No es fácil contar las propias vivencias en un lenguaje ameno, pero Julio lo hace; de manera que el texto te va atrapando, aún percibiendo una cierta contención en el relato e incluso en las opiniones.

Se trata de su segundo libro de memorias. En el  primero narraba sus primeros 40 años y este nos relata el resto de su vida aunque con idas y venidas sobre el tiempo anterior, o al menos el pensamiento ya forjado en tiempo anterior.

Es lector insaciable, amante de la música y del sentido del humor hasta en los trances más adversos. Con estos mimbres, una curiosidad sin límites y un análisis crítico de todo —que apuntala su rebeldía—, afronta a lo largo de su vida la lucha firme por lo que cree que es justo, apostando por la acción colectiva como base de la transformación social.

Reivindica para su actitud vital la honestidad, solidaridad y tolerancia, guía con la que nos relata esa vida, que se entrelaza con la nuestra en lo político y social de estos últimos 35 años. A veces se circunscribe a lo más local (con las vicisitudes duras de un gobierno municipal) o a lo personal, pero también indaga en lo global, en el activismo político y social que nos conecta con el devenir del pensamiento de la izquierda, o al menos de alguna izquierda, desde el PCE a IU, el 15M, organizaciones sociales diversas, o el pensamiento ecosocialista al que Julio se adhiere desde 1989.

No cabe cerrar los ojos a la realidad. No hay duda de que el crecimiento indefinido, base del capitalismo, amenaza con el colapso biofísico del planeta y produce una desigualdad social intolerable. ¿Se puede hacer algo? Julio piensa con Jameson que «es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo», pero aún así, mientras hay rebeldía hay esperanza, y nos dice que no va a dejar de luchar por lo que cree justo, MIENTRAS PUEDA. Con su libro nos anima a ello.

(*) Arquitecta