tan pobres como Mississippi.
El tema es inaudible en Francia: inmediatamente surgen contraargumentos sobre la esperanza de vida, la comida chatarra, las desigualdades, etc. Esto molesta incluso a los británicos, que están igualmente en mala situación, como se demostró el 11 de agosto de una columna en el Financial Times que preguntaba: «¿Es realmente el Reino Unido tan pobre como Mississippi?».
Ya el pasado 17 de julio, The Wall Strreet Journal lo dejaba claro: «Los europeos se enfrentan a una nueva realidad económica que no conocían desde hace décadas: son cada vez más pobres». Y hacía el siguiente repaso: “Los franceses comen menos foie gras y beben menos vino tinto. Los españoles escatiman en aceite de oliva. Se insta a los finlandeses a usar saunas en los días ventosos cuando la energía es menos costosa. En toda Alemania, el consumo de carne y leche ha caído al nivel más bajo en tres décadas y el otrora próspero mercado de alimentos orgánicos se ha derrumbado. El ministro de Desarrollo Económico de Italia, Adolfo Urso, convocó una reunión de crisis en mayo sobre los precios de la pasta, el alimento básico favorito del país, después de que aumentaron más del doble de la tasa de inflación nacional”. Por cierto, ya quisiéramos tener ahora el aceite de oliva al precio de julio.
Entre las razones, el diario económico estadounidense se refiere a “la guerra prolongada de Rusia en Ucrania. Al trastornar las cadenas de suministro mundiales y disparar los precios de la energía y los alimentos, las crisis agravaron las dolencias que se habían estado enconando durante décadas”. Pero, como hemos señalado al principio, no es la guerra, son las sanciones impuestas por Europa a Rusia las culpables. El desarrollo de la guerra no tendría afectación alguna a los suministros ni de energía ni de alimentos. Si algo necesita Rusia, es seguir vendiendo cereales, fertilizantes y energía. Mientras tanto, dice el diario, “los estadounidenses, por el contrario, se beneficiaron de la energía barata”. Como para tener dudas de quién salía ganando con la voladura de los gasoductos Nord Stream.
Mientras EEUU se beneficia de las sanciones, los europeos son cada vez más pobres, si continúa la tendencia, en 2035 la brecha sería equiparable a la que existe entre Japón y Ecuador
La realidad es que en Europa la inflación se ha disparado, los salarios se han congelado y, por tanto, caído el poder adquisitivo de los ciudadanos. La Unión Europea ahora representa alrededor del 18 % de todo el gasto de consumo global, en comparación con el 28 % de Estados Unidos. Hace 15 años, la UE y EE.UU. representaban cada uno alrededor de una cuarta parte de ese total.
Según el Centro Europeo para la Economía Política Internacional, si la tendencia actual continúa, para 2035 la brecha entre la producción económica per cápita en EE.UU. y la UE será tan grande como la que existe actualmente entre Japón y Ecuador, según el informe.
Y mientras tanto, Josep Borrell decía sobre las sanciones a Rusia en julio de 2022: Están «surtiendo efecto» y en febrero de 2023: Son «veneno a base de arsénico» e «irreversibles». Pero las previsiones del FMI para 2023 no parece que le den la razón: Alemania caerá un 0,3 % y Rusia crecerá un 1,5 %.