Conversamos con Noemí de Haro García, profesora de Historia del Arte en la Universidad Autónoma de Madrid, autora del libro Grabadores contra el franquismo (CSIC, 2010) y comisaria de la exposición Estampa Popular Sur, que se puede visitar hasta el próximo 21 de abril en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla. La exposición analiza la experiencia y derivas posteriores de los grupos de Sevilla y Córdoba de Estampa Popular, una extensa red de artistas plásticos antifranquistas que lucharon en España contra la dictadura franquista uniendo arte y compromiso político. En agrupaciones en constante transformación, que se fueron adaptando a las difíciles condiciones que imponía el contexto, los artistas que dieron forma a los diferentes nodos de la red (Madrid, Sevilla, Córdoba, Vizcaya, Valencia, Barcelona, Vigo, etc.) mantuvieron la convicción de que el arte tiene una importante función social al servicio de la clase trabajadora.

Qué supone la experiencia de los grupos de Estampa Popular del Sur en Estampa Popular en general y en el país en esa época.

Lo primero que habría que aclarar es que el título de la exposición, Estampa Popular Sur, no es el nombre de ningún grupo de artistas, sino que alude a la ubicación geográfica de las agrupaciones de Estampa Popular de Sevilla y Córdoba.

Estampa Popular había comenzado en Madrid a finales de los años 50. En la reunión fundacional de 1959 estuvieron Javier Clavo, José García Ortega (Pepe Ortega), Luis Garrido, Pascual Palacios Tardez, Manuel Ortiz Valiente, Dimitri Papagueorguiu, Antonio Valdivieso, Ricardo Zamorano y Antonio Zarco.

Los grupos de Sevilla y Córdoba de Estampa Popular son pioneros porque son los primeros que se organizan fuera de Madrid entre 1961 y 1962. Así que son ellos los que empiezan a tejer esa red de agrupaciones de artistas antifranquistas propiamente dicha. Ellos inauguran la expansión de la red por toda la península. Primero se organiza el Grupo Sevilla de Estampa Popular con Cristóbal Aguilar, Francisco Cortijo y Francisco Cuadrado. Es muy revelador que el Grupo Sevilla trabaja de una manera colectiva, comparten taller (en la casa de Cortijo), comparten gastos y aprendizajes, discuten sobre sus obras y seleccionan entre todos qué van a exponer. Hay un aspecto de vida y lucha compartidas que es muy especial y que no sucede en ninguna otra agrupación. Los artistas de Córdoba y Sevilla se conocían y colaboraban. Es más, en la primera exposición del Grupo Sevilla exponen Segundo Castro y Alejandro Mesa, que casi inmediatamente formarán el Grupo Córdoba junto con José Duarte y Manuel García. Antes de esto Castro, Duarte, García y Mesa habían estado investigando en la línea de la abstracción geométrica. Y es que todos los integrantes de estas agrupaciones estaban muy interesados en lo que estaba sucediendo en el mundo del arte en esos años, en los debates que había. Por eso la mayoría fueron a París, para conocerlos de primera mano y aprender. Y allí pues también se encontraron con Pepe Ortega, con el exilio republicano, antifranquista y con el antifascismo europeo. Más tarde, podría decirse que el testigo del Grupo Sevilla lo retoma Estampa Popular de Sevilla bajo el impulso de Aguilar, incorporando a otros artistas jóvenes como Enrique Acosta, Manuel Baraldés, Claudio Díaz, Nicomedes Díaz, Pedro Guerrero o Rafael Villanueva.

Los de Estampa Popular son los primeros grupos de artistas antifranquistas que se organizan de manera colectiva y organizada dentro de España, bajo la dictadura, algo que no se había atrevido a hacer nadie hasta este momento. Para el ámbito artístico, eso supone a nivel internacional y en relación con el antifranquismo, que se había mantenido muy activo fuera de España, un soplo de esperanza y una demostración de que la lucha era posible también desde dentro.

¿Cuáles son los temas y estilos que caracterizan a estos grupos del Sur?

Los estilos son muy variados porque, aunque era una aventura colectiva, se respetan siempre el lenguaje y el modo de expresión individual de cada artista.

Cuando comencé a investigar siempre me encontraba con el tópico de “los artistas de Andalucía representan campesinos” o “los artistas del País Vasco representan trabajadores industriales”, una cosa muy monolítica y simple. Y efectivamente había muchas representaciones de trabajadores del campo, de campesinos, en Estampa Popular (no solamente en el caso de los grupos andaluces), pero creo que no se ha querido ahondar en qué preocupaciones y qué sentido tenían sus trabajos.

Viendo las propuestas de los artistas andaluces me parece que la representación de los trabajadores del campo no era simple ni homogénea, sino que había mucha diversidad en esa representación, que tenía que ver con un conocimiento muy directo de toda la problemática que en esos momentos se estaba viviendo en Andalucía vinculada al éxodo rural, la discriminación, la pobreza, las duras condiciones de vida y la falta de trabajo producto de la mecanización. No estamos ante una visión del campo idílica, sino ante las terribles condiciones que imponían el latifundio y los terratenientes, ante personas que estaban tratando de subsistir en unas condiciones muy difíciles. Cuando están representando todo esto, están pensando sobre el territorio, también lo hacen cuando demuestran ser muy conscientes del tópico de “lo andaluz” para cuestionarlo unas veces, y reapropiárselo, reinterpretándolo, otras. Lo hacen en los sesenta y luego también, por ejemplo, cuando está debatiéndose sobre el estatuto de autonomía.

Pero, bueno, en sus obras se ve también que piensan que estas personas se encuentra la semilla de la revolución. Porque tienen fuerza y energía y rabia y pueden canalizarlas para rebelarse si toman conciencia de su situación y se organizan. Y esto también se ve en los grabados (estoy pensando algunos de Cortijo, Mesa o García, por ejemplo) porque en algunos se les ve reaccionando con violencia, solos o en grupo. También reflexivos, conversando, con una calma y una seguridad que tiene gran contundencia como pasa, por ejemplo, en obras de Cuadrado, Castro o Cristóbal.

Además, y eso sí que me parece muy interesante y no he visto que se le haya prestado mucha atención, se habla de unos trabajadores del campo que son muy diversos. Tenemos trabajando en el campo a hombres, pero también a mujeres, a muchísimas mujeres. Duarte, Mesa, García o Cuadrado, por ejemplo, representan mucho a las trabajadoras del campo. Y no pierden de vista algunas de las cosas que eso implica. Una obra de Cuadrado que está en la exposición muestra muy bien, creo, las dobles y triples jornadas de las mujeres: en Mujer en el descanso (1975) representa a una trabajadora del campo que está empleando ese tiempo en amamantar a su hijo. En varias obras de Cortijo se representa el trabajo doméstico y también el agotamiento y la dureza de la crianza, algo que también preocupa a Duarte.

La pobreza lleva a que las personas mayores y los niños, envejecidos por la dureza de su situación, tengan también que trabajar. Hay mucha gente pasando hambre y eso aparece mucho, por ejemplo, a través de personajes bebiendo y comiendo en platos y cuencos vacíos. Y luego también están la cuestión de la migración y la represión, que son experiencias muy directas y presentes en estos artistas porque las vivieron ellos mismos en distintos grados. Con gran dureza en los casos de Castro, Mesa y Cuadrado.

Hay un vínculo muy fuerte entre el compromiso político y su expresión artística

Los componentes de Estampa Popular Sur tienen muchas cosas en común, también muchas divergencias, pero si hay una cosa que les une es que todos ellos consideran que son trabajadores, trabajan en el ámbito artístico con una visión e intención política transformadora. Segundo Castro habla de sí mismo como “un obrero que pinta”.

Por eso también deciden hacer grabados, porque el grabado les permite hacer unas obras que tienen una potencialidad mucho mayor que la obra única. Porque también tienen la idea de que la mayor cantidad posible de personas pueda disfrutar de obras de arte originales. Los grabados, al ser múltiples, pueden llegar a mucha más gente, pues son obras más baratas que puede comprar más gente, también pueden circular con mayor facilidad, una carpeta basta para transportarlas, la misma imagen puede exponerse en varios lugares a la vez, etc.

«Decantarse por el expresionismo y por hacer figuración también era un posicionamiento político en una época la que dominaba la abstracción»

El lenguaje que emplean también busca ese acercamiento al público. Sus estilos son muy distintos, pero todos hacen figuración y se adscriben al “realismo”. Este trabajo con el realismo también era un posicionamiento político en una época, en los años 50 y 60, en la que la abstracción estaba dominando. Que ellos decidieran decantarse por hacer figuración suponía ir a la contra de una estética elitista que dominaba el campo del arte y que además el franquismo había empezado a adoptar y a mostrar internacionalmente para tratar de convencer al mundo de que el régimen no tenía nada que ver con el nazismo, que valoraba el arte moderno, que respetaba la libertad de los artistas. Por eso decantarse por el realismo era un posicionamiento político.

¿Qué papel juega el Partido Comunista de España para estos trabajadores del arte?

En el caso de los grupos andaluces, juega un papel decisivo, porque, si no me equivoco, todos menos uno de los componentes de los primeros grupos de Sevilla y Córdoba eran militantes del PCE, que era clandestino en esa época. Y, luego, el punto de arranque de Estampa Popular de Sevilla, va a ser la célula en la que estaba Cristóbal.

Lo que sí que ocurre es que el Partido Comunista no les dijo nunca lo que tenían que hacer, ni estéticamente ni de ninguna otra manera. Bueno, y creo que los artistas tampoco se habrían dejado manipular fácilmente. De hecho, cuando lees informes como los de Pepe Ortega, en el Archivo Histórico del PCE hablando de algunas de estas cosas, del arte, de los artistas, su propuesta es tratar de integrar a cuanta más gente mejor, hagan el tipo de estética que hagan.

Lo que sí que van a encontrar, y esto va a ser muy patente en casos como cuando su obra circula fuera, es una red de personas y espacios vinculados o cercanos al Partido. Eso probablemente también les sirvió para saber que no estaban solos en la lucha. Y además está todo el apoyo que podían tener cuando sufrían de manera directa la represión, por ejemplo, cuando estaban en la cárcel, el contar con toda una estructura política que proporciona el PCE. Y luego está todo lo que ellos aportaron al PCE y a la lucha antifranquista, que fue mucho.

Exposición Estampa Popular Sur
Exposición Estampa Popular Sur | Foto: Centro Andaluz de Arte Contemporáneo

¿Qué acogida ha tenido la exposición en el CAAC?

La respuesta está siendo muy buena, y es una muestra de apoyo público a la labor realizada por todos estos artistas y por la red de todos los intelectuales que les rodeaban, porque hablamos de artistas, pero también estaban los críticos de arte, historiadores, quienes les compraban obras, intelectuales de mucho tipo que estaban luchando con ellos, codo con codo. Este apoyo creo que se explica porque es una exposición que tiene que ver con muchas personas, que interpela a muchas historias y memorias que son individuales, pero que también son colectivas. Tiene que ver con la memoria democrática, y también con la justicia histórica, con el reconocimiento a todo lo que hicieron.

«A los pocos días de inaugurarse la exposición cesaron al director del CAAC con una injerencia política que no tiene ninguna justificación»

Institucionalmente, la exposición fue una apuesta (creo que muy acertada) por pate del director del CAAC, Juan Antonio Álvarez Reyes. Era todo un reto hacer esta exposición por la cantidad y diversidad de piezas que reúne, de tantos prestadores distintos. El coordinador de la exposición, Javier Corro, y todo el personal del museo han sido fundamentales para que un proyecto tan ambicioso y con tanta investigación detrás se haya hecho realidad. Luego las cosas se complicaron porque a los pocos días de la inauguración pues cesaron a Álvarez Reyes. Y la manera en que se ninguneó a la comisión técnica del museo y se saltaron los códigos de buenas prácticas, es preocupante, una injerencia política que no tiene ninguna justificación. Hace pensar, por desgracia, que también es una exposición que se produce en un tiempo que tiene que ser de lucha. Esto supuso que algunas actividades previstas no se hayan podido realizar y que otras, como el catálogo, se hayan retrasado, aunque, por fortuna, la actual directora del CAAC, Jimena Blázquez sí que se ha comprometido a realizarlo.

Lo más importante y gratificante, para mí, es la excelente acogida de la exposición por parte de los especialistas, de los medios y, sobre todo, del público, que la ha hecho suya. Me consta que, aparte del trabajo que se hace desde Educación por parte del propio CAAC, se han organizado muchos grupos en donde investigadores, artistas, familiares y personas cercanas a Estampa Popular están compartiendo sus recuerdos y experiencias con una cantidad impresionante de personas que están interesadas en conocer sus obras y su historia. Para mí esto es un signo evidente de que la exposición tiene sentido aquí y ahora, que genera un lugar para el intercambio, para la conversación pública.

Qué nos dice la experiencia de Estampa Popular sobre la coyuntura actual

Yo creo que hay mucho que aprender y que pensar a partir de ver todo lo que hicieron. Ves la trayectoria de personas valientes, que estuvieron muy comprometidas políticamente a lo largo de toda su vida. Y que lo hicieron desde y con el arte. No solo en los 60, también, en los 70, en los 80… Que miraban a lo que estaba ocurriendo en Vietnam o en Cuba, referentes que tienen que ver con la lucha y solidaridad internacional desde el Sur, que se planteaban qué era y qué podía ser un territorio como Andalucía, que se implicaban en el movimiento anti-OTAN, que organizaron el movimiento asociativo de los artistas, etc. Entonces esa lucha continua y esa actitud ante la vida crítica, política, comprometida, honesta y sin miedo, a pesar de todo, es un modelo humano que podemos recuperar para el presente y para el futuro.

Por otra parte, su experiencia es fundamental para la memoria democrática. Su experiencia nos habla de nuestra historia y de dónde venimos, por qué y cómo hemos llegado hasta aquí, que la democracia no es algo que nos haya venido dado, que tiene que ver con las luchas de muchas personas, unas más anónimas y otras menos, pero que es una lucha que solo puede funcionar si es colectiva.