Mientras el sector agrícola español alardea de sus exportaciones y las grandes corporaciones se frotan las manos con sus ganancias descomunales, la situación que viven los pequeños y medianos productores lo que demuestra es que no estamos ante una crisis del sector, sino ante una crisis social y profesional del modelo agrícola frente al imparable avance de la agroindustria.

Las causas de esta crisis son tanto estructurales como coyunturales, destacando la falta de rentabilidad en las explotaciones, derivada de políticas neoliberales y tratados de libre comercio que han propiciado relaciones desiguales entre los distintos actores de la cadena alimentaria. Mientras tanto, las grandes corporaciones, respaldadas por fondos de inversión, ejercen un control dominante sobre la distribución de insumos y alimentos, imponiendo precios a los productores por debajo de los costes de producción, en franca violación de la ley de cadena alimentaria. A todo ello se suma la pérdida de cosechas por siniestros y sequía, así como el aumento de precios de energía e insumos debido a crisis geopolíticas.

Por su parte, los pequeños y medianos productores se ven afectados por una competencia desleal, asfixiados por las corporaciones que les pagan precios ínfimos por su producción y les venden insumos a precios elevados, además de enfrentarse a la especulación sobre la tierra, dificultando el acceso de las nuevas generaciones al relevo generacional. En un contexto de crisis climática y geopolítica, la situación es grave.

La agroindustria, respaldada por terratenientes, fondos de inversión y corporaciones, muestra poco interés en cumplir con regulaciones ambientales, llegando incluso a demonizar la Agenda 2030. Prefieren maximizar su rentabilidad externalizando costes medioambientales, una práctica que ha encontrado eco entre pequeños y medianos propietarios necesitados de aumentar sus ganancias y viendo en estas prácticas una solución. Sin embargo, es crucial destacar que el Pacto Verde no ha sido aplicado en su totalidad, quedando en suspenso por motivos ajenos a esta crisis actual, lo que desmiente cualquier acusación sobre su responsabilidad en la situación actual.

¿Qué hacer frente a esta catástrofe? En primer lugar, es esencial reconocer que el Pacto Verde no es el origen de los problemas del sector, sino la maquinaria neoliberal y la voracidad de la agroindustria. En segundo lugar, hay que contestar las políticas neoliberales que favorecen el crecimiento desmedido de la agroindustria en detrimento de la agricultura ligada al territorio. Finalmente, es fundamental romper la aparente «alianza» entre grandes propietarios y pequeños y medianos productores, buscando reivindicaciones que protejan y unan a estos últimos, junto con los jornaleros que, en su inmensa mayoría, están al margen de las movilizaciones.

La crisis del modelo agrícola español no puede ser ignorada ni maquillada. Requiere un enfoque integral y acciones concretas que protejan los intereses de quienes trabajan la tierra, asegurando su viabilidad económica y social en un contexto cambiante y desafiante.