Permitidme que inicie el tema recogiendo el diagnóstico alarmante de una tertuliana, Elisa Beni, espectacular en sus televisivos y televisados mensajes de opinión, que suele proclamar como si se atragantara, en este caso, sobre la existencia en España de políticos perversos:

“Es patrióticamente esperpéntico que los que se dicen llamados a solucionar los problemas se conviertan en el mayor de ellos…

Estamos en manos de políticos perversos y eso solo puede precipitarnos al caos. Quizá sí es en parte culpa nuestra, porque somos incapaces de desenmascararlos”.

Nos inculcan la idea de que los políticos españoles han “transicionado” hacia una mala fama. O hay poderes muy interesados en denigrar la política y a quienes asumen responsabilidades en ese ámbito. Aunque Guillem Rico matiza que “las imágenes de los líderes no tienen como únicos componentes unas superficiales percepciones sobre la apariencia de los candidatos, ni constituyen el reflejo vacío de las predisposiciones políticas de los electores. Por el contrario, están íntima y congruentemente ligadas a las circunstancias del debate político, el rendimiento de los gobiernos y las propuestas de acción de los partidos”.

La percepción de la corrupción es uno de los temas a tener en cuenta. De acuerdo con los datos cruzados de percepción de situación económica y de percepción de situación política, cuando la corrupción campaba a sus anchas se percibía como buena la situación económica y política.

No obstante y aunque no haya razón para seguir a pies juntillas opiniones catastrofistas que nos condicionarían negativamente la percepción de nuestro futuro político, parece que tenemos muy asumido un listado de los vicios que adornan a buena parte de estos personajes:

Soberbios y sin empatía. Charlatanes, manipuladores, dominantes… Cobardes, horteras, mentirosos e impostores. Irresponsables, frívolos emocionales, Insensibles… Tremenda lista de defectos que choca con lo que suele proclamarse como las necesarias habilidades de quien asume un liderazgo: https://estrategos.org/es/actualidad/caracteristicas-de-un-buen-lider-politico/

Carisma. Capacidad de comunicación. Visión estratégica. Habilidades de toma de decisiones. Empatía. Inteligencia emocional. Motivación. Capacidad de inspirar. Habilidades para delegar responsabilidades. Determinación para alcanzar las metas políticas. ¿Cuántas de esas virtudes o habilidades vemos utilizar en el día a día de la actividad política?¿Cuánto nos dura la ilusión? ¿Cuánto la esperanza? ¿Cuánto la voluntad de lucha para alcanzar objetivos asumidos democráticamente?

Como escribe Miguel Lorente:

“Liderar un proyecto no es poner una persona al frente del mismo para que lo cambie cuando decida, sino ser capaz de gestionar la participación y mantener el compromiso a la hora de resolver los problemas que surgen en su desarrollo”.

Seguimos con las tres variantes clásicas a los problemas modernos: revolución, racionalización y colectivización (Marx); activación de lazos sociales moralizadores alrededor de la división del trabajo y constitución de una república funcionalista (Durkheim), resignación trágica o bien llamado a la chispa del carisma del líder (Weber).

Al líder se le debe valorar por serlo y parecerlo. Y tener muy en cuenta que todo “el juego de imágenes y percepciones forma parte de una argucia del sistema para reforzar sus ideas, valores y modelos sobre los elementos que previamente lo definen, y que reflejan la cultura androcéntrica que los determina, o sea, que están basados en lo que los hombres han considerado que es la forma de actuar”. (Lorente). Y por eso el “machote” lo tiene tan fácil, aunque lo haga mal, y las mujeres lo tienen tan complicado, aunque lo hagan bien. Ya lo cuentan en Infolibre:

Ferrán Martínez i Coma https://libreria.cis.es/libros/por-que-importan-las-campanas-electorales/9788474764673/

Y finalmente, tengamos en cuenta que hay personas que dejan de ir a votar, precisamente, por la campaña electoral. Parece que a algunas elites políticas les interesa o buscan esta desactivación aunque no lo hagan explícito y hasta lo nieguen.