Cultura y vida

La cultura de masas se ha convertido en un bien mercantil, estandarizado, en manos de grandes grupos, fiel reflejo del mundo capitalista globalizado. Sus valores carecen de proyecto de emancipación.
“La naturaleza, el hombre y la cultura”, mural de Josep Renau
“La naturaleza, el hombre y la cultura”, mural de Josep Renau para decorar la fachada superior del Centro Cultural Stadt Moskau en la ciudad de Erfurt, capital del Estado alemán de Turingia. Muestra la concepción optimista de un futuro para la humanidad basado en la naturaleza y en el desarrollo de la ciencia, la tecnología, la técnica y la cultura | Fuente: Wikimedia Commons / Spree Tom / CC BY-SA 3.0

La cultura es el conjunto de procesos y dispositivos que participan en la construcción del significado de la vida, ¿podemos entender que la cultura y los procesos culturales tienen un papel central en la definición del sentido de vivir en sociedad?

La cultura es un dispositivo imprescindible del desarrollo. No es una expresión marginal, ni una industria sectorial, sino uno de sus elementos definitorios.

El modelo de política cultural dominante en España durante los últimos años, sitúa el ocio-consumo como esencia misma de la cultura, y a ésta como una variante del mundo de los negocios atendidos por una nueva estirpe de camareros. Ahora se vende como motor económico de la sociedad. Así el mercado es el referente para las actividades artísticas y culturales.

El debate sobre la función pública de la cultura es irrenunciable. Hay que pensar nuevos modelos de política cultural democrática

Aunque la cultura siempre ha sido socio-política. Pero cuando las políticas culturales empezaron a diseñarse para tener efectos directos en procesos socio-políticos, urbanos y económicos, la cultura se convirtió en una esfera de alto interés político y económico. Por eso mismo, el debate sobre la función pública de la cultura es irrenunciable.

La cultura de masas se ha convertido en un bien mercantil, estandarizado, en manos de grandes grupos. Es fiel reflejo del mundo capitalista globalizado. Se nutre de una mano de obra abundante y muy precarizada ¿podrá escapar de la lógica actual de alienación impuesta por la derecha política y capitalista?

La cultura predominante del neoliberalismo propugna la unificación de la economía y del pensamiento a nivel mundial, en lo que hemos venido a denominar «pensamiento único»… y los valores difundidos por esa cultura carecen de proyecto de emancipación, de toda visión de futuro.

Ahora impera la cultura de la competitividad, la explotación, el interés particular, la discriminación, la comercialización de los sentimientos y de la intimidad. La base de la lucha por una cultura nueva, alternativa, exige la crítica de este sistema, las costumbres, los sentimientos, las concepciones de la vida, los valores vigentes. Y la defensa de la historia y de nuestra memoria.

Frente a las limitaciones que supone la progresiva privatización de la información y de la comunicación, se trata de defender y ampliar la propiedad social del conocimiento, el acceso a los medios de comunicación libres y sin ataduras a los grandes emporios económicos y financieros, a una información veraz y a una comunicación para todos y entre todos los seres humanos.

Ante la creciente complejización y dinamización de la sociedad, ante la creciente sucesión y densidad de los acontecimientos, la acelerada masificación de los medios de información y de los transportes hace que el aluvión de estímulos sociales afecte a un número rápidamente creciente de personas y, a este respecto, ¿la humanidad se está uniformando con rapidez?

De todo esto hay que hablar y debatir, llegar a conclusiones y plantear a la sociedad como reto democrático. La política cultural debe representar los intereses acordados por la mayoría social.

En este debate imprescindible se trata de vertebrar la opinión de artistas, creadores, intérpretes y otros trabajadores de la cultura y de proponer medidas correctoras a los muchos déficits que conforman el ámbito cultural en España y que plantean la necesidad de pensar nuevos modelos de política cultural democrática.

Y para ello hay que trabajar en una reafirmación sobre lo que es cultura y su valor emancipador. La cultura nos diseña la interacción social y hay que planificarla si queremos emprender un proceso de emancipación.

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